martes, 26 de mayo de 2009

Descubrimiento

No sé quién es el autor, siendo sincero, pero me gusta. Podría titularlo Metafísica u ontología...
Y no dejamos de preguntarnos,
una y otra vez,
hasta que un puñado de tierra
nos calla la boca...
Pero ¿es eso una respuesta?


Heinrich Heinze

Dámaso Alonso

Ayer salí a dar un paseo después de cenar: soplaba el viento y recordé este poema:
VIENTO DE NOCHE

El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.

Y el hombre sueña, dormido,
que el viento es un can sin dueño,
que aúlla a sus pies tendido
para lamerle el ensueño.

Y aun no ha sonado la hora.

La noche no tiene sueño:
¡alerta, la veladora!

miércoles, 20 de mayo de 2009

Murió Mario

Ayer, después de ganar con solvencia casi blaugrana un partido de fútbol sala/futbito, no me apetecía, como de costumbre, descansar. En cambio las circunstancias se empeñaron en que después de la cena lo hiciese. Los amigos están atareados con sus exámenes y quehaceres: en definitiva, no pueden quedar. No me quejo de lo que me deparó el destino: tenía pensado ver una película que habían anunciado en la 2 de TVE: "Dos hombres y un destino". Esperé y esperé, pero no apareció a la hora prevista. En su lugar emitieron un documental sobre la figura de Mario Benedetti. Un poeta claro y directo, como a mi me gustan. Una hora tirado en el sofá deleitándome con una hora larga de documental. Un poeta comprometido con su ideología. Le preguntaron qué opinaba sobre la revolución cubana varias veces, en distintos años, en distintas entrevistas; siempre respondía lo mismo, con las mismas palabras: "Fue muy importante para todos nosotros". Dice Benedetti que a la situación de Cuba no hay que compararla con España o Francia o Italia o Inglaterra: dice que no sería justo. Propone que se la compare con sus vecinas: Guatemala y Honduras, por ejemplo. La cosa cambiaría. Las tres veces que le preguntaron por Cuba afirmó también que habían cometido muchos errores: "yo soy contrario a la pena de muerte" resaltó. Leí algunas de sus poesías y dos de sus novelas. Una no la recuerdo, la otra sí, con nitidez. Era una especie de triángulo amoroso con camara subjetiva que me había enganchado una tarde. Recuerdo que me lo regalaron un 14 de febrero: ¿"Quien de nosotros"?. Benedetti se declara poeta:


TE QUIERO

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.



LOVERS GO HOME

Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada,
y me encontraste bien
y te encontré más linda.

Ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde estoy.

Sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia,
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.



PASATIEMPO

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.


Por cierto, dijo que le gustaba la lux alma de Rembrandt



COLINAS COMO ELEFANTES BLANCOS


Ernest Hemingway: un americano al que admiraba Benedetti.
Este cuento, esta escena, según reconoce en una entrevista que da en el programa televisivo "Negro sobre blanco" en 1999 es una de las que más le influyó.
Aprovecho, ya que su tema implicito está muy de moda.

Colinas como elefantes blancos

Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas. El americano y la muchacha que iba con él tomaron asiento a una mesa a la sombra, fuera del edificio. Hacía mucho calor y el expreso de Barcelona llegaría en cuarenta minutos. Se detenía dos minutos en este entronque y luego seguía hacia Madrid.
—¿Qué tomamos? —preguntó la muchacha. Se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa.
—Hace calor —dijo el hombre.
—Tomemos cerveza.
—Dos cervezas —dijo el hombre hacia la cortina.
—¿Grandes? —preguntó una mujer desde el umbral.
—Sí. Dos grandes.
La mujer trajo dos tarros de cerveza y dos portavasos de fieltro. Puso en la mesa los portavasos y los tarros y miró al hombre y a la muchacha. La muchacha miraba la hilera de colinas. Eran blancas bajo el sol y el campo estaba pardo y seco.
—Parecen elefantes blancos —dijo.
—Nunca he visto uno —. El hombre bebió su cerveza.
—No, claro que no.
—Nada de claro —dijo el hombre—. Bien podría haberlo visto.
La muchacha miró la cortina de cuentas.
—Tiene algo pintado —dijo—. ¿Qué dice?
—Anís del Toro. Es una bebida.
—¿Podríamos probarla?
—Oiga —llamó el hombre a través de la cortina.
La mujer salió del bar.
—Cuatro reales.
—Queremos dos de Anís del Toro.
—¿Con agua?
—¿Lo quieres con agua?
—No sé —dijo la muchacha—. ¿Sabe bien con agua?
—No sabe mal.
—¿Los quieren con agua? —preguntó la mujer.
—Sí, con agua.
—Sabe a orozuz —dijo la muchacha y dejó el vaso.
—Así pasa con todo.
—Si dijo la muchacha—- Todo sabe a orozuz. Especialmente las cosas que uno ha esperado tanto tiempo, como el ajenjo.
—Oh, basta ya.
—Tú empezaste —dijo la muchacha—. Yo me divertía. Pasaba un buen rato.
—Bien, tratemos de pasar un buen rato.
—De acuerdo. Yo trataba. Dije que las montañas parecían elefantes blancos. ¿No fue ocurrente?
—Fue ocurrente.
—Quise probar esta bebida. Eso es todo lo que hacemos, ¿no? ¿Mirar cosas y probar bebidas?
—Supongo.
La muchacha contempló las colinas.
—Son preciosas colinas —dijo—. En realidad no parecen elefantes blancos. Sólo me refería al color de su piel entre los árboles.
—¿Tomamos otro trago?
—De acuerdo.
El viento cálido empujaba contra la mesa la cortina de cuentas.
—La cerveza está buena y fresca —dijo el hombre.
—Es preciosa —dijo la muchacha.
—En realidad se trata de una operación muy sencilla, Jig —dijo el hombre—. En realidad no es una operación.
La muchacha miró el piso donde descansaban las patas de la mesa.
—Yo sé que no te va a afectar, Jig. En realidad no es nada. Sólo es para que entre el aire.
La muchacha no dijo nada.
—Yo iré contigo y estaré contigo todo el tiempo. Sólo dejan que entre el aire y luego todo es perfectamente natural.
—¿Y qué haremos después?
—Estaremos bien después. Igual que como estábamos.
—¿Qué te hace pensarlo?
—Eso es lo único que nos molesta. Es lo único que nos hace infelices.
La muchacha miró la cortina de cuentas, extendió la mano y tomó dos de las sartas.
—Y piensas que estaremos bien y seremos felices.
—Lo sé. No debes tener miedo. Conozco mucha gente que lo ha hecho.
—Yo también —dijo la muchacha—. Y después todos fueron tan felices.
—Bueno —dijo el hombre—, si no quieres no estás obligada. Yo no te obligaría si no quisieras. Pero sé que es perfectamente sencillo.
—¿Y tú de veras quieres?
—Pienso que es lo mejor. Pero no quiero que lo hagas si en realidad no quieres.
—Y si lo hago, ¿serás feliz y las cosas serán como eran y me querrás?
—Te quiero. Tú sabes que te quiero.
—Sí, pero si lo hago, ¿volverá a parecerte bonito que yo diga que las cosas son como elefantes blancos?
—Me encantará. Me encanta, pero en estos momentos no puedo disfrutarlo. Ya sabes cómo me pongo cuando me preocupo.
—Si lo hago, ¿nunca volverás a preocuparte?
—No me preocupará que lo hagas, porque es perfectamente sencillo.
—Entonces lo haré. Porque yo no me importo.
—¿Qué quieres decir?
—Yo no me importo.
—Bueno, pues a mí sí me importas.
—Ah, sí. Pero yo no me importo. Y lo haré y luego todo será magnífico.
—No quiero que lo hagas si te sientes así.
La muchacha se puso en pie y caminó hasta el extremo de la estación. Allá, del otro lado, había campos de grano y árboles a lo largo de las riberas del Ebro. Muy lejos, más allá del río, había montañas. La sombra de una nube cruzaba el campo de grano y la muchacha vio el río entre los árboles.
—Y podríamos tener todo esto —dijo—. Y podríamos tenerlo todo y cada día lo hacemos más imposible.
—¿Qué dijiste?
—Dije que podríamos tenerlo todo.
—Podemos tenerlo todo.
—No, no podemos.
—Podemos tener todo el mundo.
—No, no podemos.
—Podemos ir adondequiera.
—No, no podemos. Ya no es nuestro.
—Es nuestro.
—No, ya no. Y una vez que te lo quitan, nunca lo recobras.
—Pero no nos los han quitado.
—Ya veremos tarde o temprano.
—Vuelve a la sombra —dijo él—. No debes sentirte así.
—No me siento de ningún modo —dijo la muchacha—. Nada más sé cosas.
—No quiero que hagas nada que no quieras hacer…
—Ni que no sea por mi bien —dijo ella—. Ya sé. ¿Tomamos otra cerveza?
—Bueno. Pero tienes que darte cuenta…
—Me doy cuenta —dijo la muchacha. ¿No podríamos callarnos un poco?
Se sentaron a la mesa y la muchacha miró las colinas en el lado seco del valle y el hombre la miró a ella y miró la mesa.
—Tienes que darte cuenta —dijo— que no quiero que lo hagas si tú no quieres. Estoy perfectamente dispuesto a dar el paso si algo significa para ti.
—¿No significa nada para ti? Hallaríamos manera.
—Claro que significa. Pero no quiero a nadie más que a ti. No quiero que nadie se interponga. Y sé que es perfectamente sencillo.
—Sí, sabes que es perfectamente sencillo.
—Está bien que digas eso, pero en verdad lo sé.
—¿Querrías hacer algo por mi?
—Yo haría cualquier cosa por ti.
—¿Querrías por favor por favor por favor por favor callarte la boca?
El no dijo nada y miró las maletas arrimadas a la pared de la estación. Tenían etiquetas de todos los hoteles donde habían pasado la noche.
—Pero no quiero que lo hagas —dijo—, no me importa en absoluto.
—Voy a gritar —dijo la muchacha.
La mujer salió de la cortina con dos tarros de cerveza y los puso en los húmedos portavasos de fieltro.
—El tren llega en cinco minutos —dijo.
—¿Qué dijo? —preguntó la muchacha.
—Que el tren llega en cinco minutos.
La muchacha dirigió a la mujer una vívida sonrisa de agradecimiento.
—Iré llevando las maletas al otro lado de la estación —dijo el hombre. Ella le sonrió.
—De acuerdo. Ven luego a que terminemos la cerveza.
El recogió las dos pesadas maletas y las llevó, rodeando la estación, hasta las otras vías. Miró a la distancia pero no vio el tren. De regresó cruzó por el bar, donde la gente en espera del tren se hallaba bebiendo. Tomó un anís en la barra y miró a la gente. Todos esperaban razonablemente el tren. Salió atravesando la cortina de cuentas. La muchacha estaba sentada y le sonrió.
—¿Te sientes mejor? —preguntó él.
—Me siento muy bien —dijo ella—. No me pasa nada. Me siento muy bien.

