martes, 30 de diciembre de 2008

Allos poema

Dos partes

Tú me enseñaste que la estrella polar indica el norte.
Pero ya no lo hace.
Nos miramos despacio, nos dedicamos al amor.
Pero topicas: nada es como antes.
El amor, sin tregua, ha huido a otra parte.
Nunca volveremos inaugurar nada.
Mis brazos que te abrazaban, hacen nudos.
Y a pesar de todo tengo tanto miedo
que no quiero olvidar el surco del retorno.
¿Qué será de nosotros? ¿Te conoceré mañana?
Te veo y me declaro culpable.
Si yo fuera el juez de nuestro idilio,
créeme, no tendría clemencia;
nos sentenciaría a muerte,
nos condenaría a la,
no sé,
¿ausencia o presencia?.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Agrio poema

Quiero a un frondoso ser
¡Tanto! ¡Tanto! que supero con creces
lo que un hombre puede amar a una mujer.
Pero nuestra llama, aunque encendida,
permanece, con todo, tranquila
y no se extingue, pero sí vacila.
Y me apena el saber
que de todo nuestro entusiasta y dilatado amor
disfrutamos no más que de un efímero resplandor.
Tengo esperanza y busco que para mí no acabes
busco que salvemos los tiempos,
y que conserves junto a nuestras edades,
la unión de aquellas dos elocuentes y tímidas voluntades.
Pienso que lo que me hicieron tus ojos,
antes melifluos, melosos y excesivos,
y percibo que, simplemente, ahora me ven altivos.
¡Un tanto loco fue mi pensamiento! ¡Frívola era mi esperanza!
Cuando te advierto ensancho mi caparazón.
Es para no quererte.
Te veo y lloro zumo de limón.

Espiritu de cenas.

26 personas, creo, llegamos a ser este año, en un momento de la noche bien llamada “buena”. Nos vimos todos y nos divertimos, que es lo importante. Hoy, Navidad, mis amigos quieren salir, pero yo me quedaré en casa: voy a jugar al ajedrez y a ver una película con mis padres. Dicen que también es importante pasar tiempo agradable con la familia. Además es precioso jugar al ajedrez delante de una chimenea inflamada. Cada vez que tiene que mover una figura mi padre, o mi tío, y yo diría que cualquiera, se palpa el mentón dándoselas de pensador. Parece esto una película de Capra. Quizá yo valga de guionista, voy a replantearme mi futuro.

¿Una navidad sin cine?

El otro día bromeaba con alguien sobre política: ella me hablaba de su padre, creo, o de alguien muy cercano. Me decía que siempre respetaba aquello que decía “su partido”. El sujeto era incapaz de desobedecer una orden o un decreto de aquellos a los que había votado. Me recordó mucho a Ninotchka. Y siempre es grato tener en mente a Greta Garbo: la diva del cine, la que siempre estaba callada, la estrella del cine mudo. ¡Garbo habla! Se anunciaba cuando la estrella del cine mudo debutaba en el cine con diálogos. Nueve años y unos clásicos después, la historia del cine ya estaba lista para un nuevo cambio: Garbo ríe, la diva ríe. Pero solo ríe cuando se enamora de un sofisticado “parisino” llamado Melvyn Douglas. Se trata de una obra maestra con la que seguro que nadie se aburre: guión, en parte, de Billy Wilder, y dirección para Ernst, el mago, Lubitsch. Y yo me quedo con el director y con su forma de explicar su talentoso toque personal: “Al menos dos veces al día el más digno de los seres humanos se comporta de manera ridícula”. Además ·Ninotchka· hace pensar en lo entrañable y en lo desastroso de la antigua URRS. Tras la diva sonriente vi “El hombre elefante”. Sobre esta película del famoso David Lynch, conocido por mi parte por films interesantes como “Cabeza borradora” o por “Mulholland Drive” esta vez no cumplió las expectativas que había depositado en él. Lo mejor creo que fue ver a Anthony Hopkins con pelo. La película es demasiado lenta y previsible como para conseguir que el público permanezca atento durante casi dos horas. A pesar de mi opinión ha estado nominada ocho veces para el Oscar. John Merrick (Jonh Hurt) es severamente deformado al nacer por una extraña enfermedad. Su cara, groseramente desfigurada, muestra los rasgos de un elefante. Atrapado en un espectáculo ambulante de criaturas deformes, Merrick sufre abusos y el tormento de su “amo” hasta que un joven cirujano, “(véase la archimportancia y el archipoderío de los médicos a finales del XIX, la cual derivó en que estén tan bien vistos en nuestras modernísimas (con ironía) roles sociales, y en que todo hijo de rico o buen vecino quiera estudiar medicina en nuestros días)”, el doctor Frederick Treves (Hopkins) le rescata. El único momento, para mí, digno de mencionar de la película: cuando Treves, el cirujano, y el director del hospital, descubren que tras la monstruosa fachada de Merrick yace un hombre amable, educado y muy apacible que sabe recitar de memoria el salmo 23 de la Biblia. Por último me queda “La última vez que vi París”. En ella ocurre que el escritor americano, Charles Wills regresa a París donde recuerda su vida en la época de la liberación francesa. Logra triunfar como novelista tras muchos intentos fracasados y se propone recuperar a su hija Vicky confiada a la custodia de su cuñada desde el trágico fallecimiento de su querida y odiada esposa, una tal Elizabeth Taylor. También actúa Donna Reed.Evidentemente se trata de un film que no está a la altura de la obra maestra que años después rodaría Brooks; "La gata sobre el tejado de Zinc. El personaje más facinante: el padre de la novia y de la cuñada del escritor. Da un poco de nostalgia volver a ver a París, aunque sea en los años cincuenta y en la pequeña pantalla.

Heródoto, El paciente inglés.

poter apiwmes h labwmeqa : “¿Nos vamos o la tomamos?”En Lingüística Griega vemos frases que bien podrían pertenecer a los niños que salen a la calle las noches anglosajonas de “Halloween”. Sigo leyendo mis apuntes confeccionados de esta asignatura y me encuentro con el siempre maravilloso Heródoto (Herodoto para los pedantes):Toisi de agein mellousi twn Ludwn tauta ta dwra es ta ira enetelleto o Kroisos epeirwtan ta xrhsthria ei strateuhtai epi Persas Kroisos kai ei tina straton andrwn prosqeoito filon Hdt, 1, 53, 1 “Ya a los de los lidios que iban a portar estos obsequios al templo les encargaba Creso consultar al oráculo si debía entablar guerra con los persas y si debía anexionarse un ejército amigo” Al leer este ejemplo del modo griego recuerdo una entrada que había escrito hace tiempo en el que se pretendía poner de manifiesto la diferencía entre hombres y hombres valientes: [thanaton y andres].Y al meterme de lleno con Heródoto recuerdo una emocionante y delicada película que he visto hace unas tres semanas: “El paciente inglés”. Su protagonista, el señor encamado que había gozado de un precioso idilio con la bonita rubia del film, leía a todas horas a Heródoto. Incluso al final, encamado, ya en Italia. Se encontraban en África en plena Segunda Guerra Mundial: creo recordar que en Egipto. Merece la pena perder dos horas observando tranquilamente la película. Bonitos paisajes, bonitas actrices, bonitas escenas, diálogos, lecturas et cetera (y las demás cosas).

