El pasado miércoles, entre chuzos santiagueses, fui con unas amigas a ver una película al festival Cineuropa. A penas quedaban entradas y éstas pertenecían a la esquina superior izquierda del segundo piso (muy incómodo) del Teatro Principal: en el compartimento 13: muy muy esquinado. Tras una breve acomodación (si nos recostábamos en la silla no contemplábamos la pantalla) comenzó el film alemán y resultó ser verdaderamente bueno. Se trata de la vida en un pueblo alemán donde alguien, algunos de sus miembros, cometen atrocidades e intentos de asesinato.
Tiene algo de Hitchcock que no combina mal con ese lento expresionismo con planos tan cercanos que caracteriza a los alemanes. El director nos manipula con vileza, presentándonos de manera velada, desde un principio, a los puros culpables y a un complice divino. Una gran película. La verdad no es de extrañar que haya conseguido tantos premios y tan buenas críticas. El Cura, para mí, el mejor en su papel. Todo son alabanzas, en especial me gustó mucho la música. Sólo un pero, por mi parte, el frío protagonista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario