lunes, 9 de noviembre de 2009

Re: El amante de Lady Chatterley

El libro de D.H. Lawrence (de encantadora segunda mano) se encontraba en el estante, al acecho. Tras un viernes-noche dedicado al cine, me apetecía leer. Lo que me ocurrió es eso que los "lectores empedernidos" dicen que se pierde con los años: el libro me enganchó y no pude dejar de leerlo, justo a la inversaa que la empleada encargada de mecanografiar el manuscrito del libro, quien en 1927 se nos ha transmitido que se negó a continuar finalizado el quinto capítulo. La primera edición del libro tuvo que ser realizada en Italia, que aunque albergue la sede de la Iglesia, allí no entendían una palabra del texto inglés.
La obra, finalmente pudo publicarse oficialmente en Inglaterra en versión no censurada a partir de 1960. Normalmente se dice que El amante de Lady Chatterley es una novela sobre sexo, y es verdad pero sólo en parte, aunque yo diría más bien que trata sobre el éxtasis sexual. Evidente mente en los felices años veinte ese tema todavía resultaba demasiado escandaloso para los descendientes de los victorianos. Ya dentro del libro resulta muy curioso observar cómo trata de superar Clifford, el aristócrata, marido de Lady Constance, el hecho de que ha quedado imbálido de los pies a la cintura: intenta sublimar su impotencia con una constante actividad literaria. Como decía existe algo más que sexo en el libro: en el capítulo 13 el propio Clifford arrasa con su silla de ruedas motorizada los jacintos azules de una preciosa pradera primaveral, después de pronunciar un alegato a favor de los privilegios de las capas más altas. Ésta es la imagen con la que Lawrence describe las lacras de nuestra civilización: la guerra, que ha convertido a Clifford en inválido, la mecanización de la vida moderna cuya víctima es la naturaleza y la sociedad de clases, siempre ausente de compasión.
Mellors, en cambio, dándole, con gran dosis de epicureismo, la espalda a la civilización, representa lo contrario que el marido de su amante: lo salvaje en estado puro, el cuerpo (del que Clifford carece). En el libro es el sexo quien cura y repara las heridas que ha infligido la cultura, la civilización, al individuo. El sexo une cuerpo y mente y diluye las fronteras entre clases. Fue de las primeras novelas que hacen, sin pudor, pública la intimidad. La tonalidad del libro suena, me suena, mucho a Freud.


En el 55 rodaron esta película.

1 comentario:

Eos dijo...

"De encantadora segunda mano".... muy erótico también, jajaja.