I am+ atributo

Últimamente tengo más tiempo para mí mismo que para los demás. Lo necesitaba después de una gran dosis de samaritanismo. Eso implica muchas cosas: uno tiene tiempo para estar tumbado en cama, escapando del frío, escuchando la lluvía. También me ocurren cosas un tanto excepcionales como encender la radio justo en el momento que están poniendo una de mis canciones preferidas, o alguna que es del gusto de alguna amiga. Por su puesto, estamos en fiestas, y a menudo me río hasta que me duele la mandíbula. También hago reír: acción satisfactoria donde las haya, aunque sea a costa de amigos. Dejando de lado la risa son importantes en estas fechas los largos baños de espuma (pero con poco agua para no derrochar). Me paso todos los mediodías de charla: primero con mi abuela, matrona gallega ejemplar, y después con mis propios padres. Con el paso de los días he descubierto que mi abuela creció sin padre. Éste se fue a Argentina cuando ella tenía sólo cuatro años. Pero de algo se acuerda, no os vayáis a pensar. Me confesó que su padre no era “de ben”. Me dijo que trataba muy mal a su madre. “Era malvado” según ella. Argumenté que casi mejor que se hubiese ido a las Américas. Me dijo que si, pero que a penas mandaba dinero a Galicia. Su padre tuvo una mujer “en el lado de allá”, precisamente en Buenos Aires. Nunca volvió (o eso me dio a entender). Mi abuela me dijo también que su padre tuvo allí una hija a la que ella nunca conoció. Dicho por una persona con 84 años como mi abuela, acostumbrada como muy poca gente de nuestra generación a hablar, esta historia suena más trascendental. Un día la grabo, pero sin que se de cuenta, que si no se me pone nerviosa. Cuando acabo de comer procuro sentarme al lado de Lorenzo y calentito leer unas páginas. Empecé con Enrique Jardiel Poncela y con su “Amor se escribe sin hache”, pero he de reconocer que no me gustó. Demasiado humor junto: cargado de incongruencias y de situaciones forzadas. A pesar de todo, debo reconocer que me reí un par de veces por página, pero quiero que entendáis. Escribió al comienzo de su libro, en sus 8.986 palabras a modo de prólogo que no le gustaba La Ilíada. Le guardo rencor. También a mi favor juega el pésimo e imitativo prólogo con el que Yolanda García Serrano hace el prefacio del libro. Lo más interesante de Jardiel Poncela: que conoció a Chaplin cuando viajó a Hollywood para dialogar películas en castellano, contratado por la Fox. Lo voy a abandonar en la página 45. Quizás algún día lo retome, nunca se sabe. Hay un dicho que afirma que “el buen lector se salta páginas”, así hice yo toda la vida y no me pesa. También hace dos semanas leí en un recopilatorio de frases latinas algo así como Multum, non multa legendum esse. Muchas veces y no muchas cosas se debe leer. Me llamó la atención los sabios que eran los latinos. Pero yo creo que cuando se trata de hablar o charlar con la gente también importa la cantidad porque sino pierdes el contacto. Se debe charlar con quien aprecias mucho y de muchas cosas. Leer es otra cosa porque hay que transportarse al tiempo y las circunstancias de quien escribe y eso lleva tiempo, porque si no lo hacemos eso puede llevarnos a que, como Jardiel Poncela, no nos guste La Ilíada. Ahora pienso y me pregunto si con su obra a mí me ocurre lo mismo. No lo sé. Las cosas en su contexto. Hoy debéis notar que estoy especialmente contento: ¿La razón? Escuché fortuitamente que alguien decía algo bonito sobre mí.

Para terminar una cita de Jardiel Poncela:
“Siempre es divertido hablar sobre uno mismo”

Augusto prima porta

Augusto de Prima Porta. La estatua mide 2,04 metros. De los numerosos retratos llegados a nosotros destaca el hallado en 1863 cerca de Roma, en el lugar llamado Prima Porta, en las ruinas de una Villa de Livia, esposa de Augusto. La estatua, obra muy bien conservada, hoy gala del Museo Vaticano, es una de las creaciones capitales legadas por la época de Augusto. Las alusiones históricas que dieron motivo al ornamento de la coraza que viste Augusto datan la obra en el año 20 a.C., fecha en la que el emperador frisaba en los cuarenta y tres años. El gesto imperial de su alzada mano, su traje militar de gala nos dicen que Augusto está dirigiéndose a sus legiones en una alocución militar, en una arenga, seguramente por el gesto estaría exigiendo silencio. Al gesto acompaña la severa dignidad de su rostro, frío, prudente, consciente, preocupado de sus pensamientos y palabras. Sus pupilas brillantes disparan destellos de luz a través de la penumbra que en ellas pone el duro ceño de su frente, fruncida por la responsabilidad y solemnidad del momento.La magnífica coroza metálica nos muestra en su peto varios grupos históricos y alegóricos repujados. La parte central de la coraza está ocupada por la escena de la devolución de las enseñas de Craso por parte del rey Fraates IV de Partia a un general romano, en el cual podemos reconocer casi con toda certeza a Tiberio, acompañado por un perro. A derecha e izquierda, sentadas, llorando su derrota estaban las personificaciones de Hispania y Gallia, las dos provincias acabadas de dominar por Augusto (Gladius hispaniensis en Hispania y en la Gallia su trompeta de Guerra). Arriba y abajo, como espectadores, estaban el Caelus, cubriendo el curso del Sol, y Tellus (la tierra) con la cornucopia en sus manos y dos niños en su regazo (tal vez aludiendo a Rómulo y Remo). Por la parte inferior de Hispania y Gallia se encuentran las dos divinidades protectoras de Augusto: Apolo y Diana. Sería también de un gran interés restituir in mente el efecto estético de la estatua de Prima Porta, con sus restos de amarillo, rojo purpúreo y grana, que aún conservaba la figura en el momento de su hallazgo. Por otra parte, el pequeño Eros, que juega sobre un delfín a los pies de Augusto, no compone bien con la solemnidad del gesto y del momento. Seguramente haya sido un añadido de quien copió la estatua de su original en bronce al mármol que nos llegó. La aparición de Eros podríamos interpretarla como una manera de recordarnos de donde procede la Gens Iulia. La estatua de Prima Porta fue sin duda creación de un artista griego tal y como lo muestra la actitud general de la figura, aunque con influencias de la Roma augústea. Su obra fue una síntesis orgánica que halló su momento de cristalización en suelo romano. Se podría decir que el escultor lo que hizo fue una adaptación del Doríforo de Policleto, al cual vistió con una coraza, le obligó a alzar el brazo y le dio a su cabeza las facciones de Augusto.