lunes, 18 de mayo de 2009

De Aquí a la Eternidad


James Jones escribió dos preciosos libros bélicos: De Aquí a la eternidad y La delgada línea roja. El título del primero procede de un verso del poema Gentleman-rankers de Rudyard Kipling. Su director, el vienés Zinnemann (vaya nombre para un cineasta), por cuestiones artísticas quiso que la película se rodase en blanco y negro: “el color habría vulgarizado la historia” dice en sus memorias. Si que la película sea en blanco y negro se lo debemos al director, a la esposa de Frankie, Ava Gardner, que por aquel entonces estaba en Kenia filmando Mogambo, le debemos que La voz aparezca en la película. Burt Lancaster estaba intimidado por la presencia de Clift: era la primera vez que tenía la sensación de enfrentarse a otra gran presencia masculina. El rodaje comenzó en abril, y el primer día Monty apareció borracho. Monty y Lancaster acabaron respetándose (véase la escena de la muerte del primero) pero entre Monty y Sinatra se podría decir que hubo amor a primera vista. Se trasladó la secuencia del gran beso de Lancaster y D. Kerr de la habitación de un hotel a una preciosa playa Hawaiana, a Jalona Cove, en el extremo de O´ahu. En la escena de la muerte de Maggio, Sinatra, Lancaster y Prewitt están bebidos, pero Clift lo está en realidad. Casi no puede realizar esa escena. Sólo lo consiguió, cuentan, gracias a un bofetón de Sinatra, (quien, por cierto, ganó un Óscar por su actuación). Lo que de verdad me sorprende es el supuesto atractivo sexual que muchos críticos proponen para el papel que realiza Deborah Kerr en “From Here to Eternity”. Para mí es inexistente. Prueba de ello quizás sea que disgustada por la claridad y lo explícito con que, a mediados de los sesenta se tratan en Hollywood el sexo y la violencia, Kerr decide retirarse repentinamente en el 69. Yo le hubiese dado el Óscar al bueno de Montgomery Clift: Lancaster me convence en su papel de Sargento, pero después es demasiado rígido con la inatractiva e inapetente Deborah Kerr. Echo de menos una, sólo una, canción de Frank. Preciosa la escena de la Muerte de Maggio: demasiado real e impactante la de Monty: buena la pelea: esperado y demasiado sencillo el final.

