Estudiar laringales en pleno agosto debería estar prohibido, sobre todo si tienes cosas vitales en las que pensar: al final todo acaba siendo una simple cuestión de prioridades, de elecciones: libertad. Y yo, que mientras estudiaba en la terraza recibo la llamada más amistosa, sencilla y sincera de toda mi vida, de esas en las hay mucho que decir pero en las que nadie habla, veo cómo mi abuela sale de casa despacio y se propone bajar las escaleras. Con mucho "tino" lanza una muleta por los peldaños y poco a poco muy bien sujeta a la barandilla baja escalón tras escalón, siempre empujando previamente con su pie derecho la muleta caída. La conclusión es obvia, lanza una de sus muletas por las escaleras y la arrastra, por su propia seguridad. Su agilidad es sorprendente y soberbia. Tanto que hasta dan ganas de llorar.
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