lunes, 9 de marzo de 2009

Nación: demasiado romanticismo absurdo.

Cuando tenemos falta de identidad individual, surge la oportunidad para el discurso de lo común. Esto me recuerda tanto a los nacionalismos (del tipo que sean) como a los equipos de fútbol. La masa cuanto más tonta mejor. ¿No? Me consuela, al menos, que los fanáticos, inconscientemente, no creen en lo que conscientemente defienden con ahínco, vehemencia y exacerbación. El fanatismo y la intolerancia tienen muchos vínculos con el miedo. Y ahora que hablo de nacionalismo y de miedo recuerdo a Hitler, uno de los personajes más estudiados de la Historia Contemporánea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya... el misterio de la militancia, una desgracia como otra cualquiera, de uno y otro lado. ¿O es que no existe el fanatismo individualista?

STAT

Ó dijo...

EEUU