miércoles, 6 de agosto de 2008

Epistemólogos optimistas

De los pensadores de la filosofía griega temprana (etiqueta más adecuada para algunos a la hora de referirse a los Presocráticos) no tenemos datos demasiado fiables para saber si hicieron alguna aportación digna de estudio a la teoría del conocimiento: en sus creencias, (con todo lo que implíca esta palabra) podemos observar que parten de la idea de que es posible el conocimiento, que el origen y los principios de la naturaleza están abiertos a nuestras mentes; las humanas. Creen que podemos descubrir en la realidad un αρχη, es decir, un principio no evidente directamente. Se habó durante mucho tiempo de un optimismo epistemológico en su perspectiva teórica, que comparten gran parte de los filósofos presocráticos. Ellos tienen la llave de la verdad la transmiten al resto de los hombres (ahora también está más de moda recurrir al neutro humanidad) que están sumergidos en la ignorancia. Si hiciésemos una escala serían el escalón siguiente a los adivinos. Por ejemplo; Jenófanes y Heráclito quizá se atribuían un conocimiento privilegiado de la divinidad similar al que denotan coetáneos suyos, en especial Parménides o Empédocles, revestidos, ambos de un aura de superioridad, esto es, de un conocimiento recibido mediante comunicación privilegiada con los dioses. Eran Vips. También estaría aquí Pitágoras, quien crea una escuela en la que él transmite verdades ignoradas por la masa. Después vienen los sofístas y lo parodian y lo relativizan todo. Pero relativizan en relación, en torno a lo dado por los presocráticos. Que grandes y necesarios fueron para la humanidad los pasos al vacio de los presocráticos. Apliquemos esto al siglo XX.
Esto lo escribe un posmoderno; o eso dicen.

2 comentarios:

Ovidio redivivo dijo...

Buena parte de la filosofía de Heidegger busca recuperar esa presencia del Ser que se brindó "privilegiadamente" -como tú dices, un poco irónicamente- a los presocráticos. Volver a esa edad en que los dioses se sentaban a la mesa con los mortales, según el relato de Hesíodo. Por alguna razón (que acaso sea La Razón), luego, el Ser se retrae, se torna enigmático y, en cierto modo, se olvida de nosotros, hasta que el filósofo de la Selva Negra vuelve a preguntar por él. El culpable del olvido del Ser es, por supuesto, el feo y antipático Sócrates.
Saludos.

Ó dijo...

Heidegger lo desconozco un poco la verdad. Creo que aun no estoy preparado. Pero Socrates ya lo examine. Escepcional, aunque no comparto su intelectualismo moral. Un saludo