Vicente Aleixandre, un sevillano de la del 27.
Sin fe
Vicente Aleixandre, un sevillano de la del 27.
Sin fe
Últimamente me desvelo con facilidad. Y eso no me gusta. Me había acostado temprano, era un fin de semana de Agosto, y bajé a abrirle el portal a mi madre que había ido a casa de mi abuela ayudarla a cocinar. Estaba exhausta. Entró con el coche en el garaje, se quitó sus sandalias y me dijo: “A este paso non chegho a netos”. Yo le respondí: “No lo sabes tú bien”. Me miró extrañada y con una mezcla de pena y desprecio, subió las escaleras, fría, y se fue. Se lo agradezco.
Estudiar laringales en pleno agosto debería estar prohibido, sobre todo si tienes cosas vitales en las que pensar: al final todo acaba siendo una simple cuestión de prioridades, de elecciones: libertad. Y yo, que mientras estudiaba en la terraza recibo la llamada más amistosa, sencilla y sincera de toda mi vida, de esas en las hay mucho que decir pero en las que nadie habla, veo cómo mi abuela sale de casa despacio y se propone bajar las escaleras. Con mucho "tino" lanza una muleta por los peldaños y poco a poco muy bien sujeta a la barandilla baja escalón tras escalón, siempre empujando previamente con su pie derecho la muleta caída. La conclusión es obvia, lanza una de sus muletas por las escaleras y la arrastra, por su propia seguridad. Su agilidad es sorprendente y soberbia. Tanto que hasta dan ganas de llorar.
De "Treinta monedas" 1989, Jose Luis García Martín.
Recuerda tanto a "Esplendor en la Hierba"...
Amanece, que no es poco. Jose Luis Cuerda, 1988. Me dijeron que esa película me iba a gustar, y no se equivocaron. Se rien de todo. ¡Qué sano! Cine made in España, se me hace raro. Hay gente que conoce partes de mi mejor que yo mismo. Después leo a Miguel Hernández. Y me fijo en algunos poemas. Es curioso lo que pasa con la poesía. Si te dejas ver leyendo a un poeta, la gente, al instante, da por hecho que te gusta.
"Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio".
"Entre las fatalidades
que somos tú y yo,
él ha sido la fatalidad más grande".
"Que me aconseje el mar
qué tengo que hacer:
si matar, si querer".
"El sol y la luna quieren
que nunca nos separemos.
Nunca. Pero el tiempo.
¿Y de qué está el tiempo hecho si no de soles y lunas?
Pero el tiempo... Nunca".
Y después leo Rayuela.
"¿Vos realmente sos un tipo culto o solamente la embocás?- Preguntó Oliveira con cierto asombro. -No te voy a decir que el cierco no me lleve mi tiempo -dijo Traveler- pero siempre queda un rato para abrocharse una estrella en la frente. Esta frase de la estrellla me sale siempre que hablo del circo por pura contaminación. ¿De dónde la habré sacado? ¿Vos tenés alguna idea, Talita?
-No -dijo Talita, probando la solidez del tablón-. Probablemente de alguna novela portorriqueña. Lo que más me molesta es que en el fondo yo sé dónde he leído eso.
-¿Algún clásico? -insinuó Oliveira.
-Ya no me acuerdo de qué trataba -dijo Traveler- pero era un libro inolvidable.
-Se nota- dijo Oliveira".