Releyendo

Estas navidades estoy leyendo bastante. Comenzé por un ensayo que ya había tocado hace un año "Los origenes de la civilización Europea" de Arthur Cotterell.
El libro de Cotterell que hemos escogido, editado en 1986, a pesar de su antigüedad no ha perdido demasiada vigencia a excepción de lo que refiere al neolítico griego que ha sido revisado plenamente en los años noventa, y sigue siendo un referente que todo aquel que trate de abordar la cuestión del origen de la civilización europea, y por consiguiente occidental, el por qué de nuestro actual modo de vida, entre otros temas tiene que manejar con mucha frecuencia.
Su primer capítulo, el que se refiere a la transición al neolítico es el más controvertido y, como afirman muchos expertos en la cuestión, posiblemente ha quedado un poco obsoleto, pues sus teorías sobre el neolítico en la zona de la Hélade fueron revisadas en la década de los noventa por varios teóricos. Cotterell nos intenta explicar que la verdadera colonización del territorio griego se dio en la etapa neolítica. Los hombres llegados de Oriente, primero por tierra y por mar poco después, se instalaron en las fértiles planicies de Tesalia y Beocia y, desde allí, lentamente, fueron colonizando las restantes áreas geográficas del norte y centro de Grecia y la península del Peloponeso. En cada una de estas zonas se desarrollaron culturas neolíticas de gran personalidad, formando la base de la civilización griega. En la segunda parte del libro nos encontramos con la edad de bronce, y , más en concreto con innovaciones y descripciones maravillosas de la idílica y pacifista civilización minoica. La sociedad minoica de la Edad de Bronce, nos explica el autor, no estaba dividida, aunque sí jerarquizada. Los diferentes estratos sociales vivieron en perfecta armonía, organizando una economía desde los grandes palacios, verdaderos centros administrativos. La base del poder de estos palacios estaba en su capacidad de atesorar los excedentes de producción agrícola, organizar la actividad comercial y la defensa a través de la flota y producir objetos artesanales en sus talleres. Además, se constituyeron en los centros religiosos, controlando las actividades ceremoniales del culto. En definitiva, el palacio es una mezcla del taller con el trono, del almacén con el santuario y de la política con la ceremonia religiosa. El perfecto funcionamiento de este esquema social y económico se deduce del panorama artístico y arqueológico, en un reflejo carente de hechos guerreros o de estructuras de dominio por medio de la violencia.Los niveles de destrucción de los palacios corresponden a movimientos sísmicos, sin que haya ninguna huella de conflictos interiores de cualquier tipo. La ausencia de fortificaciones delata la efectividad de la flota, verdadera muralla de madera que protege la isla. En esta sociedad se ha querido ver el origen del carácter del humanismo e individualismo, aportación griega al espíritu occidental, ya que la cultura minoica pervivió en un buen número de aspectos en el alma griega, a través incluso de las siguientes etapas de barbarie y destrucción, aunque la mayor parte de esta pervivencia consistió en los relatos mitológicos de la Grecia Clásica. En ellos se ve la reacción de sorpresa y admiración que les merece una época mítica, la Edad de Oro, con sus leyendas del rapto de Europa, del justo y sabio Minos, la pasión contra natura de Pasifae, la destreza e ingenio de Dédalo, de Minotauro y Teseo, del hilo de Ariadna...
Pero también en este segundo episodio del libro se nos relatan las características de la beligerante y noble casta micénica, donde se nos describen tanto el palacio de Cnosos como la propia ciudad de, Micenas con gran minucia. La última etapa de la Edad del Bronce en el Egeo es la que se conoce como época micénica, según nos explica Cotterell, la misma que aparece como tema de los poemas homéricos. La época de los palacios heroicos y, especialmente, el de Agamenón en Micenas constituía el primer período de la historia griega para los mismos antiguos, aunque ya éstos se planteaban sus dudas sobre el carácter histórico o mítico y señalaban una diferencia importante entre el tiempo de los hombres y el tiempo de los héroes.
En la tercera parte tenemos la llegada de un nuevo metal: el hierro. Con él llega la caída de la civilización micénica, bien sea por sus luchas internas, por algún tipo de cataclismo, por los pueblos del mar o los dorios, o por la combinación de varios de estos factores, llegamos a la época oscura griega caracterizada por la escasez de restos arqueológicos. Varios son los periodos de la Historia Universal que reciben el nombre de Edad Oscura, término que, por una parte, se ha aplicado normalmente con una connotación negativa para referirse a épocas carentes de brillantez. Por otra parte, sin embargo, la denominación alude a la oscuridad producida por la carencia de fuentes. En este sentido, resulta aceptable para referirse al período comprendido entre los siglos XII y VIII a.C. en Grecia. Entre la desaparición del brillante mundo de los palacios micénicos y el renacimiento producido cuatro siglos más tarde, cuya principal manifestación fue la aparición de la escritura y, seguramente, la redacción escrita de los poemas homéricos. La cuarta y la quinta parte del libro nos llevan a la Grecia Arcaica, tratando temas tan característicos como el nacimiento de la πολυς, tras la ruralización motivada por la época oscura; la expansión del mundo griego en forma de colonias, como la magna Grecia o la defensa de occidente que hace referencia a las guerras que se mantuvieron contra los persas por parte de los pueblos griegos. Cotterell nos detalla que la expansión del Imperio Persa hacia la zona de Lidia y Caria va a provocar una tensión creciente en la zona del Asia Menor, donde las ciudades griegas se van a sentir amenazadas. Esta situación que menciona nuestro autor estallará en los años iniciales del siglo V a.C. con la rebelión de las ciudades jonias de Naxos y Mileto. Grecia presenta una posición dual, dividida en dos grandes centros de poder: Atenas y Esparta. Atenas cuenta con un buen número de aliados como Eubea, Quios, Lesbos, Naxos o Rodas, mientras que Esparta tiene el apoyo de la mayor parte de las ciudades del Peloponeso, Tesalia, Beocia, Fócide y Macedonia. La destrucción de Mileto por parte de los persas será el inicio de una maniobra persa para conquistar Grecia. Estas guerras médicas, de las que tanto nos reveló Cotterrell, quizá sean el punto culminante, el colofón del libro, pues el autor resalta con mucho énfasis el hecho de que si el signo de la guerra, representada, en forma de lapidas y centauros, metafóricamente en el Partenón, hubiese cambiado, con toda probabilidad hoy en día nuestra forma de vida, nuestros gustos, y, en definitiva, nuestra civilización y nuestra sociedad serían muy diferentes.Para concluir solo cabe señalar que Cotterel nos proporciona una visión desde la arqueología de lo que fue la cuna de nuestra actual civilización tomando como guía la historia de la antigua Grecia, a la que tanto le debemos. Nos aporta una explicación de sus momentos iniciales con lo que obtenemos quizá lo que podríamos llamar los orígenes de nuestros orígenes, detallándonos, de este modo, el comienzo, la semilla de nuestra civilización, haciendo un compendio de los datos históricos y de los hallazgos arqueológicos de la antigua Grecia, de la que nos seguimos nutriendo para poder explicarnos.

La traducción: dos culturas.


La traducción; un hecho cultural.

Madame Bovary, Flaubert. Traducción de Juan Bravo Castillo (Colección Austral)
Págs. 306,308.

