Hace tiempo ocurrió algo que me hizo reflexionar sobre algo que podría ser antropología. Dos personas hablaban de ir a hacer la compra y de recoger unas fotocopias. Todo normal. Más tarde, una de ellas se acomodó en el sofá mientras veía un rato la televisión. La otra se fue a hacer la compra y recogió sus fotocopias y las de su amiga sin que ella lo supiese. Una sorpresa, y un gesto altruista, aunque sólo sea porque pesaban más de un kilo y porque se tuvo que desplazar para ello. Cargada de bolsas, libros y copias, la sorprendente amiga llamó al timbre, con lo que la que estaba frente al televisor se tuvo que desplazar hasta la puerta, mientras maldecía, con encono, a la que había ido de compras, simplemente por el hecho de no haber llevado llaves o por no utilizarlas para entrar. Me gustaría haber visto la cara de ésta última cuando su amiga le mencionó con sencillez y sin darle mayor importancia que había pasado a recoger sus fotocopias y que, por cierto, se las había pagado bona fide y con muy buena intención...
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