miércoles, 9 de diciembre de 2009

Deseo

La ocasión brinda por el deseo

las miradas son más y más tiernas,

picante se torna la agudeza.

Tiemblas de valentía;

te planteas la pregunta

y te das respuesta

a ti misma.

Los halagos y requiebros

se vuelven ardientes;

no aceptamos sentido y fin

como previamente dados.

¿Por qué tanta piedad

y tan poco entusiasmo por la vida?

Todo se convierte

en un teatro contemplable.

Cae el telón

y nos encontramos jugando

con dos mundos,

¡Qué niños!

Pero todo brota de

una acción inconsciente.

Cautivos como sonámbulos

no dejaremos de preguntarnos

si al despertar todavía tendremos

sueño, un sueño.

Con lo fácil que hubiera sido, entonces,

echarnos a dormir en una cama

procurando amanecer

en mitad de ese sueño.

Debo seguir soñando

para no hundirme,

como el sonámbulo debe

seguir soñando

para no precipitarse

al

vacío.

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