lunes, 30 de junio de 2008

Aporía

Leyendo un libro de Andres Trapiello, "Locuras sin fundamento", que me lo regaló una chica muy fundamentada en esto de las locuras, me vienen a la cabeza demasiadas cosas variadas: primero la explicación magistral de la palabra "aporía" que hice ante un público muy exigente (aunque no conozca a Soralla, el pintor, mi pintor). Y pienso en la palabra y me digo a mi mismo: yo soy eso, soy aporía. Vivo en una aporía. Debo ser platónico, con todo lo que esto implica, debo ser un chico ambiguo, y bastante dificil. Vivo en dos mundos; el de las ideas y el mundo de los sentidos, el inteligible y el ininteligible. Pero cuál de los dos es aporético, ¿cuál no tiene final? Hoy estoy ecléctico, como Trapiello en su libro. Me viene a la cabeza una frase de una canción, y eso es muy raro en mí: "por un beso de la flaca yo daría lo que fuera, por un beso de ella, aunque sólo uno fuera..." Últimamente esta canción me gusta, me recuerda algo. Recuerdo también el fuerte sabor de un tequila y el ardor de mi estómago incrementado por la acidez del limón. Recuerdo también que Ortega y Gasset hablaba de el "yo" y las circunstancias, y yo le digo; ¿son éstas tan importantes? El tequila se puede tomar sin limón, y este sin ser acompañado del fuerte licor. Me invade, terminado el curso, la sensación de haber perdido el tiempo; voy a tener una depresión postraumática cuando no tenga cerca a un tal Blaster, mi lugar favoríto en el que pusieron 5 canciones de REM. Quizás el colofón de mis pensamientos se lo lleve una película, una tal Vainilla Sky, con exiguos respetos a la versión española; interrumpo la entrada, pongo un poco de la película y sale mi frase preferida "hay que retrasar los placeres". Vaya dos semanas. Me encantaron las canciones, el tequila, la vainilla, las terrazas donde hay que darse la vuelta huyendo de Lorenzo, me encantó la selección, y disfruté con el final de un libro que había empezado hace tiempo; el libro es "Lady L" . Me encantó un el "cucurrucú palomita", la valentía de Masiel, el hacer ginmasia en la plaza roja, el gran mote "Tintín", tirarnos por la fuente de la plaza roja (que podríamos empezar a nombrarla así por la selección), desayunar en el bar nuevo, aunque esta vez no fuese un colacao. Trapiello me hace recordar, pensar, y yo pienso, recuerdo, como un retrógadra, lo mismo que un refran: "tras una pequeña tormenta, viene la calma". Sinceramente, debo reconocer que me encanta el verbo "encantar". ¿Por qué todas las tormentas tienen que tener final? A veces las circunstancias hacen que la vida, que la aporía tenga sentido, salida, final;
Creo que este va a ser el comienzo de una gran amistad. Pero soy platónico...

3 comentarios:

santi dijo...

La sensación de inutilidad o provecho pragmático por lo realizado es saludable y propio de quienes vivimos más en el mundo de los sentidos que en el de las ideas, creo. Con todo, reivindiquemos la aporía.
Yo también daría lo que fuera, aunque no me conformo con uno sólo.

Anónimo dijo...

Las circunstancias lo son todo y, si como decía el dueño del Rick's, no te juegas el cuello por nadie, serás un catorceañero más. Creo que hallar salida a las aporías es señal de madurez, de gente valiente, con decisión; divagar en ellas no es más que jugar "al gato y al ratón". Yo tiendo a seguir los dictados de aquel que canta Lady Drama, te aconsejo lo propio: "juégatela un poco, valiente". Funciona. Pero solo en este mundo, en el real, en el que aparece de frente cuando uno "abre los ojos".El problema es lo a gusto que se está bajo la tela negra que los tapa...

¿Seguro que darías lo que fuera?Lo dudo mucho.Al fin y al cabo, como cantaba tu Bogart: "A kiss is just a kiss".

A mí me encanta el verbo odiar.

Anónimo dijo...

Habla la chica fundamentada en locuras:

Me sorprenden en tí esas líneas melancólicas...incroyable!
Supongo que todos tenemos alguna vez la sensación de haber perdido el tiempo ... aunque a mí lo que más me preocupa es que su paso me empieza a resultar vertiginoso... es evidentemente una cuestión de percepción, una apariencia... pero no por ello es menos real. Yo reivindico las divagaciones juguetonas y la importancia de los matices y las circunstancias. Multiplicaría los mundos platónicos, y no le pondría finalidad ni fin a nada.