lunes, 7 de julio de 2008

Cayo Largo

El gran Jonh Huston me sorprende. A Edward G.Robinson se le ve alegóricamente ya en su crepúsculo, y ¿qué decir de Bogart y Bacall? Desgraciadamente se les ve mucho más frios que en Tener y no tener. Cayo Largo está inspirada en la obra para teatro de un poeta y novelista norteamericano, Maxwell Anderson. Huston teniendo como coguionista a Richard Brooks (director de cintas basadas en obras de toda la literatura universal, such as: "A Sangre Fría", "La gata sobre el tejado de zinc" ó "Los hermanos Karamazov" entre otros títulos), trató por todos los medios, y sobre todo con grandes juegos de cámara, de suprimir las sesgantes escenas de la pieza teatral, a la vez que modificar ciertas partes de la obra, (como que el propio Bogart, el protagonista, en la obra teatral era un exiliado de la guerra civil española). ¿Por qué no lo dejó tal como estaba? Sería un honor para los "españoles". Toda la película está rodada ante las dificultades que suponía el comité de actividades antiamericanas. Lo más interesante de la película es la gran sensación de claustrofobia (veáse en este sentido "La soga" de Hitchcock) y por su puesto grandes diálogos con oraciones como esta: la cabeza dice una cosa y la vida dice otra. El tercio final, en cambio, donde la tensión se guarda magistralmente acaba demasiado enfático y quizás poco creíble, aunque Bogart y su personaje lo hacen bien, hay que reconocerlo. Película de pasiones, sentimientos y verdades donde las haya: ira, miedo, egoísmo, desencanto, ternura, nostalgia, poder, corrupción, honradez... El colofón, muy esperable, hoy en día, es esa ventana que se abre (como un telón) tras la tormenta y permite pasar unos rayos de sol absolutamente catárticos. Es la vuelta de la vida, la permanencia de la esperanza…Bacall podrá decir que fue su última película juntos ¿coincidencia u obviedad? Yo ya dije que estaban fríos...El ser una obra de teatro hace que la partida no parezca otra cosa que una partida de ajedrez, un juego, y otro juego, donde los golpes son lentos, donde las respuestas lo son más, y todo debe ser pensado mucho antes de llevarse a cabo, antes de dar, si en verdad se puede, el jaque mate de Bogart, la estocada final. Aunque quizás siempre se pueda, al final sólo es cuestión de saber esperar.


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