miércoles, 29 de julio de 2009

Seres raros


No me gustaba demasiado el fantasioso Borges por que había leído, sin entender casi nada, y hace mucho tiempo, su celebérrimo Ficciones. Me regalaron su Libro de los seres Imaginarios. Receloso, comencé a leerlo estos días del principio del verano. Escribe concisa y simplemente. Ahora ya me gusta Borges. Escribe aquí, por lo general, para que lo entiendan. Durante el último viaje en tren de este curso leí su historia de Dos animales metafísicos. Me cautivó su buen gusto:

“El problema del origen de las ideas agrega dos curiosas criaturas a la zoología fantástica. Una fue imaginada al promediar el siglo XVIII; la otra, un siglo después. La primera es la estatua sensible de Condillac. Descartes profesó la doctrina de las ideas innatas; Etienne Bonnot de Condillac, para refutarlo, imaginó una estatua de mármol, organizada y conformada como el cuerpo de un hombre, y habitación de un alma que nunca hubiera percibido o pensado. Condillac empieza por conferir un solo sentido a la estatua: el olfativo, quizá el menos complejo de todos. Un olor a jazmín es el principio de la biografía de la estatua; por un instante, no habrá sino ese olor en el universo, mejor dicho, ese olor será el universo, que, un instante después, será olor a rosa, y después a clavel. Que en la conciencia de la estatua haya un olor único, y ya tendremos la atención; que perdure un olor cuando haya cesado el estímulo, y tendremos la memoria; que una impresión actual y una del pasado ocupen la atención de la estatua, y tendremos la comparación: que la estatua perciba analogías y diferencias, y tendremos el juicio; que la comparación y el juicio ocurran de nuevo y tendremos la reflexión ; que un recuerdo agradable sea más vívido que una impresión desagradable y tendremos la imaginación. Engendradas las facultades del entendimiento, las facultades de la voluntad surgirán después: amor y odio (atracción y aversión), esperanza y miedo. La conciencia de haber atravesado muchos estados dará a la estatua la noción abstracta de número; la de ser olor a clavel y haber sido olor a jazmín, la noción del yo. El autor conferirá después a su hombre hipotético la audición, la gustación, la visión y por fin el espacio y que en el espació, él está en un cuerpo; los sonidos, los olores y los colores le habían parecido, antes de esa etapa, simples variaciones o modificaciones de su conciencia. La alegoría que acabamos de referir se titula Traité des sensations y es de 1754…”

2 comentarios:

Eos dijo...

Para que te acabe de enandilar Borges tienes que ver alguna de sus entrevistas en youtube:
http://www.youtube.com/watch?v=hNYylti4E9A

No entiendo porqué Umberto Eco lo convirtió en su malvado Jorge

Eos dijo...

*encandilar, se entiende