sábado, 29 de noviembre de 2008

Lucrecio

Este es el colofón de un trabajo que realicé sobre Lucrecio el verano pasado. En su totalidad (30 págs) trataba el amor y el poder en De rerum natura. Lo más interesante, creo yo, es esta conclusión:
"La obra de Lucrecio gozó de gran repercusión y la Roma del momento le prestó una atención tan grande que casi ni eran capaces de comprenderla sin tener en cuenta quien la escribió (un epicúreo). Ovidio nos dice que Lucrecio y su obra sólo desaparecerán cuando lo haga el mundo. Por otra parte el propio Arpinate, quien ataca a Lucrecio por ser, él mismo, un hombre que quiso hacerse poderoso, un hombre que se dejó llevar por la pasión que supone el poder, es quien se ocupa de la conservación de la obra de Lucrecio. Bickel propone que Ennio había comenzado la lucha de Lucrecio contra las ataduras religiosas romanas a finales del periodo arcaico, buscando la racionalización de los pensamientos. ¿no es esta misma la misma lucha que Lucrecio declara a la religio? La obra de Lucrecio tenemos que relacionarla mediante un proceso hermenéutico con la situación de su época, con Ennio y Cicerón, como hemos hecho, pero también con Catulo. No hay duda de que su estilo es completamente diferente; pero su suerte no. Catulo y Lucrecio, considerados no de manera demasiado grata desde el punto de vista de las naciones románicas cristianas y desde el prisma del arte europeo tradicional, en el siglo XIX con el neo-humanismo alemán se revalorizaron de tal manera que llegaron a superar en estatus a Virgilio y a Horacio. Fueron personajes que buscaron con mesura la gloria en su presente y que la encontraron en el futuro. Y la pregunta seguirá ahí ¿Cómo interpretaremos a Lucrecio en un futuro? En ese sentido nos ha llenado la mente de ideas una frase de E. Bickel: “Los proemios de Lucrecio suscitan cuestiones relativas a la historia de la transmisión, a la composición y al orden de las ideas. Pero bien mirado, en toda la obra de Lucrecio parece aflorar ocasionalmente un sentimiento de dependencia religiosa que contrasta con la radical actitud de hostilidad del autor a la religión”. ¿Es esto factible? Teniendo en cuenta la relación de Lucrecio con el ambiguo Ennio I (126-136), la paradoja que supone la elección de la forma poética (con todo lo que Platón en su Ión había afirmado que esta forma suponía) para la exposición de sus ideas, el empleo de la poesía y la relación de esta con las falsas creencias religiosas (V, 405-406) y las diferencias de estilo entre distintos pasajes (tal y como ocurría también con Empédocles), no podemos dejar de preguntarnos si Lucrecio envuelve sus teorías en papel de regalo, es decir ¿trata Lucrecio de endulzar las amargas verdades del epicureismo y por eso les da forma poética y toques religiosos? ¿O acaso no es consciente de ello? Recordemos que a Empédocles lo tachaban, como a Lucrecio, de loco, pues se conocían escritos suyos de índole religiosa y otros de índole más estrictamente científica y se creía que no tenían relación. Con Lucrecio quizás ocurra algo parecido, ya que hay quienes separan claramente en el De rerum natura pasajes plenamente expositivos y pasajes llenos oscuridad motivada por el pathos poético. ¿Es posible pensar, hoy en día, que muchas veces en la Antigüedad filosofía, literatura y religión están relacionadas y forman una compleja amalgama? ¿O tendremos que esperar a que aparezca un nuevo “Papiro de Estrasburgo” (esta vez de Lucrecio) para solucionar la compleja cuestión?"

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