“¡Adiós y buen viaje!-les dijo-. ¡Dichosos mortales! Y luego, dirigiéndose a Emma, que llevaba un traje de seda azul con cuatro faralaes, añadió: -¡Está usted bonita como un Sol! Causará usted sensación en Rouen. La diligencia paraba en el hotel La Croix Rouge, en la plaza Beauvoisine. Era una de esas fondas que suele haber en todos los arrabales de provincias, con grandes caballerizas y pequeñas habitaciones para dormir, por cuyos patios se ven gallinas picoteando la avena bajo los cabriolés llenos de barro de los viajantes de comercio; viejos albergues con balcones de madera carcomida que el viento hace crujir en las noches de invierno, siempre rebosantes de gente, de algaraza y de condumio, con sus mesas negras pegajosas de “carajillo”, con gruesos cristales amarillentos de tanta mosca, con sus servilletas húmedas manchadas de vino tinto, y que , oliendo siempre a aldea, como gañanes vestidos de domingo, tienen un café que da a la calle, y un huerto de hortalizas por la parte que da al campo. Charles se puso inmediatamente en movimiento. Confundió el proscenio con el paraíso, el patio de butacas con los palcos; pidió explicaciones pero siguió sin enterarse; anduvo del taquillero al director; volvió a la posaada; regresó otra vez a la taquilla, y así varias veces recorrió la ciudad de punta a punta, desde el teatro hasta el bulevar. Madame Bovary se compró un sombrero, unos guantes y un ramo de flores. Charles tenía miedo de llegar tarde y perderse el comienzo, de ahí que, sin apenas probar la sopa, se presentaran en el teatro cuando las puertas aún estaban cerradas (…) La sala iba lenándose; hacían acto de presencia los gemelos, y los abonados se saludaban al verse de lejos. Venían a evadirse, con el solaz de las bellas artes, de las habituales preocupaciones del comercio, pero, incapaces de olvidarse ni por un momento de los negocios, seguían hablando de algodones, de alcoholes o de añiles. Se veían allí cabezas de ancianos, inexpresivas y pacíficas, de cabellos y tez blanquecinos, semejantes a medallones de plata velados por un baño de plomo. Los jóvenes elegantes se pavoneaban en el patio de butacas, luciendo en la abertura del chaleco sus corbatas de color rosa o verde manzana; y Madame Bovary los admiraba desde arriba mientras ellos apoyaban la palma de sus manos enguantadas de amarillo en la empuñadura de oro de sus delgados bastones. Poco después encendieron las luces de la orquesta; la araña de cristal descendió del techo inundando de un súbito alborozo la sala con sus destellos; luego, uno tras otro, fueron saliendo los músicos, y por un momento se produjo un prolongado guirigay de bajos que zumbaban, de violines que rechinaban, de cornetines que sonaban, de flautas y flautines que gorjeaban. De repente se oyeron tres golpes en el escenario: redoblaron los timbales, subrayaron sus acordes los instrumentos de metal, y el telón, levantándose, dejó al descubierto un paisaje”.

