Este texto que os propongo lo tomo del libro, que he tomado de la facultad de periodismo de la USC, "El cine, un arte compartido" de James F. Scott:
"Aún persiste el mito de que los actores de Hollywood de los años treinta y cuarenta no sabían actuar; y por supuesto nadie hizo más para que corriera esta idea que esos mismos actores. Ya que muhcos de ellos desarrollaron su talento interpretativo al margen de cualquier tradición teatral estructurada, sospechaban ante cualquier teoría sobre la interpretación teatral. Después de haber escuchado durante toda una tarde una discusión sobre los méritos y las teorías de Stanislavsky, se dice que Spencer Tracy terminió dando su propia versión del problema: Lo único que hay que hacer es aprenderse el papel. Algunos llevaron la simplificación aún más lejos: John Ford y Capra son conocidos por su prevención contra los actores que dan señales de haber estado ensayando su papel. Fonda asegura que aprendió su lección sobre qué es un actor de cine cuando el directór V.Flemming le acusó de declamador. (...) Consideremos, por ejemplo, la imagen de Humphrey Bogart. ¿Dónde está la relación entre el mito y el hombre? Bogart no se convirió en Sam Spade o Philip Marlowe en el momento en el que puso su pie por primera vez sobre el suelo de un estudio. El papel se fue perfilando a lo largo de una década, en la que fue retocado y perfeccionado hasta que el actor podía "andar en ese papel" con absoluta naturalidad. Nació gracias a la clásica figura de "duro" de Hollywood, el antihéroe de los melodramas en los que un tipo así se pasa avasallando a todo el mundo en beneficio propio. Ese fue el papel en que cayó Bogart a su llegada a los estudios de Warner Brothers en Hollywood a principios de 1930, ya que su voz cascada y su aspecto huraño parecían descalificarlo para papeles de galán. Lo que hizo que su papel fuera evolucionando, fue que Warner Brothers- para evitar la competencia de la elegante y europeizante Paramount y la costosa MGM- estaba tratando de lanzar sus películas hacia la clase obrera, que , sin duda, podía identificarse con facilidad con un duro simpático. Así que la oportunidad para desarrollar y crear un nuevo personaje vino por necesidad. Fue este Bogart el actor que encarnó muchos papeles de duro clásico, el que descubrieron John Huston y Howard Hawks en los cuarenta y perfeccionaron y desarrollaron poco a poco una dirección acertada y astuta. El refinamiento de este personaje no se consiguió sin errores. No todos los duros que interpretó Bogart estuvieron a su altura. Cuando trabajó en Bad Sister (1931) para los estudios Universal, interpretó el papel de Valentine Corliss, un astuto embaucador que engaña a Marianne. Pero el traje bien planchado, el pelo muy peinado y el cuello almidonado no ofrecieron muchas oportunidades a Bogart para aprovechar el papel. En una escena lo vemos sentado dentro de un templete romántico del jardín, lleno de flores, jugueteando con los dedos de Marianne. Es obvio que se trata de un villano, pero no hay oportunidad para que Bogart añada nada de sí mismo. Tampoco le favoreció el papel de The Return of Dr. X (1939) donde la Warner Brothers le obligó a hacer de vampiro. Enfundado en un estrecho abrigo negro y cubierto de carmín y maquillaje, Bogart no llegó a crear el papel que exigía de él. Sin embargo no ocurre lo mismo en "El bosque petrificado 1936" en su papel de Duke Mantee- también para Warner Brothers-. De pronto, su imagen se nos hace más real, más auténtica. La incipiente barba, las profundas arrugas de su cara, el pelo enmarañado como por el viento del desierto, y el cuello de la camisa abierto, sucio y manchado de sudor, le deja libre para actuar con naturalidad. Sus músculos parecen haber recuperado la agilidad, se siente libre para mover los hombros y dar zancadas a su gusto. Esta es la imagen de Bogart que recogerá Huston para su Tesoro de Sierra madre (1948) y La reina de África. Una vez que Bogart ha encontrado la base de su personaje, se dedicó a elaborarlo en todos sus detalles. En sus películas de los años cuarenta, su cara se vuelve muy flexible, jugando entre la sonrisa y la mueca. Es su vehículo para la ironía y para su relación peculiar de amor-odio con el mundo. Bogart aprieta la lengua detrás del labio inferior empujándolo hacia delante con aire despectivo. Su media sonrisa, en la que apenas se ven unos cuantos dientes, se hace clásica. Lo que parece la expresión de un perro es, a veces, el resultado de un gran dolor sin palabras. Esta mueca puede terminar en una sonrisa, si la situación lo requiere. A medida que Bogart se hace dueño de su capacidad expresiva, el vestuario pierde su importancia, aunque la corbata nunca está bien anudada y permanece como un símbolo de la inadaptación social. Es interesante observar que cuando interpretó Casablanca en 1943 su personaje ya estaba tan definido que pudo aparecer incluso con smoking y sin embargo el público sabía que se trataba tan sólo de un disfraz. Todos sabían que Rick, un expatriado americano, hambriento de amor, tendría que dejar ese mundo fácil y volver a la guerra antes de que terminara la película.
3 comentarios:
Bogart, Bogart...todo un símbolo. ¿Qué decir de él que no hayas dicho ya? Bueno, también hay que decir que cuanto más camaleónico sea un actor mejor, pero lo que importa son los resultados.
He coqueteado con el Método de Stanislavski y seguiré haciéndolo porque creo en él. Lo curioso es que es tan lógico que parece incluso fácil, pero la interpretación es una especie de experiencia religiosa XD. Me gusta este tema, me gusta este mundo, pero hay tantas cosas que decir...
Que la Fuerza te acompañes.
Discrepo con lo de camaleónico, y sé que mi opinión no es muy aceptada, pero creo que si un actor es demasiado camaleónico, puede ocurrirle como a un aventurero que viaje demasiado: puede caer en el escepticismo. Sobre todo en "la época" un actor tenía que tener símbolo como tú dices... personalidad. Por cierto el "XD" de tu comentario anterior sobra un poco creo yo XD. jeje. Lo digo porque el tema de la experiencia religiosa es "serio". Desde la antiguedad se relacionaba a poetas y actores muy estrechamente con el ámbito religioso. Creo que era el Ión de Platón el que hablaba de esto. Y Aristo tb en su poética. Un saludo grande osore. No vi entera la guerra de las galaxias. Tengo un gran "abujero nejro" en mi historia del cine!
Lo de experiencia religiosa lo dije un poco de broma porque estaba buscando otra manera de explicarme y no me salió, claro que si me pongo a pensarlo sí que sobra.
Creo que es bueno ser camaleónico en el sentido de no permitir que se encasille, que demuestre que es un actor que trabaja al personaje y es capaz de alcanzar grandes capas de profundidad en diferentes campos.
El cine clásico no es igual que ahora. Supongo que antes importaba más "el símbolo", pero es cierto que ser versátil es importante.
Ah, no sé yo si Star Wars será de tu agrado, ju, ju, ju,...
Que la Fuerza te acompañe (y de paso que me acompañe a mí)
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