Bonnie and Clyde


“Eres distinta. Te pareces a mí.

No te conformas con cualquier cosa.

No quieres seguir siendo una camarera.

Tú y yo juntos nos abriríamos

Camino a través de este estado:

Y de Kansas, y de Missouri y de Oklahoma.

Y todo el mundo se enteraría.”

Bonnie and Clyde, la de mil novecientos sesenta y siete, la de Arthur Penn, es una balada que finaliza con un gran ballet. Exalta con mucho romanticismo la imagen del forajido, del gángter. Warren Beatty y Faye Dunaway la protagonizan. Fue el escalón que precede a las atrevidas películas de los años setenta. Warren estaba arto de los (ya) carcas de Hollywood. Por eso se atrevería con películas tan complejas como Rojos. Estaba cansado de que a Brandon, Dean y Monty se los tomase en serio y a él le calificasen de playboy. Coincide con Truffaut en París y éste le recomienda el guión de Bonnie and Clyde. A nadie, ni al propio Truffaut ni a ninguna productora importante le convenía hacer esta película (había un menage á tríos entre los protagonistas y Moss, su ayudante). Warren lo leyó y dijo: “Lo he leído hasta el final. Ya sé a qué te refieres, pero sigo queriéndolo hacer”. Finalmente Clyde pasó de ser un homosexual amante de los tríos, a impotente. Para el papel de Bonnie Parker probaron a Tuesday Weld, Ann-Margret, Carol Lynley y Sue Lyon (Lolita). Jane Fonda declinó cualquier posibilidad porque vivía en Francia. Pensaron en Shirley MacLaine, hermana de Beatty (evidentemente cuando él decidió ser el protagonista la descartaron). Años después, Beatty recordó que también le ofreció el papel a su ex pareja Natalie Wood. Tras una larga charla telefónica, Word lo rechazó. Esa misma noche la actriz intentó suicidarse pero su ama de llaves la descubrió aún con vida. Penn fue quien propuso a Faye Dunaway, a pesar de que era mucho más alta que la Bonnie verdadera. El final de la película es devastador. Reciben 94 tiros de los 1000 tiros que se dispararon en un minuto, escena que empleará también Coppola en la muerte de Sonny en El padrino. Dicen que tras Bonnie and CLyde las paredes se vinieron abajo. Todo lo que parecía construido con hormigón armado empezó a derrumbarse. Otra película de este mismo año también ayudó: El graduado. Bonnie and Clyde le arrebató (además del de mejor actriz secundaria) el oscar de mejor fotografía a El graduado. La razón es que su director, el intelectual de izquierdas, Arthur Penn decía: “En el cine no hay que explicar las cosas: una imagen, una simple imagen, lo hará. Warren es quizás el mayor playboy de los Estados Unidos. Se lió hasta con Madonna. De Faye Dunaway, de esa rubia espigada, de carácter fuerte, e inteligente, hay que decir que su talento parece estar por encima de su obra. En la película la vemos insatisfecha: en lugar de poder acariciar (como cualquier mujer) a Warren se tiene que conformar con el cañón de su pistola debido a la impotencia fílmica de éste. Esta es la película de dos muchachos que tras la crisis del 29 se encuentran, se enamoran, anárquicos. Acaba siendo una película que critica despiadadamente el capitalismo y la construcción a base de pistolas de los Estados Unidos. Es una gran fuente de antiamericanismo que acaba por reflejar las ideas del año en el que se rodó. Me refiero, evidentemente, al movimiento de los “jipis” que atravesaba por aquel entonces América. Estamos en estos años en crisis y, a veces, algo se mueve en mi interior y me dice que meta en cintura a una rubia para dedicarnos a atracar bancos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Horacio, Carmina, IV Liber I

Una traducción que había hecho hace mucho tiempo de una preciosa Oda de Horacio.