Seguramente, teniendo en cuenta el propósito de nuestro trabajo, esto es, resaltar que la traducción es un hecho cultural (en lugar de ser lo cultural uno más de los factores que intervienen en la traducción), la elección del texto quizás no es la más idónea por ser la cultura francesa y la española demasiado semejantes. Aún así, pretendemos demostrar que cualquier traducción supone un hecho primariamente cultural de gran importancia para la cultura meta.La función de un texto cualquiera, como puede ser nuestro pasaje de Madame Bovary se determina por consideraciones que emergen de la cultura de la que sale, más que de su propia lengua: ¿Cuál es la función de Madame Bovary? ¿Qué supone la traducción al castellano del original francés? ¿Simplemente un texto nuevo en castellano? La respuesta debe ser no. Las traducciones acaban significando no solamente un texto en lengua meta (en lengua castellana en nuestro caso), sino que implican cambios en la cultura receptora. La visión fallida del movimiento romántico, lo trágico, lo puramente trágico, presente en Madame Bovary ¿acaso no acaba influyendo considerablemente en la Literatura Española, por ejemplo, en Clarín y en su La Regenta?El paralelismo entre las obras resulta evidente. Pero, preguntémonos ¿por qué motivo la traducción de Madame Bovary deja de ser una actividad lingüística para convertirse en un fenómeno importante de la cultura meta? Quizás la respuesta sea que la propia traducción (en un primer momento) de la obra de Flaubert obedecía a las necesidades de la cultura meta, es decir, en este caso la “cultura castellana”. Hoy en día se sigue traduciendo el libro (nuestro texto es una traducción muy reciente) debido a que éste se ha convertido en un clásico, ha entrado en el canon, y su estudio y lectura es necesario para la explicación de cierta étapa “histórico-literaria”. De este modo vemos que las traducciónes son hechos de la cultura meta, es decir, que pretenden solventar los problemas o carencias que estas albergan. En toda traducción ocurre que se introduce en la cultura meta una versión de algo que ya existe como propio en otra cultura diferente. Pero ¿lo que se introduce puede ser ajeno totalmente a la cultura meta? Rotundamente no. Si los traductores de Madame Bovary o de cualquier otro texto, considerasen que la traducción de un libro no iba a tener ningún efecto en la cultura meta (es decir que su libro no se leería o que no influiría en nada por no comprenderse) , entonces, no lo traducirían. Lo que se introduce no puede ser ajeno a la cultura meta; no tendría sentido, nadie lograría entenderlo. Una traducción nunca puede estar lejos de la cultura que la recibe. Este trasvase (la traducción de Madame Bovary al castellano), en definitiva es un enriquecimiento para los pueblos receptores, quienes ven como otra cultura influye en la suya. La primera traducción de Madame Bovary quizás se llevó a cabo debido a que en la Literatura Española existía una carencia de este tipo de novelas, que parodiaban o satirizaban lo romántico. De este modo vemos que la traducción es un fenómeno puramente intercultural. ¿Y si se efectuase una traducción al gallego o al euskera a partir de la traducción castellana de Madame Bovary? Lo que ocurriría sería que nuestra posición, que es, al fin y al cabo la que defendía Toury en Los estudios descriptivos de traducción y más allá, se vería reforzada, ya que el que las traducciónes sirvan como base para posteriores transferencias culturales no hace sino corroborar nuestra orientación de la traducción al ámbito de la cultura meta. ¿Y esta nueva traducción de Juan Bravo Castillo de Madame Bovary efectuada en 1994, aporta algo nuevo a la cultura meta, a la cultura castellana? Toury nos dice: “Como tal, su introducción en una nueva cultura meta siempre entraña algún cambio en la misma, por leve que éste sea. Sin duda la cuestión de la novedad es cierta para la enésima traducción de un texto a una lengua” La “enésima” traducción de Madame Bovary tiene sentido porque la cultura meta evoluciona y la primera traducción de la obra de Flaubert no tendría vigencia hoy en día. Una vez más vemos (cuando afirmamos que si la cultura meta cambia, la traducción de la obra a la fuerza debe actualizarse) que la traducción es un hecho primordialmente de la cultura meta. Por lo tanto podemos constatar que la traducción no sólo se produce entre dos lenguas diferentes, sino también entre dos culturas; la traducción no deja de ser, pues, una comunicación intercultural. Y quizás, el mayor problema al que se enfrente un traductor sea al trasladode los elementos culturales que existen en una obra (literaria o no). Para resolver dicho problema el traductor ha de conocer bien ambas culturas (original y meta) para ser quien de resolver los elementos culturales que, ímplicita o explícitamente, translucen en los textos. ¿Y cuáles serán los tipos de difernecias culturales que pueden surgir entre diferentes culturas, como por ejemplo, la francesa y la castellana? Diferencias religiosas, ecológicas, orográficas, sociales, geográficas, etnográficas, folkloricas, mitológicas, diferencias de objetos, diferencias en organizaciones, diferencias políticas, diferencias gestuales, diferencias de saludos, de cercanía entre hablantes, diferencias en cuanto a la vestimenta, diferencias emocionales, diferencias éticas, diferencias de arquitectura urbana etc. Tenemos gran variedad de diferencias culturales. Esta diversidad no hace sino poner de relieve la dificultad intrínseca que supone dar cuenta de los distintos elementos que conforman cada cultura. Además es importante también el tipo de relación que existe entre la cultura meta y la original. ¿Cultura dominante a cultura minoritaria? ¿Cultura minoritaria a dominante? ¿Paridad entre las culturas? ¿Se trata de culturas cercanas? Estos factores son importantes para el traductor a la hora de solucionar las diferencias culturales. Las técnicas empleadas por éstos para solventar la diferencia entre culturas son realmente variopintas y su empleo es normalmente funcional: adaptación, amplificación, elisión, préstamo, exótismo, calco… Con este hecho, una vez más nos encontramos ante la perspectiva dinámica que alberga la traducción. Debemos decir que el pasaje de Madame Bovary que hemos escogido es un texto que ha sido traducido al castellano, es decir a una cultura que se semeja bastante a la original francesa. La paridad entre las culturas francesa y castellana es notable, y asimismo es evidente que son culturas cercanas. Quizás si hubiesemos escogido un texto cuento chino o un haiku japonés las diferencias serían más explicitas, más faciles de percibir. Pero hemos querido realizar nuestro trabajo sobre este texto de Flaubert para señalar que no sólo entre culturas lejanas se producen diferencias y éstas llevan a problemas en la traducción, sino que tales problemas están presentes entre culturas, por así decirlo “contiguas”. El haber esogido, por lo tanto, el presente pasaje de Madame Bovary no ha sido al azar sino que fue una elección ad hoc.Comencemos por la despedida que tenemos en el principio del texto. En nuestra cultura, debido a que se trata de una muy cercana a la original, no nos llama demasiado la atención, pero ¿un hablante español se despediría con un halago a una dama? ¿o esto es una prueba de la galantería francesa? Quizás esto sólo deba quedar a título hipótesis, pues quizás partamos de un prejuicio o de un estereotipo. Pero a un hablante chino o keniata es seguro que la forma de despedirse, gritando y exclamando, iba a parecerle extraña. Sigamos por los elementos espaciales: “Rouen”, “La Croix Rouge”, “plaza Beauvoisine”, “era una de esas fondas que suele haber en todos los arrabales de provincias”, “bulevar”. Bien, los elementos puramente geográficos (y que no tienen sentido en lengua castellana) como “Ruen” el traductor no tiene más remedio que trasladarlos enteramente del original al texto meta. Pero ¿y La Croix Rouge y Beauvoisine? ¿Por qué decide no transcribirlos si pueden tener traducción? “La cruz roja” y “la plaza de la buena vecina” serían adaptaciónes al castellano. Quizás quien no tenga conocimiento de francés, comprenderá mejor, de esta forma, el texto. ¿Pero realmente pasarían por nombres de plaza y de hotel españoles? Seguramente no. Las diferencias culturales también están presentes en la nomeclatura. Seguramente existan pocas plazas en España que se llamen “la de la buena vecina”. Por otra parte, cuando se refiere a “fondas que existen en los arrabales de provincias” no podemos dejar de preguntarnos si en Francia existen fondas, en el mismo sentido que en España, y si los arrabales de provincias franceses a los que se refería Flaubert son totalmente equivalentes a los de la cultura meta. Pasemos ahora a las diferencias religiosas. Francia y España son supuestamente católicas. Ahora bien; un inmigrante musulmán que llega a España y toma el libro de Flaubert en lengua castellana, ¿comprendería la frase: “como gañanes vestidos de domingo”? Seguramente no entendería a que se refiere Flaubert o Juan Bravo Castillo cuando dice “vestidos de domingo”. El autor hace referencia al gusto por la apariencia y a todo lo que supone en la cultura católica “vestir de domingo”, pero ¿cómo traduciríamos esto a un idioma que no formase parte de la cultura Cristiana-Católica? ¿Cómo traduciríamos, asimismo, al chino o a una cultura no católica “confundió el proscenio con el paraiso”? No existe, en este nuevo caso, tampoco, problema alguno para la traducción al castellano, pues las culturas son semejantes y los aspectos religiosos muy similares pero quizas nuestro hipotético lector inmigrante tampoco entendiese el pasaje, ya que el paraíso es algo típico del Cristianismo, (al igual, por otra parte, que lo es el proscenio del mundo occidental). Con estos dos ejemplos podemos observar la importancia que tenía la religión en el siglo XIX. En cuanto a las diferencias culturales relacionadas con aspectos como los colores, tenemos una diferencia notable cuando se nos dice “que llevaba un traje de seda azul”. El traductor instala una nota a pie de página para informarnos de que el azul es muy característico en la novela de Flaubert y sobre todo con relación a su protagonista femenina; pero ¿tiene las mismas connotaciones el azul en Francia que en España? Quizás no. No está muy claro qué pretendía Flaubert al emplear siempre este color con Emma. No está muy definido qué matiz buscaba y quizás por eso se ha dejado en la tradución el color “azul” del original francés. Después nos encontramos con “mesas negras pegajosas de carajillo”. Es evidente que en Francia no existía el carajillo y con tal motivo nos damos cuenta de que la traducción supone un hecho de la cultura meta. Se ha substituido seguramente un licor típico francés por el equivalente más extendido en el ámbito cultural español, como es el “carajillo”. Otra diferencia cultural la tenemos en la vestimenta: se nos dice que Madame Bovary se compró “un sombrero y unos guantes” y que tenía un vestido con “cuatro faralaes”. Podríamos preguntarnos si las burguesas españolas vestían con guantes y sombrero y con vestidos que poseían cuatro faralaes o si por el contrario había diferencias entre ellas. Lo que es seguro es que en una cultura más lejana se apreciaría mejor la diferencia y nos percataríamos mejor de que las traducciónes son entes de la cultura meta y que necesariamente se separan del original. Otra diferencía, un tanto forzada podríamos encontrarla cuando el autor propone: “se ven gallinas picoteando la avena bajo los cabriolés llenos de barro de los viajantes de comercio”. ¿Quizás en la cultura castellana esa función simbólica que efectúan las gallinas en la cultura francesa la desempeñarían mejor las obejas? Es simplemente una descripción y quizás carezca de valor simbólico; es posible que Flaubert no estuviese pensando en representar mediante la “gallina” al animal típico para el sustento provinciano, pero quizás en Castilla esa función la desempeñaría mejor la oveja o el cerdo. Ni que decir tiene que en culturas de índole más marina como podrían ser las nórdicas esta función la desempeñarían otros animales, como podrían ser las focas o algún tipo de pez. La última gran diferencia que prentendemos mencionar es la que supone toda la descripción del teatro y de la música que corresponde a la parte final de nuestro pasaje. En la cultura urbana castellana son frecuentes estas actuaciones teatrales y orquestales, y las diferencias culturales no van a notarse demasiado. Pero ¿y si es un lector “de provincias” el que lee el texto? ¿No ocurrirá que no entenderá demasiado la descripción? Quizás esto ocurra también en la propia cultura francesa. Por extensión, si una persona de una cultura que no posea representaciones teatrales ni orquestales decide leer Madame Bovary, necesitará una traducción que le explique qué supone tales representaciones o que, por lo menos, describa una situación equivalente en su cultura a la desarrollada en el texto. Quizás este paso intercultural, que no es fácil de la cultura francesa a la castellana (veamos por ejemplo las diferentes formas de sonar de los instrumentos “los bajos zumbaban, los violines rechinaban, los cornetines sonaban y la flautas gorjeaban”) sea casi imposible entre culturas demasiado alejadas. Si es un hecho casi imposible no cabe duda de la traducción va a suponer un subsistema por si mismo, pero que pertenece, evidentemente, a la cultura meta, y que esta cultura, lejana o cercana, se va a ver influenciada por tal traducción. La traducción es un hecho cultural.

Linguística naturaleza del lenguaje.

Texto 1: RAYUELA, Julio Cortázar.

