martes, 28 de septiembre de 2010

Mecanismos de defensa del ego...

1 Identificación: tomar rasgos característicos de otras personas: me parece que este se me da bien, procuro hacerlo conscientemente con los rasgos buenos.

2 Proyección: ver en los demás nuestros defectos. Está claro. Sin duda es mi punto fuerte: si algo soy es observador.

3 Racionalización: explicación lógica. Tampoco hay duda. Me llaman “arena en el desierto” porque un día vendí arena en un desierto. Es decir, suelo llegar siempre a conclusiones medio-logicas que me favorecen (tergiversando un poco, claro). Mientras exista, que no es siempre y ni siquiera muy a menudo, busco una explicación para todo.

4 Regresión: volver a la etapa ya pasada. Es muy difícil para mí delimitar cuándo ha acabado una etapa y cuando comienza otra. En esto soy pésimo. Así pues, no sé si alguna vez utilicé este mecanismo.

5 Fijación: quedar anclado en una etapa. Como dije no llevo bien el tema de las etapas, por lo tanto es difícil para mí valorar este punto: aun así puede que este sea un punto débil en algún aspecto de mi vida. Pero no creo que sea demasiado dañino quedarte con rasgos de alguna etapa si realmente merece la pena. Lo que algunos entienden por evolucionar, a veces, es un muy ficticio.

6 Desplazamiento: Sublimación, cambiar algo mal visto por algo bien visto. Como todo, absolutamente todo, con mis manos, sin intermediarios. Excepto para hacer reír alguna que otra vez, y desde los 16 años más o menos, no me parece interesante lo que la gente que no me importa piense de mi. Y esto no es un “yo soy así y punto”, es un “tolerancia por favor”, porque sí tengo en cuenta lo que la gente que me importa piensa sobre mí.

7 Formación reactiva: hacer lo contrario de lo que eres: alguna vez me tocó, pero soy un mediocre bastante equilibrado, lo que nos deja ante dos tonterías que ni merecen mención.

8 Somatización: manifestar a nivel corporal algo que tenemos a nivel físico. Esta categoría suena muy mal y además no la entiendo muy bien. Nunca me fustigué, pero me dejé melena ¿tiene que ver?

9 Represión: mandar al inconsciente algo que nos hizo daño: en eso soy experto, siempre ayuda mi escasa memoria, y que gracias a mi teoría de "mas vale poco y bien que mucho y mal" para con los amigos, sólo tuve que sufrír un par de malos tragos, indigestiones, y decepciones.

Tirez sur le pianiste


En 1960 Raoul Coutard filma para Truffaut Disparen al Pianista. Lo hace al estilo de las viejas películas de gangsters americanas, ésas que tanto me gustan. Es sorprendente la escasa y pobre iluminación. Si no se tratase de una imitación intencionada el comienzo de la película hubiese sido realmente diferente. En el caso del film americano, hubiera estado todo oscuro y un hombre saldría a todo correr tras haber robado a alguien, cosa que ocurre en Disparen al pianista. En cambio, en el cine negro americano se nos daría alguna pista visual de lo ocurrido, observaríamos una corbata, unos zapatos iluminados momentáneamente por los faros de un coche o veríamos el brillo de las joyas de la mujer, su sobrero, o su rostro blanco e inexpresivo. Coutard, lacónico, no nos da ninguna pista. Su película comienza completamente a oscuras. Sabemos que alguien es perseguido por otro porque oímos pasos que corren y sabemos que ha habido violencia por sus gritos. Visualmente, no tenemos nada. Impacta este comienzo. Misteriosamente se enfoca una farola, lo que podría recordar a un film americano, pero, para desgracia del espectador despierto, nadie pasa por debajo. Tenemos que esperar hasta que aparezca el cabaret para reconocer a Eddie Saroyan y a todos los demás seres que habitan la noche turbia de Disparad al pianista. La película tiene como pilar un relato de un escritor tan desconocido como adorado por Truffaut: David Goodis. Charles Aznavour, un melancólico de mirada gacha, fue escogido por el director como protagonista debido a la gran impresión que le dio en un film de George Franju. Además de tramas de gansters la película trata las relaciones de pareja con una frescura palpable.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Echeveria

Echeveria. Así se llamaba la planta con la que mejor mano tenía. Las hojas formaban una roseta en el suelo, eran muy densas y carnosas. Tenían entre 4 y 8 cm, puntiagudas en su extremo: estaban siempre cubiertas de una “pruina” blanca. El origen de la planta es Mexicano, de Tolimán, donde crece a la sombra de plantas más altas, aunque sorprendentemente no se suele cultivar mucho por allí. Se reproduce por semillas mejor que por esquejes y soporta bien la sequedad. Recuerdo que meses antes de morir, mi perro, El Señor Ruper, la regaba constantemente con su orina: y tanto fue el cántaro a al la fuente que se secó. Casi se va al garete mi deismo.


Matacán


Me preguntaron cómo se llamaba y no pude contestar. "Matacán", respondí a los tres días. Y digo más: es una contracción de "matar" y de "can". Parapeto en voladizo, es decir, un saliente de un castillo o torre de la Edad Media que estaba sostenido por grandes ménsulas y generalmente rematado con almenas. Entre estas habría huecos por donde se arrojaban artefactos como brea o aceite hirviendo contra los enemigos medievales.


lunes, 6 de septiembre de 2010

Morfología de una familia

Con la cabeza llena de casos indoeuropeos y de los tipos flexivos y desinencias, decidí desconectar por una hora. Pensé en llamar a alguna amigo para tomar un café, pero sería gastar demasiado tiempo. Me decidí por comprar una palmera de chocolate y sentarme en un parque con la intención de observar a la gente. Me fijé en una familia descompuesta. Un niño de unos cuatro años, una madre y un padre: separados. La madre no cruza palabra con el padre del niño. Este, se abraza a su pequeño con todas sus fuerzas mientras ella, en el asiento del conductor hace que habla por teléfono y fuma un pitillo. El niño le dice adios a su padre, lo besa y se acomoda en el asiento de atrás: es curioso ver como con sólo cuatro años ya tiene la mirada perdida. El padre le coloca el cinto y sin apenas dirigir la mirada a la que fue su mujer cierra la puerta con cuidado. Llevo sólo tres minutos sentado y me digo a mi mismo: me voy a estudiar. No conozco a esta familia, pero sigo sin entender que la gente se separe a la ligera.