La película es bastante conocida. La mayoría estaréis pensando ya en Suecia por su director, Ingmar Bergman. Pero no. Por razones fiscales después del rodaje de Cara a cara… al desnudo, Bergman dejó al cine sueco en calidad de huérfano, aunque todavía existían por aquel entonces contribuciones interesantes como la bonita Uno y uno de Erland Josephson e Ingrid Thulin. Así pues, Bergman se asienta en Alemania y con El huevo de la serpiente trata de que recordemos con gran intimidad el fantasma del doctor Mabuse al realizar una estremecedora disección del nacimiento del Nazismo y de lo que el llama “una civilización sin igual”. Tras estas palabras se suicida con cianuro el maligno doctor: “Es como el huevo de una serpiente, a través de la delgada membrana, se puede distinguir el reptil ya formado”. Acaba de aludir al intento de golpe de estado que efectuará Hitler en Munich, y a la posterior “revolución” que para el propio doctor Mabuse supondrá el Nazismo.
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