Augusto de Prima Porta. La estatua mide 2,04 metros. De los numerosos retratos llegados a nosotros destaca el hallado en 1863 cerca de Roma, en el lugar llamado Prima Porta, en las ruinas de una Villa de Livia, esposa de Augusto. La estatua, obra muy bien conservada, hoy gala del Museo Vaticano, es una de las creaciones capitales legadas por la época de Augusto. Las alusiones históricas que dieron motivo al ornamento de la coraza que viste Augusto datan la obra en el año 20 a.C., fecha en la que el emperador frisaba en los cuarenta y tres años. El gesto imperial de su alzada mano, su traje militar de gala nos dicen que Augusto está dirigiéndose a sus legiones en una alocución militar, en una arenga, seguramente por el gesto estaría exigiendo silencio. Al gesto acompaña la severa dignidad de su rostro, frío, prudente, consciente, preocupado de sus pensamientos y palabras. Sus pupilas brillantes disparan destellos de luz a través de la penumbra que en ellas pone el duro ceño de su frente, fruncida por la responsabilidad y solemnidad del momento.La magnífica coroza metálica nos muestra en su peto varios grupos históricos y alegóricos repujados. La parte central de la coraza está ocupada por la escena de la devolución de las enseñas de Craso por parte del rey Fraates IV de Partia a un general romano, en el cual podemos reconocer casi con toda certeza a Tiberio, acompañado por un perro. A derecha e izquierda, sentadas, llorando su derrota estaban las personificaciones de Hispania y Gallia, las dos provincias acabadas de dominar por Augusto (Gladius hispaniensis en Hispania y en la Gallia su trompeta de Guerra). Arriba y abajo, como espectadores, estaban el Caelus, cubriendo el curso del Sol, y Tellus (la tierra) con la cornucopia en sus manos y dos niños en su regazo (tal vez aludiendo a Rómulo y Remo). Por la parte inferior de Hispania y Gallia se encuentran las dos divinidades protectoras de Augusto: Apolo y Diana. Sería también de un gran interés restituir in mente el efecto estético de la estatua de Prima Porta, con sus restos de amarillo, rojo purpúreo y grana, que aún conservaba la figura en el momento de su hallazgo. Por otra parte, el pequeño Eros, que juega sobre un delfín a los pies de Augusto, no compone bien con la solemnidad del gesto y del momento. Seguramente haya sido un añadido de quien copió la estatua de su original en bronce al mármol que nos llegó. La aparición de Eros podríamos interpretarla como una manera de recordarnos de donde procede la Gens Iulia. La estatua de Prima Porta fue sin duda creación de un artista griego tal y como lo muestra la actitud general de la figura, aunque con influencias de la Roma augústea. Su obra fue una síntesis orgánica que halló su momento de cristalización en suelo romano. Se podría decir que el escultor lo que hizo fue una adaptación del Doríforo de Policleto, al cual vistió con una coraza, le obligó a alzar el brazo y le dio a su cabeza las facciones de Augusto.
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