Soluitur acris hiems grata uice ueris et Fauoni
trahuntque siccas machinae carinas,
ac neque iam stabulis gaudet pecus aut arator igni
nec prata canis albicant pruinis.
Iam Cytherea choros ducit Venus imminente luna 5
iunctaeque Nymphis Gratiae decentes
alterno terram quatiunt pede, dum grauis Cyclopum
Volcanus ardens uisit officinas.
Nunc decet aut uiridi nitidum caput impedire myrto
aut flore, terrae quem ferunt solutae; 10
nunc et in umbrosis Fauno decet immolare lucis,
seu poscat agna siue malit haedo.
Pallida Mors aequo pulsat pede pauperum tabernas
regumque turris. O beate Sesti,
uitae summa breuis spem nos uetat inchoare longam. 15
Iam te premet nox fabulaeque Manes
et domus exilis Plutonia, quo simul mearis,
nec regna uini sortiere talis
nec tenerum Lycidan mirabere, quo calet iuuentus
nunc omnis et mox uirgines tepebunt.

El agudo invierno se desata
con la grata vuelta de la primavera
y del viento Favonio,
y las gruas arrastaran las secas quillas,
ya ni se alegra el ganado en los establos
o el labrador con el fuego,
ni blanquean los prados con carnosas escarchas.
Ya Venus Cytherea, estando la Luna inminente
ordena seguir los coros y las tres Gracias,
encantadoras, junto a las ninfas,
sacuden la tierra con pie alterno.
Baja a ver Vulcano ardiente,
a los Ciclopes en sus recias fraguas.
Conviene ceñir al verde arrayán la aromada sien
o flor que den las esponjadas tierras;
Y ahora es preciso inmolar a Fauno en el umbroso bosque.
Ya pida una cordera, o prefiera un pequeño cabrito.
La palida muerte aplasta con equitativa fuerza en su pie
las chozas de los pobres y las torres de los soberanos,
¡Oh! ¡Bello Sieusto!
El conjunto de la vida breve
nos impide iniciar una larga esperanza.
Ya te oprimirá la noche y los Manes de los que se hablaba
y la lánguida casa de Plutón.
A donde tan pronto como pases,
no podrás elegir ya las autoridades del vino,
ni verás con asombro a tu tierno Lycides
con lo que se enardece ahora toda la juventud,
pronto se enturviarán las doncellas.



martes, 12 de mayo de 2009

Tacos

Hoy el indio de mi clase de Sánscrito, Anik, nos explicó que en Sociología es muy importante el estudio de los tacos para poder dilucidar la estructura familiar de la sociedad con la que se trabaja. No es la misma en una sociedad en la que sea más grave decir "hijo de puta" que "me voy a follar a tu hermana" (con perdón). Nos quedamos atónitos, pero el muchacho demostró con argumentos su tesis. El profesor le comentó, entre bromas y con sarcasmo, que los vaskos solían injuriar, maldecir, decir palabrotas, hablar mal, únicamente en castellano. Todo un mito.

lunes, 11 de mayo de 2009

Periodismo Televisivo

¿Periodismo en televisión?

Personalmente me ofendería estudiar (si este término es el correcto) una carrera tan “ardua” como Periodismo para finalmente recitar unas líneas, que me confeccionan, en frente de unas cámaras, en el mejor de los casos. También está la posibilidad de salir a la calle a hacer preguntas extremadamente imbéciles a gente, por lo general, imbécil. ¿Quién decide qué es noticia y qué no? El otro día en un telediario de Telecinco salía como noticia de cultura (play atención) que volvía a una serie que se llama Hospital Central un médico muy sarcástico (supongo que también cojo como House). En el fondo el periodismo no existe: es publicidad. ¿Y cuando los de la sexta se pasaron seis meses hablando del cambio climático? Hasta que llovió, claro. ¿Y por qué el telediario del mediodía de Cuatro, que dura casi una hora, 30 minutos, la mitad, son para los deportes? Creo que no queremos más información sobre lo que pasa, sino sobre qué es lo que significan los hechos: algo que se olvida, siempre. "La única forma en la que estos individuos sin rigor, formación y criterio, podrían contribuir a la ciencia y a sus semejantes, sería que La NASA volviese a enviar monos al espacio". Pero dentro del periodismo hay una excepción: la gran TVG y su Telexornal mediodía. Mi humor es trágico.