En setiembre del 80 pocos meses después del
Y las cosas que lee una novela mal escrita
fallecimiento de mi padre, resolví apartarme de los
para colmo una edición infecta uno se pregunta
negocios, cediéndolos a otra casa extractora de Jerez
cómo puede interesarle algo así Pensar que se ha
tan acreditada como la mía; realicé los créditos que
pasado horas enteras devorando esta sopa fría y de
-pude, arrendé los predios, traspasé las bodegas y sus
sabrida tantas otras lecturas increíbles Elle y Fran
-existencias, y me fui a vivir a Madrid. Mi tío (primo
ce Soir los tristes magazines que le prestaba Babs
carnal de mi padre), don Rafael Bueno de Guzmán
Y me fui a vivir a Madrid me imagino que después
y Ataide, quiso albergarme en su casa; mas yo me
de tragarse cinco o seis páginas uno acaba por en-
resistí a ello por no perder mi independencia. Por


TEXTO 2: Manifiesto comunista, Marx y Engels.

Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen en cambio un mundo que ganar.

¡Proletarios de Todos los Países, Unámonos!



Texto 3: Jaime Bayly “en defensa de los gays”

(mi madre se va a molestar conmigo por decir esto, pero lo siento por ella: yo defiendo a los gays. Nada tiene de malo en que dos personas del mismo sexo se amen. Los gays han sufrido y todavía sufren una discriminación muy injusta. Yo los defiendo. El amor es una maravilla y hay que celebrarlo siempre. ¡Estoy hasta la coronilla de que se condene a los gays!)
...(lamento discrepar con mi madre en este tema, yo la quiero muchísimo pero también quiero y respeto a los gays. Allí radica, querida mamá, el gran desafío del amor: aprender a querernos a pesar de nuestras diferencias)
Los textos expuestos no poseen ninguna relación entre ellos y a través de los mismos intentaremos mostrar la plurinaturalidad del lenguaje. En cada uno de los fragmentos destacaremos una vertiente diferente del lenguaje por encima de las demás. En el primero de los textos, un fragmento de un capitulo de Rayuela, obra de Julio Cortázar, podemos observar reflejada la vertiente simbólica del lenguaje. La dimensión simbólica del lenguaje existe para enlazar elementos de la realidad, o incluso conocimientos que codificamos a través de nuestra lengua, que sirve de intermediaria para representar la realidad. El autor argentino pretende captar en su obra dos realidades que ocurren a la vez, simultáneamente (de echo es un libro que esta leyendo de Galdós) Para plasmarlo en el papel lo que hace es emplear un recurso formal estrechamente ligado a la estructura del propio texto: que las líneas pares del texto se enlacen sólo con las pares y, por consiguiente las impares con sus hermanas las impares. En mi opinión es muy lícita la afirmación que hizo Sapir, diciendo que la vertiente simbólica del lenguaje tiene mucho que ver con el Estructuralismo. Desde un punto de vista formal o simbólico podemos observar también que en las líneas impares no existe la puntuación, y que sí la hay en las líneas pares, otro rasgo característico de esta vertiente. Bajo mi punto de vista las palabras, es decir los “símbolos convencionales” que emplea Cortázar, están relacionados y estructurados en el texto de tal manera que constituyen un todo que podríamos denominar como “símbolo icónico-estructural” ya que aunque no formen un icono que todos conozcamos, sí están dispuestas de tal manera que tienen que ver con la realidad que representan. Cabe mencionar también el empleo de la cursiva para referirse a los títulos de las obras “Elle” y “Français Soir” y también el empleo de la letra cursiva cuando repite en las líneas impares algo que ya había escrito en las pares, y lo hace, quizás, para que veamos que la situación que presenta es una, pero que las realidades que pretende plasmar son dos; en las líneas pares pretende mostrar su propia realidad (relata de su experiencia), y en cambio, en las líneas impares presenta la realidad que vive la otra protagonista de su libro a través de sus lecturas. No cabe duda de que es un mensaje escrito que expone los pensamientos del propio autor, es decir, no se trata de una conversación oral como podemos observar con la ausencia de exclamaciones y signos de interrogación. En cambio en el texto número dos, ejemplo extraído del Manifiesto Comunista de Marx y Engels, tenemos, según mi opinión un claro ejemplo de la vertiente social del lenguaje, pues quién mejor que el líder marxista para ejemplizar esta vertiente. Primero debemos destacar que el texto es un manifiesto, que como tal, postuló una serie de premisas con el fin de que las personas que las lean las sigan esa doctrina o teoría. Esto sin duda alguna, ya tiene un marcado carácter social, puesto que el texto ha sido escrito con una explicita función social, pues pretende movilizar a una determinada clase social, pretende ni más ni menos que un sector de la sociedad intente la revolución. En el propio texto se habla de sus autores, los comunistas en tercera persona, y por su puesto se induce a la clase obrera a que se revele contra la burguesía, por medio de la revolución, alegando que el proletariado no tiene nada que perder, excepto sus cadenas. El texto corresponde a un mensaje escrito pero podría ser leída con exclamaciones cada una de sus frases y nosotros lo tomaríamos como un discurso sociopolítico. Vayamos ahora a la última frase del texto. El escritor o escritores apelan al proletariado, pidiéndole que se unan, pero atención, lo hace de manera diferente que en el texto anterior, es decir ahora los escritores se incluyen entre los comunistas diciendo expresamente “unámonos”. Esto es un plural mayestático con el cual se realza la cercanía del que redacta el texto con el que lo recepta. En esta última oración también se incluyen signos exclamativos con los que pretende el escritor aumentar la intensidad de la afirmación. El lenguaje que se establece en el texto está quizás un poco politizado, es un lenguaje que podríamos denominar como “populista” ya que se está incitando a una determinada cantidad de ciudadanos a revelarse contra la sociedad clasista de su época por medio de palabras como “nada que perder” y “mucho que ganar” que lo único que pretenden es conseguir su mas inmediato propósito, que los proletarios se lancen a las armas para procurar así que “tiemblen las clases dominantes. Otro punto que realza la vertiente social en este texto es sin duda cuando se pide a todos los proletarios del mundo que se unan. En este momento la función social del lenguaje es innegable ya que el autor pretende comunicarse con todos los lugares donde se edite su manifiesto para establecer unas determinadas reglas comunes y para, a fin de cuentas, que se unan todos ellos. La intención social con respecto a la comunicación está muy clara en este punto. Si bien en los dos textos anteriores las vertientes que predominaban eran la formal o simbólica y la social , respectivamente, en nuestra última fuente es preciso señalar que la vertiente que más destaca es la psicológica. En nuestro último texto, de un artículo de Jaime Bayly, tenemos un ejemplo claro de psicología en el lenguaje. En el texto, lo primero que debemos señalar es que hay una clara función emotiva o expresiva, como diría Jakobson, del lenguaje ya que es el escritor quien pretende mostrar lo que siente o lo que piensa sobre un problema, en este caso el de la aceptación de los homosexuales por parte de una sociedad. Intentemos retratar la personalidad del escritor por medio de su lenguaje; tiene que ser una persona preocupada por el estado actual de su sociedad, ya que trata un tema que está en la vanguardia hoy en día; el escritor siente gran respeto hacia su familia, puesto que incluso alude a ella en su texto pidiéndole aceptación a pesar de sus diferencias morales; y por último no cabe duda de que Jaime Bayly es una persona realmente progresista por su apoyo incondicional al colectivo homosexual. El texto es un artículo de opinión, es decir, un texto periodístico en el cual el escritor expresa su parecer sobre algo, y en este caso hay una oración exclamativa que muestra claramente la situación en la que se encuentra nuestro escritor; “estoy hasta la coronilla de que se condene a los gays”; primero debemos decir que esto es una clara salida de tono del escritor, por lo tanto lo clasificamos como una solución a su profunda situación de agobio, el escritor ya no puede más y se manifiesta de esta manera, con un grito de desahogo. La oración está cargada de connotaciones negativas puesto que su emisor está ,simplemente, agotado. Por otra parte hay una notable cercanía al poner esa frase, un tanto coloquial en el contexto del artículo , que podríamos tomar como un intento de acercamiento entre autor y lector. El contexto idiomático debe ser el castellano pues un hablante de fuera no entendería una metáfora como la que se produce en “estar hasta la coronilla”. La vertiente psicológica es esencial en este texto como la formal y la social lo son en los anteriores, en cambio, en todos podemos observar rasgos (menos importantes) de las demás vertientes. El lenguaje es un objeto de estudio bastante complejo y por tanto su naturaleza refleja su complejidad desde una mirada poliédrica.

