lunes, 8 de diciembre de 2008

Retrato Cómodo.

Este célebre retrato procedente, según parece, de las posesiones imperiales del Esquilino, es, al mismo tiempo, un retrato y, explícitamente, el testimonio de un programa político. Tiene un carácter novedoso, la concepción de su comitente como a los ojos de los súbditos, no se debe tanto al minucioso trabajo manual y pictórico de la barba y los cabellos (ya estaba en el retrado de Marco Aurelio) sino al sorprendente y atrevido motivo. Los rasgos del semblante de Cómodo están tomados de manera bastante realista de efigies conocidas por monedas y obras escultóricas de los años en torno al 185 d.C. Su alargado rostro presenta los característicos ojos un tanto salientes y semicerrados, con la mirada realmente soñadora, la nariz afilada, la boca tumescente bajo el espeso bigote y, sobre todo, la masa única e hinchada del cabello profundamente traspasado por el trépano y que circunda tumultuosamente el óvalo. Pero este retrato está insertado en un busto que representa a Cómodo como Hércules, con la cabeza envuelta en la leonte anudada sobre el pecho, la mano derecha asiendo la clava, apoyada sobre el hombro y la mano izquierda extendida con las manzanas de las Hespérides, mientras que en un eficaz rasgo illusionista, el pesado soporte del busto queda oculto por una placa de bronce forjada a semejanza de pelta entre comucopias y figuras de amazonas a los lados. Tenemos que destacar un fuerte diletantismo cortesano, con un gran carácter despota en todo el retrato. Asimismo en su parte inferior el retrato nos muestra una bola del mundo (símbolo del imperio) y una Gorgona (símbolo de eternidad) acompañada por las cornucopias que connotan la idea de abundancia. El carácter pictórico y espectacular del retrato se ve aumentado, además, por el gran hueco oscuro de la leonté, en la que se recorta la cabeza marcadísima por el claroscuro. Cómodo se concebía como el nuevo Hercules, idolatrado por los plebeyos. El aspecto ideológico de esta transfiguración, anunciado por acuñaciones de monedas con la figura de Cómodo como Hércules y por las promesas sotéricas de los programas religiosos del último de los Antoninos, exsuperantissimus, como él mismo gustó de denominarse, está captado a la perfección y cierra la fase del clasicismo, unas veces patético, otras frígido o pictoricista, de la época entre Adriano y los Antoninos. El que esté coronado con la melena de un león neméico se debe al hecho de que Hércules mató a éste con la maza en la mano derecha y las manzanas de las Hespérides en la izquierda. Se escenificó este hecho como grandeza absolutista y esto no sentó demasiado bien y por ello, seguramente, entre otras cosas, fue asesinado el 31 de diciembre del 192 d.C. , acabando de este modo el dominio de los Antoninos.

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