sábado, 31 de mayo de 2008

Diogenes de Apolonia

Comentario del Fragmento 598 Teofrasto, Fís. op. fr. 2, ap. Simplicio, Fis 25, 1 (DK 64 a 5) tomado de G.S. Kirk, J.E. Raven y M. Schofield, Los filosófos presocráticos, Madrid, Gredos 1987.

Lo mas destacado, lo que mas llama la atención del texto de Simplicio a unos ojos inexpertos, todavía, en grande cuestiones filosóficas, quizás sea el eclecticismo de nuestro autor[1] y por su puesto el retorno del aire como αρχή. No debemos olvidarnos tampoco de su influencia posterior, pues, a pesar de que con él acabará un ciclo, podríamos pensar que en épocas posteriores, en época Helenística, marcada por el fuerte sincretismo y cosmopolitismo, se haya prestado mucha atención a nuestro autor y se haya retomado, en filosofía como en el arte, la idea de eclecticismo que ya empleaba Diógenes de Apolonia.
La primera parte del texto de Simplicio se refiere a lo que Teofrasto nos expone sobre nuestro filósofo. Afirma que Diógenes es “casi el mas joven de cuantos se ocuparon de estas cuestiones” y a continuación que “es ecléctico en la mayoría de sus escritos”. ¿Podríamos enlazar estas dos reflexiones de Teofrasto como una correlación causa- efecto? Es decir, quizás Diógenes, por el mero hecho de ser el último de los llamados filósofos físicos se haya visto forzado a valerse de elementos de los sistemas de los pensadores anteriores con el afán de elaborar una teoría propia sobre el mundo. Seguramente el de Apolonia no pretendía ridiculizar a sus predecesores, pero tenía la necesidad de efectuar una especie crítica a sus pasos reiterados al vacío, ya que no actúa como los primeros filósofos, refutándose los unos a los otros e ideando aleatorios y novedosos planteamientos sobre una teoría del cosmos, sino que nuestro autor, por ser el último de los fisiólogos, lo que intenta es compendiarlos a todos, puede que pretendiendo manifestarnos que quizá haya un poco de “razón” en cada uno de los anteriores tanteos de la realidad.
Teofrastro continúa revelándonos que Diógenes toma algunos puntos de Anaxágoras y otros de Leucipo. Podemos afirmar que de este último toma la “aceptación del vació”, y que de Anaxágoras toma la idea del νους (inteligencia), que será adaptada en su propia teoría monista de la realidad, ya que esta “inteligencia” es, en efecto, la sustancia básica y que es ella quien controla los cambios físicos en la teoría de nuestro filósofo[2].
Tras esto, y ya en la línea final de nuestro texto, Simplicio dice que leyó: “es el aire de donde proceden todas las demás cosas”. Sin vacilación alguna este pensamiento, Diógenes, lo habrá tomado de Anaxímenes que también defendía que el principio material era el “aire”, pero en última instancia es necesario que aludamos al θεολογος Epiménides de Creta quien afirmaba que nuestro mundo se originaba a partir de la noche y del aire. Pero estas influencias a las que se alude en el texto quizás sean insuficientes y estén dejando de lado otra muy importante; la que Heráclito ejerce en Diógenes. Recordemos que el de Éfeso planteaba que todo estaba gobernado por el fuego, y que este fuego era considerado como λογος, que en todo estaba presente; que Diógenes de Apolonia retoma como αρχη al “aire” de Anaxímenes pero lo combina con la “inteligencia” de Anaxágoras postulando que este concepto estaba implícito en el principio fundamental y que gracias a esto el mundo era “cosmos” y no “caos”. Pues bien, es esta teleología de este elemento primario (llamémosle “fuego”, llamémosle “aire”) lo que pone en contacto a estos dos geniales pensadores que dieron un paso más que otros llegando a aludir a un principio fundamental que en cierta medida es casi divino. Dentro de estas influencias teleológicas también podemos incrustar a Empédocles con su teoría sobre el mundo en su etapa de Amor y en su etapa de Odio, que como la “inteligencia” de Anaxágoras, rigen el mundo.
Otra influencia que Teofrasto y Simplicio omiten es la de los “monistas”. Diógenes reacciona contra el sistema pluralista de Empédocles y de Anaxágoras que creen que la realidad esta compuesta de una mezcla de elementos distintos entre si. Este monismo del de Apolonia se diferencia del de Parménides en que el de este último es un monismo lógico, de la razón, y el que nos presenta Diógenes es un monismo físico, novedoso en su época, que tendía a plantearse teorías cosmológicas pluralistas (Demócrito, Leucipo, Anaxágoras, Empédocles).
Con este afán de Diógenes de Apolonia de explicar el mundo como un todo único, concluirá una etapa, y, en cierta medida gracias a esta compilación de Diógenes (que hace ver que en este campo ya se han pronunciado bastante los filósofos griegos) tendrán más importancia los problemas de la sociedad y del hombre en las teorías de los siguientes pensadores. Por lo tanto el eclecticismo o la “necesidad ecléctica” que antes mencionábamos a la que Diógenes se ve sometido tiene sentido si la situamos en su contexto: en pleno V a.C., a las puertas de pensadores tan importantes como Sócrates, Platón o Aristóteles, siendo, de este modo, nuestro autor, casi el canto de cisne de las teorías de los fisiólogos de la filosofía griega temprana.
[1] . El capítulo XVI del libro del que hemos tomado el fragmento que hemos de comentar, comienza afirmando que el filósofo que debemos tratar, Diógenes de Apolonia, no fue ciudadano de la “Apolonia” cretense, sino de otra ciudad del mismo nombre en la región del ponto que había sido fundada por los milesios. Este hecho explicaría que Diógenes de Apolonia emplee en sus escritos el dialecto jónico y no el dórico, aunque siempre podríamos atribuir esto a un fuerte arraigo de la tradición, pues hasta la fecha la mayor parte de la filosofía había sido escrita en el dialecto jónico, ya que los primeros filósofos-fisiólogos aparecieron en las costas de Jonia.

[2] Nuestro texto da un giro que omitiremos, pues ahora es Simplicio quien postula que ha llegado a su poder el libro Sobre la naturaleza de Diógenes de Apolonia y no procede en este comentario detallar la controversia que existe en torno al número de libros escritos por Diógenes

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