viernes, 13 de junio de 2008

Vertientes ennianas

Ennio. ¿Cómo podríamos justificar las dos vertienes culturales presentes en el poeta de la antiguedad, Ennio? Tomemos unos fragmentos de su Annales, del libro VII:
"La doncella viril engendrada en la materia del Tartaro, a la que son semejantes la lluvia y el fuego, el aire y la tierra pesada"
"Colocó los respiraderos junto a las aguas sulfurosas del Nar"
"Después de que la Discordia Tétrica volvió a romper las férreas jambas y las puertas de la guerra"
Ennio nace en torno al 239 a.C. y muere en el 169 a.C. Va a Roma gracias a Catón el Censor. Nace en Rudias, en el tacón de la bota, donde se verá influido por el pitagorismo. Fulbio Nobileo se lo lleva a Etolia y entra así más en contacto con lo griego. Ennio fue más lejos que sus predecesores Livio Andrónico y Nevio, a quienes también se refiere en su libro VII cuando dice: "alii scripsere vorsibus quos olim Faunei vatesque canebant", en la helenización de la forma épica latina. Su libro VII comienza con una gran introducción. Después Ennio piensa en no tratar la Segunda Guerra Púnica, ya que, como hemos señalado "otros" lo han hecho en versos que "los Faunos y bardos usaron para cantar". Se separa así de Nevio, y se considera a sí mismo un creador, un "dicti studiosus", un "aficionado a las palabras" (préstamo que toma de los alejandrinos). Su sapiencia no era oracular e inexplicable, sino que era una especie de gnosis religiosa, una inspiración de las musas, y en este sentido nos recuerda el propio Ennio: "y nadie vio la sabiduría, la que se llama sapiencia, en sueños antes de ponerse a estudiarla", donde se está haciendo referencia a que su conocimiento era un resultado merecido de su práctica y preparación. Uno estudia y termina teniendo inspiración. Hoy en día los estudiosos aseguran la existencia de "dos Ennios", o, al menos, de dos tendencias, dos vertientes dentro de nuestro autor épico: primero nos encontramos al Ennio pitagórico; en la introducción de sus Annales se confiesa adepto a la creencia pitagórica de la transmigración de las almas, y además se considera la reencarnación de Homero (se lo creen todo estos romanos). En este sentido cabe señalar la idea de la "reescritura" que tanto arraigo tiene entre los órfico pitagóricos, y que podemos concebirla como un intento de captar el "sentido verdadero". En segundo lugar nos encontramos con un Ennio que parece un "poeta alejandrino" (véanse sus conocidos versos: "saxo cere- communuit brum", "O Tito, tute, tati, tibi tanta, tyrane, tulisti" o, por ejemplo, el juego de palabras que lleva a cabo en el verso 222 del libro siete: "Spiramina Naris ad undas" "Colocó los respiraderos junto a las aguas sulfurosas del Nar". Aquí tenemos una palabra creada "Spiramina" (cosas con las que uno respira) y tenemos "naris" y juega con que "spiramina" es sinónimo de Nares, que son las ventanas de la nariz. Emplea, a la alejandrina, este juego, para indicar que el río era llamado así por su olor fétido. También posee un espíritu ilustrado y un subjetibismo (muy semejante al de los helenísticos) que lo lleva aocuparse mucho de sí mismo en su epopeya. Su función de intérprete también, que antes mencionamos lo relaciona con la hermenéutica alejandrina. Su vertiene "pitagórico-órfica" la podemos ver en el verso 221 del libro siete, cuando describe los principios que según Empédocles (que de órfismo sabía muy poco) son el origen del mundo en una extraña comparación, que hace Ennio, de estos elementos con la divinidad. Se menciona también al Tártaro (Hades griego). En el 220 tenemos "paluda" de "palus, paludis" que puede significar, o bien "pantano" (lugar privilegiado para los ritos mortuorios) o bien "atuendo militar". Y en el 225 nos encontramos con "Discordia Tetrica", una abstracción divinizada, y un daimon infernal con un tópico como "ferreas jambas". En apenas unos versos nos encontramos con dos tipos de dioses que no son antropomórficos: los ectonicos y las abstracciones. Ennio, un poeta alejandrino influido por el orfismo.

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