Mi espejo te refleja a lo lejos.
Te paras, te preguntas:
¿Qué soy? ¿Qué quiero?
Siempre lo haces en voz tenue
y tiemblas y titubeas al hacerlo.
Mi espejo muestra un cuerpo
que eres tú, pero no es tuyo.
Al final de la vida
deberás devolverlo.
Nos convertiríamos en héroes
si aceptásemos nuestro destino;
quien lo desdeña, quien lo evita
no resulta ser más que un cretino.
Tú buscas tu libertad,
conocer, escapar, no echar en falta,
no echar de menos.
Eres toda una esclava a la que
el goce ha atado fuerte,
con cuerdas de cuero.
Inmóvil, con tu desenfreno,
has echo más gruesos los nudos,
has dejado caer mi espejo.
Hacia el olvido camina,
como nosotros,
héroe y cretino, cretino y héroe,
sin luz, sin que tu digas nada,
casi sin esperanza,
sin frenos.
El papel en el que escribo
vuelve a estar en blanco.
Y me detengo y me pregunto:
¿Aquellas lágrimas tuyas
me ocultaban a mí?
Has dejado caer mi espejo.
Sé que si se rompe viviré
con menos ganas de hacerlo.