lunes, 15 de diciembre de 2008

EL nombre de las notas

El nombre de las notas musicales tiene su origen en un himno a San Juan. En concreto, en la primera sílaba de cada verso.

El himno es el siguiente:

Ut queant laxis
Resonare libris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Joannes


Posteriormente la nota Ut se transformará en nuestro Do. Y además el "sí" se creará con posterioridad. Actualmente también se utilizan, más en el mundo anglosajón, las letras A, B, C, D, E, F, G para designar las notas musicales. La letra A corresponde al La, y la letra G a la nota Sol. A partir de aquí, los símbolos se repiten y corresponden a las mismas notas una octava más alta. Son estas las 7 notas de la escala diatónica. De cualquier forma, en una octava se utilizan 12 notas (las de la escala cromática). Las 5 notas restantes se simbolizan añadiendo a la derecha el carácter # (sostenido) o b (bemol).

MAISON CARREÉ

MAISON CARREÉ (NIMES)

Sigue las pautas de Vitruvio tanto en escala como en proporción, modelo de templo romano. Próstilo, pseudodíptero, al cual se accede por escalinata. Estaba dedicado a Augusto y a sus nietos. Situado en el antiguo foro de la ciudad. Se trata de un templo corintio y hemiperíptero , elevado sobre un podio con escalera con una única nave y columnas adosadas a la cella a modo de peristilo. En el frontón no hay decoración escultórica, seguramente se ha perdido, y en el friso aparecen adornos florales que nos recuerdan a la ornamentación del Ara Pacis. Estas características son muy comunes en las provincias romanas en tiempos de Augusto. El templo fue construido por Agripa-sobrino de Augusto y legado superior de la Galia- y dedicado a sus dos hijos Caius y Lucius, herederos de Augusto que murieron cuando eran muy jóvenes. Es un símbolo en sí misma de la romanización, de las preferencias de la aristocracia provincial y de su sumisión a los modelos romanos en época de Augusto. El templo de Nimes de pequeño formato, fue construido en el 16 a C. Su esquema pseudoperíptero se inspira indirectamente en el templo dedicado a Apolo Sosiano, construido en la capital del Imperio un cuarto de siglo antes y el de la Fortuna Viril también del siglo I a C. De tipo corintio, y con un friso superior que se inspira en los motivos florales del Ara Pacis de Roma, este edificio ofrece un ejemplo claro del grado de perfección arquitectónica obtenido por los talleres provinciales a partir de modelos diversos. Sin embargo las referencias en este caso demuestran, según los estudios más recientes, una voluntad de escoger modelos llegados de la capital, pero pertenecientes a un ámbito escogido alrededor de la época de Augusto. Este templo estaba dedicado a los númenes de Augusto, y por consiguiente, carece de relieves alusivos; la decoración como hemos dicho es tan solo vegetal. Está levantado sobre un basamento o podium, como el templo de la Fortuna Viril y carece de opistódomos o cámara posterior para sagrario o bestiario. Es la consecuencia natural de estar dedicado como el anterior a númenes invisibles e incorpóreos y no a dioses, como los griegos, de carácter antropomorfo y real.

Este templo ofrece todas las particularidades que separan al templo griego y romano: elevado podium con escalinata, amplio pórtico de columnas corintias libres y embutidas en la maciza cella... Es importante señalar también que la caliza blanca en la que fue construido ha adquirido tonalidades rojizas y ambarinas

jueves, 11 de diciembre de 2008

Son sueños

Lo que hace años hubiese querido que, en algunos puntos, fuese mi vida lo recoge Andrés Trapiello en “Do Fuir”. Me pregunto si ya es tarde:

LA Administración republicana ha intentado suprimir la Universidad de la Ciudad de Nueva York, sin lograrlo, y J., que al fin había logrado la propiedad de su plaza como profesor, no sabe qué hacer, porque sospecha que tarde o temprano volverán a la carga.Yo a veces trato de imaginármelo en aquella ciudad. En su piso no tiene televisión, no tiene ordenador, y únicamente compra una vez por la semana El País, para mirar el suplemento de libros. ¿Cuántos años lleva haciendo esa vida de cenobio? ¿Veinte, veintidós? Ve al año quince o veinte óperas, asiste a otros tantos conciertos, acude una os dos veces al mes a la filmoteca neoyorquina para ver raras películas que tenía olvidadas, visita tres o cuatro grandes exposiciones y no olvida sus pequeños museos de la propia ciudad o de Filadelfia o de Washington. Puede leer los libros que ama en media docena de lenguas y por encima de todo, y pese a su soledad no le pierde la cara a las adversidades. Cuando se asoma a la ventana de su salón ve un trozo del río Hudson, los árboles corpulentos de la orilla y unos cuantos tejados, con sus característicos depósitos de agua. Es por otro lado un hombre de costumbres morigeradas, no gasta, no bebe, no fuma y no ama la vida social, y sin embargo es sociable y sumamente afable con aquel que se le acerca, dispuesto a hacerle un favor si se le solicita. Es bondadoso y sabio, de maneras delicadas. De sus manos podría decirse lo que Stendhal dijo de las de Mozart, únicamente están configuradas para el teclado del clavicordio: es incapaz de meter un clavo en la pared. En su caso, el piano, que toca como un amateur sensible a quien no arredra ninguno de los grandes compositores para ese instrumento, es su verdadera y amada pared. Para las demás cosas prácticas es un inútil completo, aunque menos de lo que podría parecer, porque de todos modos allí en América alguien tendrá que clavarle los clavos, digo yo, y hacerle los desayunos y las cenas. Da sus clases y se vuelve a casa. Allí se pone ropa de deporte y sale a correr un poco por el parque. No tiene ni siquiera aspecto de deportista, al contrario, propende a la línea pícnica y la calvicie le ha hecho siempre no perder de vista los límites que la realidad le ha impuesto. Le gustan las conversaciones intrascendentes tanto como las transcendentes, y cuando viene a España, después de seis meses de ausencia, quiere ponerse al tanto de los pequeños asuntos, noviazgos, separaciones, defunciones, bautizos, zancadillas y turiferios. Tiene siempre un humor excelente y nadie ríe con más ganas, incluso las bromas más simples, cuando son felices. Naturalmente algún día se levantará más triste, pero son precisamente esos días los que aprovecha para retirarse de la circulación, con el fin de no molestar a nadie con sus propias murrias y mejorarse solo, o con alguno de sus remedios: un disco, una exposición, un concierto, una película... Así que cuando telefoneó desde Nueva York y la conversación llevaba camino de llegar a los tres cuartos de hora, dadas sus férreas convicciones respecto del ahorro doméstico, era como para pensar que nuestro buen J. estaba furiosos con las cosas que sucedían a su alrededor. Algunas veces le decimos: Vente a España. Y él responde con entera e incontestable simplicidad, meneando la cabeza: ¿A qué? Lo haría sin duda, pero después de tanto tiempo fuera, ya no conoce a nadie en su país. Lleva veinte años enseñando literatura en las mejores universidades de América, pero si quisiera volverse a España no encontraría un lugar donde poder trabajar.Ayer la psicóloga de uno de los cursos a los que da clase mandó llamarle. Una de sus alumnas había visitado a esa mujer para presentar una queja formal contra él. Al parecer nuestro amigo les había puesto como lectura San Manuel Bueno, y esta novela estaba causando una gran angustia y ansiedad a la muchacha, por lo que ella, la psicóloga, le pedía por conductos oficiales que exonerase a la chica de su obligación de leer tal libro, cambiándoselo por otro. ¿Y no era eso lo que perseguía nuestro don Miguel, una agonía perpetua? Pero nuestro amigo no dice nada, ni se defiende, como los ecce homo, paciente como Job, que en inglés significa trabajo, y sale de allí con su corona de espinas en dirección de su casa, junto al río, bajo los árboles centenarios del parque donde todo el mundo da vueltas con entusiasmo y zapatillas deportivas alrededor de su ombligo”.

Si yo fuese el profesor le obligaría a leer el libro.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Retrato Cómodo.

Este célebre retrato procedente, según parece, de las posesiones imperiales del Esquilino, es, al mismo tiempo, un retrato y, explícitamente, el testimonio de un programa político. Tiene un carácter novedoso, la concepción de su comitente como a los ojos de los súbditos, no se debe tanto al minucioso trabajo manual y pictórico de la barba y los cabellos (ya estaba en el retrado de Marco Aurelio) sino al sorprendente y atrevido motivo. Los rasgos del semblante de Cómodo están tomados de manera bastante realista de efigies conocidas por monedas y obras escultóricas de los años en torno al 185 d.C. Su alargado rostro presenta los característicos ojos un tanto salientes y semicerrados, con la mirada realmente soñadora, la nariz afilada, la boca tumescente bajo el espeso bigote y, sobre todo, la masa única e hinchada del cabello profundamente traspasado por el trépano y que circunda tumultuosamente el óvalo. Pero este retrato está insertado en un busto que representa a Cómodo como Hércules, con la cabeza envuelta en la leonte anudada sobre el pecho, la mano derecha asiendo la clava, apoyada sobre el hombro y la mano izquierda extendida con las manzanas de las Hespérides, mientras que en un eficaz rasgo illusionista, el pesado soporte del busto queda oculto por una placa de bronce forjada a semejanza de pelta entre comucopias y figuras de amazonas a los lados. Tenemos que destacar un fuerte diletantismo cortesano, con un gran carácter despota en todo el retrato. Asimismo en su parte inferior el retrato nos muestra una bola del mundo (símbolo del imperio) y una Gorgona (símbolo de eternidad) acompañada por las cornucopias que connotan la idea de abundancia. El carácter pictórico y espectacular del retrato se ve aumentado, además, por el gran hueco oscuro de la leonté, en la que se recorta la cabeza marcadísima por el claroscuro. Cómodo se concebía como el nuevo Hercules, idolatrado por los plebeyos. El aspecto ideológico de esta transfiguración, anunciado por acuñaciones de monedas con la figura de Cómodo como Hércules y por las promesas sotéricas de los programas religiosos del último de los Antoninos, exsuperantissimus, como él mismo gustó de denominarse, está captado a la perfección y cierra la fase del clasicismo, unas veces patético, otras frígido o pictoricista, de la época entre Adriano y los Antoninos. El que esté coronado con la melena de un león neméico se debe al hecho de que Hércules mató a éste con la maza en la mano derecha y las manzanas de las Hespérides en la izquierda. Se escenificó este hecho como grandeza absolutista y esto no sentó demasiado bien y por ello, seguramente, entre otras cosas, fue asesinado el 31 de diciembre del 192 d.C. , acabando de este modo el dominio de los Antoninos.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Claro de Luna (1er mov) Análisis

Si para algo hubiese valido yo en el terreno de la música, ésto sería la "armonía", la composición o el análisis de partituras. Entre otras muchas aficiones, cuando transcurría mi "aetas pubertem", como dice Tito Livio, me dediqué dos años enteros a despedazar, utilizando etimológicamente el término análisis, obras de grandes compositores como por ejemplo ésta, de L.van.Beethoven. Imprescindible tener la partitura para enterarse.


Op.27 Nº2 Claro de Luna
Sonata casi Fantasía


Este primer movimiento que nos ofrece el gran compositor alemán es totalmente atípico ya que no sigue la estructura de la sonata clásica. Comienza en Do # menor con octavas de blancas en el bajo y en la voz superior tiene tresillos para que efectuen labor de acompañamiento. Tras casi cinco compases de introducción establece la voz que aportará carácter a la obra. Superpone esta voz a la del acompañamiento con tresillos y a la de las octavas. La primera frase modula de Do # menor a Mi Mayor en el segundo compás. Consta de tres compases y medio. Es anacrúsica y masculina dicha frase: no nos es posible determinar sus semifrases con claridad. Tras ésta se establece un compás y medio de enlace entre la frase anterior y la siguiente que comienza igual pero en Do Mayor y en su segundo compás modula a Si menor. Dura tres compases. La estructura es A, B (A´y algo de B), aunque existen los que prefieren analizar nuestra obra prescindiendo del elemento B. Sigue la parte A en Si menor, aquí el autor repite los dos primeros compases, asique podemos hacer una frase binaria de cuatro compases. Sigue en Fa # menor (moduló en el último compás de la hoja). Realiza un V/V (quinto del quinto) en el segundo compás y en el último realiza la anacrusa del tema principal en esta tonalidad para modular a Do # menor en el segundo compás de esta frase que tiene las mismas características que la primera del tema A, o tema principal. Establece un compás y medio de enlace hacia la parte B. Todo el elemento B excepto sus últimos tres compases tiene un pedal de Sol #. Comienza por negras en la voz superior haciendo la melodía pero en el cuarto sistema realiza arpegios con el acompañamiento y con esto crea una nueva melodía. Tras los arpegios establece blancas en la voz intermedia para que en los compases siguiente se deshaga el pedal del bajo y, de esta forma cree cadencias. En el último compás del penúltimo sistema comienza la parte A, de nuevo, en Do # menor (aunque modula después a Mi Mayor). Es semejánte a la frase de la parte A. En la última parte de la hoja realiza un aborto de entrada del tema, ya que la verdadera es en la última parte del primer compás, según creemos. Sigue en Do # Mayor. Realaiza varios VII/IV. Siguen las voces igual, bajo de octabas, intermedia acompañando, superior lleva melodía. El si becuadro se debe a que se va a modular, se va a bajar a "La". En el cuarto compás del cuarto sistema se establece una Coda o tema de conclusión, nos inclinamos más por este segundo término. Adquiere elementos del tema A en el bajo y con acompañamiento y arpegiso de la parte B.
Finaliza como empezó: Do # menor.

Espero retomar mis "análisis" algún día. Por cierto, se hace raro leer algo que has escrito tu al cabo de los años. Os dejo esto sobre la leyenda de la Sonata de Beethoven: aquí. La imagen es un claro de Luna visto por Munch.