sábado, 15 de noviembre de 2008

La ley del silencio de Kazan

Elia Kazan nos revela: "el 14 de Enero de 1952 llegué a las diez y media de la mañnaa a la sede del Comité Parlamentario de Actividades Antiamericanas, situada en Washington. Había decidido lo que iba a decir: que había estado afiliado un año y medio (17 años antes de esta declaración) y que, asqueado con el partido, lo había abandonado, que sus planes de hacerse con el Group habían fallado, que en realidad no habíamos tenido una veradera influencia sobre el funcionamiento de nuestra compañia. Sabía que me iban a pedir que nombrara a los demás miembros de mi célula, a lo que yo me negaría". Es como comienza Kazan su autobiografía. Algunos lo consideran uno de los momentos más dolorosos y quizá repudiables de la historia del cine: los chivatazos que varios cineastas dieron al Comité de Actividades Antiamericanas, el HUAC, el instigador de la caza de brujas que asoló Hollywood y que acabó con algunos de los cineastas de mayor talento de la industria. Su confesión es fundamental para entender La ley del silencio. Cuando Kazan entró en el edificio, se entrevisto con uno de los miembros del comité, Richard Nixon, quien le recomendó un buen restaurante para que comiera antes de testificar y le pasó las declaraciones de tres personas que habían cooperado: Budd Schulberg, Eddie Dmytryk y Richard Collins. Este tal Schulberg sería posteriormente el guionista de La ley del Silencio. Durante el año 52 Kazan fue uno de los tipos más repudiados de EEUU. En el Actors Studio los alumnos ni le saludaban. Cuando le contaron la declaración Marlon Brnado rompió a llorar en el plató donde rodaba Julio César. Tal era la situación de soledad en la que Kazan se encontraba, que Molly, su mujer, le obligó a que llamase a su confidente Schulberg para tratar posibles colaboraciones. Pretendían escribir una historia que fuese cercana a los guiones que el cineasta había dirigido hasta entonces. Todo iba sobre ruedas, pero les faltaba el productor, y éste no veía clara la película. Compartían hotel Kazan y Schulberg. Se dio la casualidad de que en ese hotel, el Beverly Hills, estaba alojado un gran productor: Sam Spiegel. Bud y Elia le comentaron la historia, aunque, borrachos no fueron capaces de defenderla. Spiegel quedó prendado por el guión. Pero, todo sea dicho, Spiegel no tenía precisamente buena fama: como productor independiente era marrullero, tramposo, un tipo que ahorraba hasta el último centavo. Así había ocurrido por ejemplo con La reina de África, por ejemplo. Su caracter ahorrador y tacaño quízás proceda de que tuvo que escapar (en extrañas circunstancias) de la alemania Nazi. Tuvo severos problemas para contratar a Brando, quien por la testificación de Kazan y el deterioro de la carrera de su hermana (la también actriz de prestigio, Jocelyn) no quería, bajo ningún concepto trabajar con Elia (a quien tampoco agradaba Brando para el papel). Spiegel, en cambio, llegó a una decisión económica: con Sinatra (la otra posibilidad para el papel protagonista) la película estaría bien: con Brando sería un exitazo. A espaldas del director y del guionista llegó a un acuerto con Brando por 100.000 dolares. Brando dice en sus memorias: "Al final decidí trabajar en la película, pero lo que no comprendí en aquel momento fue que La ley del silencio era en realidad un argumento metafórico de Kazan y Budd". No voy a hablar del contenido de la película pero he encontrado una gran explicación pragmática de la mejor escena de la película: "La secuencia más famosa de la película, la última conversación entre los dos hermanos dentro del taxi, estuvo a punto de arruinarse por culpa de Spiegel. Cuando el equipo técnico llegó al plató, descubrió que el productor había comprado una vieja carrocería de taxi, pero que por ahorrarse unos dólares no había alquilado un retroproyector con el que se viera por la ventanilla trasera las calles de Hoboken. Kazan y el director de fotografía estallaron de rabia: aquello era una chapuza. Pero alguien aseguró que había ido a trabajar esa mañana en un taxi con un estor, o persiana veneciana, detrás. Compraron rapidamente uno, lo colocaron en el taxi y algunos miembros del equipo zarandearon el taxi para dar sensación de movimiento mientras otros con linternas imitaron los reflejos de las farolas en los listones de la persiana veneciana. El estor ayudó a crear sensación de claustrofobia. Kazán le gritó acción y para su sorpresa Brando comenzó a improvisar. Primer "corten y repetimos". Kazan le pide a Brando que se atenga al guión. Arrancan de nuevo y también de nuevo Brando se inventa su diálogo. Gran cabreo de Kazan que rueda, ya sí en plano y medio y siguiendo el guión, a los dos actores en uno de los más grandes diálogos de la historia del cine. Steiger y Brando cambiaron lo que podía ser una tremebunda pelea en toda una declaración de amor fraternal. Kazan reconoce que él se apartó y que la magia de ese momento surgió de los dos intérpretes. El rodaje finalizó en diciembre del 53. A Brando no le gustó su trabajo. La película no tuvo publicidad (cosas de Spiegel, como no) pero sí un gran éxito. Economicamente La ley del silencio multiplicó por diez la inversión inicial. En los Oscar las cosas les fueron igual de bien. Arrasaron en candidaturas y estatuillas. Spiegel (es muy listo) puso a Eva Marie Saint como actriz secundaria, a pesar de que su papel era protagonista: así se llevó el oscar. Brando fue a la ceremonia el 30 de marzo del 55 y también obtuvo el galardón (años después, preguntado el porqué de su asistencia que nunca volvió a repetir, confesó: "He hecho muchas cosas idiotas en mis tiempos". El actor perdió años después el galardón, y el trofeo apareció décadas más tarde en una subasta en Londres: Brando no puedo recuperarlo, aunque al menos paró la subasta. A Kazan le gustó saborear su triunfo casi tanto como el tema de las relaciones fraternales: comenzará ahora a rodar "Al este del Edén".
Toda una apología de la traición.

5 comentarios:

Osore dijo...

Genial entrada. La escena del taxi es sublime (y su anécdota ya es mítica); la relación de la película Un Tranvía Llamado Deseo con la delación de Kazan en la "caza de brujas", que muy a pesar de dicho señor, es inolvidable; son tantas cosas...Me encanta el cine, sigue con este tipo de entradas por favor ^^.

Que la Fuerza te acompañe (hoy estoy más espesa de lo habitual, aunque no venga a cuento decirlo).

Ó dijo...

Jaja. Espesa dice. La escena la verdad me sorprendió mucho. ¿Cual es esa relación? Estoy impaciente!!!!!!!! Besotes

Osore dijo...

No tengo remedio. Me equivoqué al escribir el título, que era La Ley del Silencio. La tenía en mente correctamente, pero se ve que no sé escribir la "o" con un canuto (sí, tengo una empanada mental permanente). Nada, nada, no hagas caso a mis tonterías que son abundantes.

Que la Fuerza te acompañe, buen hombre (si no llegas a responder no me doy cuenta del despiste)

Ó dijo...

Eres un verdadero caso! Oye Osoriña... nuestra relación bloguera creo que ya nos permite que te pregunte a qué te dedicas. Si contestas y quieres más confidencialidad XD escríbeme al correo! Besotes!

Osore dijo...

No hablaré si no estoy en presencia de mi abogado. Ahora mismo estoy indefinida, ya sabes, transición, transición.