lunes, 18 de mayo de 2009

Bonnie and Clyde


“Eres distinta. Te pareces a mí.

No te conformas con cualquier cosa.

No quieres seguir siendo una camarera.

Tú y yo juntos nos abriríamos

Camino a través de este estado:

Y de Kansas, y de Missouri y de Oklahoma.

Y todo el mundo se enteraría.”

Bonnie and Clyde, la de mil novecientos sesenta y siete, la de Arthur Penn, es una balada que finaliza con un gran ballet. Exalta con mucho romanticismo la imagen del forajido, del gángter. Warren Beatty y Faye Dunaway la protagonizan. Fue el escalón que precede a las atrevidas películas de los años setenta. Warren estaba arto de los (ya) carcas de Hollywood. Por eso se atrevería con películas tan complejas como Rojos. Estaba cansado de que a Brandon, Dean y Monty se los tomase en serio y a él le calificasen de playboy. Coincide con Truffaut en París y éste le recomienda el guión de Bonnie and Clyde. A nadie, ni al propio Truffaut ni a ninguna productora importante le convenía hacer esta película (había un menage á tríos entre los protagonistas y Moss, su ayudante). Warren lo leyó y dijo: “Lo he leído hasta el final. Ya sé a qué te refieres, pero sigo queriéndolo hacer”. Finalmente Clyde pasó de ser un homosexual amante de los tríos, a impotente. Para el papel de Bonnie Parker probaron a Tuesday Weld, Ann-Margret, Carol Lynley y Sue Lyon (Lolita). Jane Fonda declinó cualquier posibilidad porque vivía en Francia. Pensaron en Shirley MacLaine, hermana de Beatty (evidentemente cuando él decidió ser el protagonista la descartaron). Años después, Beatty recordó que también le ofreció el papel a su ex pareja Natalie Wood. Tras una larga charla telefónica, Word lo rechazó. Esa misma noche la actriz intentó suicidarse pero su ama de llaves la descubrió aún con vida. Penn fue quien propuso a Faye Dunaway, a pesar de que era mucho más alta que la Bonnie verdadera. El final de la película es devastador. Reciben 94 tiros de los 1000 tiros que se dispararon en un minuto, escena que empleará también Coppola en la muerte de Sonny en El padrino. Dicen que tras Bonnie and CLyde las paredes se vinieron abajo. Todo lo que parecía construido con hormigón armado empezó a derrumbarse. Otra película de este mismo año también ayudó: El graduado. Bonnie and Clyde le arrebató (además del de mejor actriz secundaria) el oscar de mejor fotografía a El graduado. La razón es que su director, el intelectual de izquierdas, Arthur Penn decía: “En el cine no hay que explicar las cosas: una imagen, una simple imagen, lo hará. Warren es quizás el mayor playboy de los Estados Unidos. Se lió hasta con Madonna. De Faye Dunaway, de esa rubia espigada, de carácter fuerte, e inteligente, hay que decir que su talento parece estar por encima de su obra. En la película la vemos insatisfecha: en lugar de poder acariciar (como cualquier mujer) a Warren se tiene que conformar con el cañón de su pistola debido a la impotencia fílmica de éste. Esta es la película de dos muchachos que tras la crisis del 29 se encuentran, se enamoran, anárquicos. Acaba siendo una película que critica despiadadamente el capitalismo y la construcción a base de pistolas de los Estados Unidos. Es una gran fuente de antiamericanismo que acaba por reflejar las ideas del año en el que se rodó. Me refiero, evidentemente, al movimiento de los “jipis” que atravesaba por aquel entonces América. Estamos en estos años en crisis y, a veces, algo se mueve en mi interior y me dice que meta en cintura a una rubia para dedicarnos a atracar bancos.

No hay comentarios: