domingo, 27 de enero de 2008

Bacall, censura, imaginación.

Cierta persona me preguntaba por qué me gusta tanto el que algunos llaman cine clásico. Y me lo preguntaba con altanería. Le pregunté si había visto "Short Bus". Asintió. Le dije que me había parecido que se centraba demasiado en el sexo. Que era como un minimalismo demasiado sexual. Después le recomendé que viese "Tener y no tener" De Hawks, Borgart y Bacall. No quiso. Pero mi capacidad de persuasión puede llegar a niveles altísimos (sí, hay una invitación a una cena de por medio).Sea como fuere... la vio. No le gustó. Estoy decepcionado. Criticaba la moral de la gente que hacía cine en los años cincuenta. Me preguntó que porqué no había nunca imágenes de sexo. Le respondí que porque no hacía falta. Quizás no sea toda la verdad, quizá si pudiesen mostrar carne, lo hiciesen. No lo sé. Pero a "Tener y no tener" no le hace falta sexo explícito:

(Hay un beso)
Bogart: ¿Por qué has hecho eso?

Bacall: solo quería saber si me iba a gustar.

Bogart: ¿ Y te ha gustado?

Bacall: no lo he decidido aún.

Bogart: ¿y eso?

Bacall: ya sabes que conmigo no tienes que actuar, Steve. No tienes que decir nada, ni tampoco hacer nada. Nada absolutamente. O quizás solo silbar. Porque sabes cómo silbar, ¿no, Steve?. Tan solo tienes que juntar los labios... y soplar.

Contemplad esta escena. Sensual, femenina, atrevida; yo diría que rozando lo erótico. Y sin necesidad de que los niños no puedan ver la película. Hay gente que no utiliza su imaginación, esta gente es la misma que necesita sexo a toda costa en las películas o que éstas tengan un cartelito que sostenga "basada en hechos reales". Creo que la censura que se mantuvo con respecto al sexo, en cierto modo, ayudó al cine (y nunca me pensé que la censura ayudase a alguien); hizo que los directores y guionistas tuviesen que ejercitar su ingenio para mostrarnos algo, que todos conocemos, de una forma distinta y seguramente mucho más elocuente, audaz y pasional.A pesar de esto también soy consciente de que los tiempos cambian y son necesarios los avances; todo cansa, pero, si todas fuesen como Laurent Bacall, quizás no.

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