Martes, 20:00. Clase de Teoría de la Traducción. Nos trataban de explicar la "Ficción de la homogeneidad" es decir, la relación entre la imposición de la "variante estandar" de una lengua (la que aparece en todas las gramáticas) y la política, el poder, el dinero. El profesor nos dice: mi abuela es de Zamora y dice habitualmente "me se cayó el boli" en lugar de "se me cayó el boli". Continuó explicándonos que el que hoy en día hablemos el castellano que hablaban siglos atras los habitantes de Valladolid (Castilla) se debe, únicayexclusivamente, a que en Valladolid estaba la corte real. Hasta aquí todo bien. Era una clase muy interesante, pero lo iba ser mucho más. Hay gente que piensa las cosas antes de decirlas, otra no. El profesor continuaba con sus ejemplos de variantes estandar elegidas por criterios "no linguísticos". Planteó el caso de Gran Bretaña y después pasó al francés. Nos dice, literalmente: "¿qué creeis que fue lo que motivó que en Francia se hable, en teoría, claro, únicamente el francés parisino?" Una alumna, brillante en otros casos, respondió toda ella llena de seriedad (por cierto que la literalidad continúa): "Se debe a criterios turísticos". Vaya carcajada.
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