lunes, 1 de junio de 2009

Horacio Oliveira


El jueves, a las cuatro de la mañana, hablamos de un grande: de Rayuela. Cortázar me puede. En lugar de estudiar tomo su libro y leo en la terraza, casi sin luz eléctrica, forzando. A veces me ocurre que me identifico, que veo rasgos de mí, en algún personaje de una novela. Horacio. Yo. ¿Horacio? Por dios, es demasiado para mi. En cambio, por momentos me recuerda cosas: espejos y puentes, puentes y espejos. Su espejo vivo era la Maga. “éramos, un poco, sus espejos, o ella nuestros espejos. No se puede explicar”. Asimismo, declara Cortázar que en Rayuela “Oliveira siempre está pensando en cruzar un puente”. Además, “para la Maga, el deseo de que todo terminara era (…) algo así como el arco de dos puentes, que siempre la emocionaban”.

3 comentarios:

Just Me dijo...

Siempre es delicioso encontrar un amante de Horacio... o un Horacio que pretende devorar al que lo lee. Yo me rindo ante el pero el rostro de Pola, ella habría podido cruzar ese puente... le falto tiempo.

Saludos

Ó dijo...

Siempre lo dije: Pobre Pola, era la más normal.

Ó dijo...

Encantado, yo también te leeré!