El título de la entrada se lo agradezco a Osore (lectora asidua de este blog). El contenido a una buena amiga, cuyo nombre es muy común y virginal: Maria. Pensaba que ayer por la noche sería un domingo más. Pensaba pasármelo traduciendo algo de latín. Pues no. Maria me ofreció ver una peliculaza: "Doce hombres sin piedad". Traducción de "Twelve angry men". De las mejores críticas a nuestra sociedad (ahora también me viene a la mente Telefono Rojo Stanley) Siempre digo lo mismo pero es de las mejores películas que he visto. Descubrí, una vez más, es decir, redescubrí que adoro el cine en el que todo transcurre en una habitación; el cine en el que se habla; el cine en el que importan los detalles y no los efectos especiales. Todos los actores tienen miga pero en especial debo reconocer que Fonda, Henry Fonda me llenó. ¡Es que se me parece tanto tanto a Bogart! ¿Nadie los comparó? Sydney Lumet hace un gran trabajo al interrumpir continuamente la minúscula acción del film con comentarios graciosos, planos geniales o cosas por el estilo. Esta es la ópera prima de Lumet. Todo un clásico del cine de temática jurídica y todo un canto épico a la justicia más piadosa e imparcial. La película comienza con un chiquillo de 18 años (al llamarlo chiquillo ya me estoy poniendo de su lado, hay que tener cuidado con la terminología) que acaba de ser juzgado. El jurado se sienta a deliberar en una sala. Todos (por la presión que suponen el resto de sus compis) lo tienen claro: es culpable. Excepto el jurado numero 8. Me tomo la libertad de presentaros a los 12 componentes del susodicho jurado: "1- Buenos modales 2- Inocencia 3- Ira 4- Prepotencia 5- Infancia en suburbios 6- Inhibición 7- Estupidez8- Razonamiento9- Experiencia10- Prejuicio11- Humildad12- Frivolidad". No se nos dice el nombre de ninguno hasta el final de la película. ¿Para mantener algo de confidencialidad? La primera votación refleja un 11 a 1 a favor de los guilties. La útima un 1 a 11 a favor de los non guilties. Se me dio por pensar que todo iba a ser una alegoría de que la revolución del numero 8 no iba a servir para nada, pero me equivoqué. Una gran película con un gran final. Una justicia justa, un Henry Fonda razonando sin igual. De lo mejor que he visto en cuanto a cine del ámbito jurídico. Por cierto, el viejo y su crítica a la sociedad por el trato a los ancianos: entrañable. Henry Fonda jugó genial con las cartas y las pruebas que el destino le brindó. Ojalá todos supiéramos y pudiéramos hacer lo mismo.
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1 comentario:
Esta es la típica película que tengo pendiente, mas por alguna razón el tiempo pasa y aún no la he visto. ¿Por qué? No lo sé, pero a veces pienso que no me va a dar tiempo para leer todo lo que quiero leer, para ver todo lo que quiero ver,...¡Me pondré las pilas! Muchas gracias por esta entrada.
Un saludo.
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