jueves, 17 de julio de 2008

Esos diablos no burlan la noche italiana

Los griegos cuando querían alabar a un pueblo decían que éste (egocéntricos ellos) se parecía al suyo. En La burla del Diablo tenemos el mismo efecto, pero esta vez con el pueblo americano. Se parodia a los italianos porque gritan mucho, y se exsaltan demasiado (y también al capitán que bebe mucho). Se acusa a los árabes de sanguinarios e irracionales, pero cuando se trata con el jeque del pueblo árabe (que están a expensas de él) se nos muestra este pretendiendo una vida occidental, diciendo que él es culto y no un bobo indígena. ¿Se quiere ver a sí mismo como un americano?
Dinero fácil en África. Jonh Huston en la dirección; Bogart como protagonista junto a Jennifer Jones. Truman Capote en el guión. Mannino a cargo de la música. Quizás cuando "alquilé" esta película me esperaba más de ella por pertenecer a Bogart y Huston, lo reconozco, pero en general me ha gustado. Su argumento es alegre, divertido, fugaz y disparatadisimo. Eso me gusta. Siendo su secuencia lineal, como es, da giros vertiginosos. El género de la película resulta prácticamente inclasificable, o por lo menos muy dificil de determinar, ya que toma influencias negras, cómicas, aventurescas etc... por lo que hablaremos tal film como un producto peculiar dentro de la filmografía de Huston y de su época: 1953. Me he fijado en la música de la película. La historia se abre y se cierra con dos composiciones de carácter festivo características de las bandas musicales de los pueblos del mediterráneo europeo (en las costas de Italia, como en nuestra Valencia tienen mucho arraigo las bandas municipales). Eso sí Mannino apenas emplea la música para producir tensión en el espectador, con lo que se decanta (para mí demasiado) hacia la comedia, y a mi modo de entender, no va al unísono con Huston en este aspecto. Huston busca algo más dentro del cine negro en la película que quizás Mannino no entendió. Noto en falta tensión y modo menor en la música. Otra crítica más importante, si cabe; la narración se desarrolla a un ritmo muy irregular; los primeros compases de la cinta son excesivamente lentos y el desenlace de la historia se muestra alocado y muy precipitado. Pero lo más entrañable quizás sea el principio de la película: no todo, en cine, lo lento es desdeñable. Bogart me gusta en su papel. Pero quizás los cuatro matones son demasiado poco creibles y extremadamente histriónicos (en especial su capitán). Lo peor de la película, para mí, las chicas. La preciosa morena se me parece demasiado a la sobreactuadora y encantadora Elisabeth Taylor. La rubia tan imaginatiba y encantadora como demasiado risueña para la película, siendo, incluso, por momentos, aburrida (por lo graciosa que pretende ser). Lo mejor el anunciador y acomodador del barco. Gran personaje; original, práctico, con mucho mucho humor. En definitiva, conociendo a los componentes del film me esperaba un poco más de la película, sobre todo en su parte final. Y, como otros, creo que la noche de las costas italianas hizo estragos en las mañanas de rodaje. A Bogart, Huston y compañía deberían, por el bien del arte, prohibirles salir de noche.


Pero aunque actúe y dirija sin dormir: qué buenos son.

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