lunes, 22 de marzo de 2010

Buenos días, Tristeza.

De entre todas las películas que tenía elegí Buenos días, tristeza porque la noche del jueves fue un poco triste. En cambio, la actriz principal consiguió alegrar mi lluvioso viaje en tren. La dulce Jean Seberg, el eterno galán David Niven y Deborah Kerr son los principales actores. Merecería ver la película simplemente para conocer un poco las aficiones de los habitantes de la Riviere Francesa. Está dirigida por Otto Preminger y tiene como pilar esencial una novela de Françoise Sagan. El film es en blanco y negro, aunque los continuos hysteron-proteron se ruedan a color. La mejor interpretación, sin duda la de Jean Seberg. Prueba de ello podría ser que el, por aquel entonces (1959), crítico de cine Jean-Luc Godard quedó ensimismado con la actuación de Jean Seberg hasta tal punto que no dudo en convertirla en protagonista principal de su célebre Al final de la escapada. Después de Seberg, como de costumbre, lo mejor son los diálogos. Mediante los mismos (sobre todo por la manera en cómo Cécile llama y nombra a su padre , con un simple "Raymond"), y gracias a alguna que otra ansiosa y llena de rabia mirada perdida

podemos vislumbrar un infámico y anacrónico complejo de Edipo, del cual yo todavía no he podido ver mejor retrato que este en el cine. Quizás le gustase a Freud, quien dice a propósito del tema:

"Así, por ejemplo, hace tiempo hemos advertido que muchas mujeres eligan a su marido de acuerdo con el modelo del padre o lo colocan en lugar de éste; pero en el matrimonio repiten con ese marido su mala relacion con la madre. Esto se comprende facilmente como un caso obvio de regresión. La relación materna fue la más primitiva; sobre ella se estructuró la relación con el padre, y ahora en el matrimonio lo primitivo vuelve a emerger de la represión. En efecto , la transferencia de lo lazos afectivos del objeto materno hacia el paterno constituyó el contenido esencial del desarrollo que condujo a la feminidad."
Un buen resumen de la trama de esta película se condensa en un refán latino cuyo inicio todos conocemos:

HOMO HOMINI LUPUS: MULIER MULIERE LUPISSIMA

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