El matiz

Probablemente del lat. matizare, y éste del b.gr. lammatízein, de lámma, matiz.

Términos para el matiz uniforme.

Pianissimo pp. Muy suave la sonoridad.
Piano p. Suave
Sotto voce Voz baja.
Mezza voce A media voz
Mezzo forte mf. Medio fuerte
Forte f. Fuerte
Fortísimo ff. Muy fuerte
Tutta forza La máxima fuerza.

Fa y Sol

¿Por qué los pentagramas

se escriben

en diferente clave?

Hombres y mujeres

no hablamos

la misma lengua.

Aspiramos al

Uno

a la fusión,

y nunca llega.

Esa ley es injusta.

Mi diestra lee

más que mi siniestra.

Pero,

¿cuál es

en el fondo

la diferencia?

Planeta interrogación

Eran cerca de las cinco de la mañana y me apetecía pasear. Había estado todo el día con mis primos: de canguro. Mis primitos tienen 3, 8 y diez años. Le enseñé al mayor a jugar al ajedrez, al mediano las cartas y al pequeño le presté mi raqueta, mi preciada raqueta de ping pong. Comimos en armonía y entrada la tarde nos dimos un gran chapuzón en la piscina (merecido porque se habían portado muy bien). Son chicos muy sensatos y humildes, todos excepto el mediano, que tiene algo de despótico y de imprudente arrogancia. Sin saber nadar se lanzó de golpe a la parte más profunda de la piscina y tuve que interpretar el papel de socorrista. Hacia el añochecer jugamos un partido de fútbol en un patio de colegio cercano. Por la noche vieron "el Madrid" mientras yo escribía algo. Se durmieron a la media hora. Quedé con unos amigos y nos fuimos a tomar algo sobre las doce. Lo pasamos bien el poco rato que estuvimos juntos, pero se largaron pronto en su búsqueda de gente en un lugar menos tranquilo. Acompañé a una amiga a casa y conduje un rato, errante. Me apetecía pasear. En concreto me apetecía ver el mar. Llamé a una amiga que vive en Baiona. No me cogió. Aparqué y me llamó al rato. Dimos unas vueltas por el paseo marítimo, hablamos y discutimos. Es precioso discutir de noche, y más cuando el rumor de las olas parece que te anima a ello. Volvimos al coche, la llevé a casa y me dirigí con prudencia, por temor al sueño, a la mía. Cuando lo conseguí me preparé una copa con mucho mucho hielo y me vestí el bañador. El agua estaba fría, pero la luna llena. Reconforta un baño a las cinco de la mañana. No podía nadar demasiado rapido porque haría ruido y podrían despertarse mis primos. Al rato enfrié porque una nube, puñetera, escondió la Luna. Pensé mucho la noche del sábado. No sé muy bien por qué. Me sequé todo el cuerpo despacio y con meticulosa diligencia: aun así, seguía sin capturarme el sueño. Era una de las noches más claras, y largas, que había visto. Me propuse aprovecharla. Dí un oscuro paseo por el bosque. Es impresionante como los sonidos del monte juegan con nuestros sentidos, sobre todo al principio. Yo era todo un lunático: dependía enteramente de la Luna. Las ramas crujían y los perros aullaban: yo me asustaba. No llevaba ni el movil: sólo una rama que me servía de bastón. Cuando llevas veinte minutos caminando a ciegas te acostumbras. Toda una experiencia que volveré a repetir. Tras el miedo y la incertidumbre comencé a hacerme preguntas. Yo suelo preguntarme lo que no sé. Lo que aun no sé. Lo que puede que nunca llegue a saber. A veces incluso no sé del todo qué me pregunto, pero está claro que las preguntas nunca surgen de la pura ignorancia.

jueves, 7 de mayo de 2009

Fue un Zurcido


Nos declaramos

la guerra

cuando firmamos

la paz.

