martes, 30 de septiembre de 2008

Siempre me quedará París

No entiendo muy bien por qué elegí este titulo para la entrada, se me ve el plumero. Lo que pretendía decir es que debería estar escribiendo sobre París, pero por razones técnicas (carezco todavía de las fotografías) y por otras de una índole mucho más humana voy a hablar de la cena y postcena de este lunes. Cansado, decidí no cenar con mis amigos para estar con mis padres y realizar unos papeleos que finalmente no pude concretar. Un amigo paterno (es decir, de mis padres) vino a casa de imprevisto. Se separó de su mujer a la cual mis padres y yo también conocemos. Murió su padre hace poco, además. Dice que ahora intenta ser feliz y lucha por conseguirlo a pesar de que las cosas no le van demasiado bien últimamente. Separación, infidelidades, cancer, desamor, egocentrismo... Esta noche todo fueron palabras tristes: por lo menos hasta que esta persona, con la que yo tuve bastante contacto durante toda mi infancia y protoadolescencia, y a la que admiraba, y admiro, y quien tiene muchas papeletas de ser una de las personas que más ha influido en mi actual ethos dijo que, a pesar de todo, iba a intentar ser feliz, que iba a intentar vivir la vida que siempre había deseado. Para casi todo existen pros y contras pero es de admirar. Me queda escribir sobre París.