domingo, 6 de abril de 2008

Comentario del fragmento de La Política de Aristóteles (1253 a 7-29).

Es el fragmento más famoso de La Política. El fragmento griego comienza con el célebre "El hombre es un animal político".
Cuando se aplica la palabra politikon al hombre se debe al hecho de que los humanos poseemos las condiciones necesarias para convivir con otros. Aristóteles nos expone que no sería conveniente para el desarrollo de la ciudad el poseer las capacidades y, en cambio, no hacer buen uso de ellas; para vivir como un animal es preciso tan sólo tener sensaciones de placer y dolor. En cambio, el estagirita afirma que para ser un animal cívico, y por lo tanto un hombre, se necesitan más características; la voz, la palabra, la inteligencia y la capacidad de distinguir lo justo de lo injusto, lo moral de lo inmoral. Todas estas cualidades nos llevan a establecer una forma de convivir y a desarrollar la misma. Somos capaces de actuar en común, coordinados, y el vivir de este modo hace que adquiramos el sentido moral, pues, exclusivamente viviendo en sociedad somos quienes de alcanzar este sentido que nos llega a través de la condición que tenemos los humanos, volviendo así a la idea inicial, de seres sociables.
Aristóteles critica a lo largo de esta obra a su maestro. Alega que Platón da excesiva unidad y poder al Estado y que acabaría convirtiendo a éste mismo en un individuo corrupto. Gracias a esta crítica y a otros pasajes podemos dilucidar la opinión favorable de Aristóteles acerca de la familia (recordemos que para Platón los hijos deberían ser cuidados y educados por el Estado). Sin duda, Aristóteles es más moderado que Platón en sus planteamientos, pero a pesar de eso todavía conseguimos observar en este texto que otorga más importancia a la ciudad que a lo individual, que a cada ciudadano. El preceptor de A.Magno nos señala la importancia del Estado; éste es la más alta clase de comunidad y aspira al más alto bien (porque que la política, al fin y al cabo consiste en una ética común). El Estado, aunque es posterior en tiempo a la familia (pues, supuestamente, tendrá sus raíces en la unión de un hombre y una mujer; muchas familias de este tipo se agruparán en pueblos; y varios pueblos conforman un Estado) es anterior a ella e incluso al individuo “por naturaleza”. ¿Qué pretende mostrarnos con esto Aristóteles? Bien, por naturaleza debemos entender lo que algo es una vez que se ha desarrollado por completo, en su totalidad. Un pie no puede andar sino está insertado en un cuerpo. De este modo los humanos y nuestra organización desplegada totalmente son un Estado. Así, si como dice el estagirita, el Estado es anterior a cada individuo, por consiguiente, el todo (en este caso) es anterior a la parte. Un hombre, viviendo individualmente, será muy difícil que llegue a alcanzar el propósito de su vida, la plenitud de su ética, en cambio, en sociedad podría conseguirlo si actúa adecuadamente. Pero, ¿una persona no puede cumplir su propósito a menos que forme parte de un Estado? Podríamos preguntarnos quién y cómo formó el Estado por primera vez, pues Aristóteles afirma que quienes no viven en sociedad son, o bien fieras, o bien un dios, porque el resto de nosotros vivimos, por necesidad, en sociedad. Quienes viven sin ley, sin normas, ¿serían capaces de ir evolucionando y llegar a formar un Estado? Si así fuese su mérito sería muy grande, pues el de Estagira considera, como ya vimos, seres bestiales a quienes no viven en sociedad. ¿Habrá creado, en cambio, un dios, al Estado? Estas son las dos posibilidades que existen.
Sería posible defender que aunque La Política de Aristóteles muestra los prejuicios extendidos entre los griegos cultos de su tiempo (racismo y clasismo), que, a pesar de que seguramente no hay demasiado en ella que pueda servir para llevar a la práctica y de que no haya mención a Alejandro Magno, ni señal o indicio alguno de la transformación que la ciudad-estado iba a sufrir, esta genial obra de nuestro filósofo es una de las más leídas y estudiadas. Ha sido ensalzado y vituperado por ella. Pero, ¿puede enseñar Aristóteles algo a un ciudadano del siglo XXI?

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