La única tregua

la concedieron mis ojos

imaginándote desnuda,

mirándote con firmeza,

de verdad.

Nuestros silencios,

tan locuaces,

retornan espesos

y parece no torvarse

nuestra faz.

Hablamos.

Nos miramos.

Reímos.

Nos damos

una caricia,

y tu piensas

y yo me detengo.

No podrías llegar

a las heridas,

pero te preguntas

si duelen

todavía.

No podría acariciar

más allá

de tu

cicatriz.

lunes, 4 de mayo de 2009

Inter-rail, cuidado don los timadores.

Hace un par de años, una prima mía y yo, nos fuimos de Interraileros. Destino Clásico, Italia y Grecia. Escribimos un diario entre ambos. Un día contaba mi prima:

Esta mañana nos levantamos a las seis y pico para estar a las siete desayunando. Cogimos un bus (con billete) y nos fuimos a la estación de tren para comprar algo para el viaje a Lucca. Nos subimos y en el trayecto fuimos un rato y comentamos nuestras lecturas (Óscar “Bobary” y yo “100 años”). Pasó una revisora y vio nuestros billetes y no dijo nada, ni siquiera que escribiéramos la fecha, por lo tanto, no lo hicimos. Yo dormité. ¿Cuál fue mi sorpresa al despertar, unos veinte minutos antes de llegar a Lucca? Había un revisor pidiéndonos los billetes. “Tendríais que haber escrito la fecha antes de subir al tren”, decía en un italiano fácil de entender. No sabíamos nada, pensamos que la fecha lo tendría que escribir el revisor, dijimos nosotros, inocentes. You have to pay 50 Euros Each. Gritó. Nos quedamos asustadísimos. Óscar se negaba a pagar, intentaba explicarle: “Listen one second” que la revisora ya había pasado y el hombre no cedía. En otro italiano, más macarrónico todavía, dijo: 50 entre los dos. En ese punto todo nos empezó a oler mal. No tenemos dinero, insistimos. Le enseñé mi cartera. Sólo tengo fifteen. No fifty, fifty no: fifteen. Finalmente me pidió el DNI para enviarme la multa a casa y después de ver mi cartera y asegurarse de que no tenía más de 15 se marchó murmurando, pero sin multa. Timador embustero. Llegamos a Lucca extasiados por el susto y descojonándonos de risa. Disfrutamos de la gente en bicicleta con sus mascotas en los cestos. Sus calles estrechas y sus vecinos saludándose con una sonrisa y un abrazo. Los turistas pasábamos un tanto desapercibidos. Un señor mayor nos dijo “Hola, ¿de dónde sois?”. Con acento latino. Españoles de Galicia, dijimos. ¿Y usted? ¿También es español? Dijimos. No “Español de Lucca contestó. Soy de aquí pero viví algunos años en Colombia y leo mucho a García Márquez y me encanta hablar con los turistas. Era encantador. Nos recomendó muchos sitios y nos explico cosas singulares del lugar. Por la tarde nos dirijamos a Pisa. Donde, después de ver los monumentos con celeridad, dormimos una siesta entre miles de turistas. Volvimos a tomar un tren y de vuelta a Florencia compramos algo en un super. De camino al albergue en bus hicimos algunos amigos que también venían a nuestro palacio. Dos francesas (pijas de París) y un americano (Paco). Cenamos con todos los sevillanos y con Paco. Jugamos a los dados y al Yiha.

El texto original de mi prima está un poco modificado por mí. Sólo un poco.

Cumplimiento

Leo a Hume

y no lo entiendo.

¿La razón sirviendo las pasiones?

¿La cabeza doblegada a los amores?

La pasión es una prisión

que alberga

amor y odio

en una misma celda.

La razón,

en un aposento contiguo,

me pide que juegue con ella

Yo, servil, acepto.

Me ordena que vuelva locos

a sus vecinos, a sus siervos.

Yo, triste,

veo que el amor

se encuentra

anclado

entre dos barrotes:

lo simbólico y lo imaginario.

Me apeno pero respeto

mi cumplimiento.

Servil, soy vil,

porque cuando lo cumplo,

miento.