sábado, 22 de noviembre de 2008

El diablo en el cuerpo

El pasado martes, creo, volvía de la facultad de Filología, como siempre andando, como casi siempre solo. Pasé por el obradoiro: la catedral era la de siempre pero el cielo estaba naranja butano (y ahora recuerdo la canción "Aleluya" que le colocaron con buen criterio al anuncio de butano, y a mi prima en Irlanda porque fue donde conocimos la susodicha canción). Crucé el obradoiro mirando al cielo y acabé encontrándome en la Biblioteca Xeral. Me gustó tanto su fachada que decicí entrar. Un grupo de turistas hablaban en su peristilo. Me introduje en su "sala de frecuentes" y me puse a buscar cierto libro de Hemingway que trata sobre "Tener y no tener". Una pena. No estaba el tomo que yo quería. Vence el prestamo de mi ejemplar el día 24. Como compensación decidí algo que hago de vez en cuanto. Innovar con ojos de ciego. No me salió mal. El libro se llama "El diablo en el cuerpo". De Raymond Radiguet, quien a pesar de la brevedad de su vida (1903-1923), 20 años, tuvo tiempo de saborear las mieles del éxito, pues su primera novela alanzaría desde el primer momento un éxito extraordinario, fruto tanto del propio mérito de la obra como de la aureola de escándalo que rodeó su publicación. En dos ideas: es una novela que analiza al ser humano con muchos ecos de la Antígona. Rebeldía y amor. Algunos pasajes que me gustaron, y uno, el primero, a propósito del estudio del griego y latín:
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"El no tenía que estudira griego; pero hizo por mí el gran sacrificio de convencer a sus padres para que le dejaran estudiarlo. Así, estaríamos siempre juntos. Como no había hecho el primer curso, aquello le obligaba a recibir clases particulares. Los padres de René no comprendieron nad, pues el año anterior tan sólo por las súplicas de éste habían consentido en que no estudiase griego. Vieron en ello el efecto de mi buena influencia, y , si bien soportaban a sus otros compañeros, yo era, s in duda, el único amigo que contaba con su aprobación".
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"En el transcurso de aquel paseo pude darme cuenta de que fruncía el ceño a menudo, lo que hacía que su frente se cubriese de arrugas que tardaban al menos un minuto en desaparecer. "Esperaa que el tren se pare" le gritó su madre... Aquella imprudencia me encantó"
"Traté de no pensar en Marthe y, precisamente por ello, no hacía más que pensar en ella"
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"La libertad pronto se convirtió en una droga para mí"
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"Ella sollozaba: eres un niño. No comprendes que si te pido que te vayas es porque te quiero".
Moviendo la cabeza me dijo: "Antes de conocerte era feliz, creía estar enamorada de mi prometido. Hasta le perdonaba el que no me comprendiera bien. Tú eres el que me has revelado que no le quería. Mi obligación no es la que tú piensas. No es la de no mentir a mi marido, sino la de no mentirte a ti. Vete, y no me consideres perversa: pronto me habrás olvidado. Pero no quiero destrozar tu vida. Si lloro es porque soy demasiado vieja para ti".
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"Aquel que ama termina irritando al que no ama"
Un amor inmaduro, vivido por unos adolescentes traviesos y caprichosos, pintado con inusual crudeza, con el fragor de la Primera Guerra Mundial como telón de fondo. Pero no es todo: "El diablo en el cuerpo" es un bello esfuerzo por ahondar en la conciencia humana, por explicar las causas y móviles de una conducta censurable, y al mismo tiempo una extraordinaria revelación del secreto de la adolescencia.

3 comentarios:

Raquel dijo...

Amo "Aleluya", en breves sabré si "Tener o no tener" y a "El diablo en el cuerpo" ya le tengo ganas...la insistencia en el "vete" me recordó momentos graciosos digamos.

Y lunes y martes bajas solo porque quieres; ya que tienes clases por la tarde podías esperarnos (lo dejo caer) ;)

Ó dijo...

Aleluya es muy grande. "El diablo en el cuerpo" tiene mérito, está escrito con 20 años y te sientes, a veces muy identificado, a mí me pasa, con lo que él (o ella) sienten, o mejor, con lo que piensan. ¿Lunes y martes dices? Se tendrá en cuenta, se tendrá en cuenta. Aunque a veces da gusto estar solo.

Raquel dijo...

Mejor solo que mal acompañado, es cierto. Pero con la compañía que se ofrece...no serás capaz de hacernos el feo ;)