miércoles, 25 de marzo de 2009

Tener y no Tener


Ya sabes que no tienes que fingir conmigo, Harry. No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. Nada en absoluto. Tal vez sólo silbar. ¿Sabes silbar, verdad Steve? Juntas los labios…y soplas.”


La mejor escena que yo he visto en el cine: Tener y no tener. Que Bogart y Bacall se enamoraran entre bastidores contribuyó a lograr esa formidable intensidad dramática que emana de algunas escenas. Cuentan que Bacall estaba muy nerviosa antes de hacer su prueba inicial, que temblaba de los nervios, y que fue el propio Bogart quien le aconsejó, a fin de que no se le notase, que inclinase un poco la cabeza y abriese mucho los ojos (con esa mirada muy dura "y" hierática) para coger confianza. Estamos osando describir la misteriosa mirada de Lauren Bacall. Toda una leyenda. Cuando la novela To have and have not se publicó en EEUU en octubre del 1937, su autor, Hemingway, estaba en Madrid como corresponsal de guerra apoyando la legitimidad republicana. Las críticas al libro no fueron favorables, pero la venta alcanzó los 25.000 ejemplares (record que fue destacado en la revista Time). Poco tiempo después, el director Hawks desafió a su amigo Hemingway durante una excursión de pesca. Le apostó que sería capaz de hacer la mejor de sus películas con la peor de sus novelas. Consistía, según él, en un relato menor acerca de un marino que arriesga vida y fortuna, seducido por una rubia peligrosa, para ayudar a unos contrabandistas de armas. Hemingway había escrito la narración tras comprarse él mismo una casa y un barco en Key West, y enmarcó la historia en los años de la Gran Depresión. Hawks, como la primera adaptación del libro al guión no le gustó recurrió a su revisor de guiones preferido: Faulkner. Le pidió que reformara todo el guión y al propio escritor le fascinó la idea de poder trabajar con Hemingway (autor que gozaba de más prestigio que él). A pesar de la competencia entre ambos, se entendieron bien, especialmente cuando se reunieron para discutir el guión en el barco que Hemingway tenía en Cuba, donde abundaban los puros y el ron. Puede que ésta sea la unica película escrita por dos escritores galardonados con el Premio Nobel. Para evitar problemas entre EEUU y Cuba (el libro nos presenta a un contrabandista) Faulkner propuso cambiar el escenario a la Martinico, entonces colonia francesa y, como Francia, bajo el Gobierno de Vichy. Más tarde condensó dos papeles femeninos en el de Slim (lo que acabó haciendo más relevante la participación en la película de la gran Bacall): se interesó particularmente por los personajes de la resistencia, es decir que con tantos cambos en el guión poco fue quedando de la novela original de Hemingway. Mucha gente alarmó sobre el riesgo de que se asemejara peligrosamente a Casablanca, de reciente éxito, riesgo aumentado considerablemente por la presencia del propio Humphrey Bogart, cuyo personaje también en esta película se niega a implicarse en un conflicto político. Pues, desde que pensara adaptar la novela al cine, Hawks había considerado a Humphrey Bogart como protagonista y a Ann Sheridan, con quien deseaba trabajar desde hacía tiempo, para el personaje femenino. En cambio, en su camino se cruzó una famosa portada de la revista Harper`s Bazaar en la que aparecía una joven muy flaca y muy rubia y con el rostro más anguloso jamás visto, capaz de conmover al más pintado: se trataba de quien luego sería conocida por Lauren Bacall. Dicen la malas lenguas que cuando empezaron a verse Bogart y Bacall, Hawks se celó un poco, esperaba agradecimientos diferentes de la joven neoyorquina, pero lo cierto es que el ya por aquel entonces mantenía un romance con Dolores Moran, la otra actriz del film. Lo sentimos por la cazatalentos de la mujer de Hawks. La propia esposa de Hawks, a la que apodaban Slim (Flaca), como luego se llamaría Bacall en la película, mostró la portada a su marido, quien inmediatamente se interesó por la joven, que ya había tenido oportunidades de dar el salto del teatro de New York a Holywood, pero las había rechazado por poco fiables: esta vez fue valiente, era Hawks y Bogart y la llamaban para hacer la prueba directamente: tenía que hacerlo. Hawks se encargó personalmente de convertir el aspecto de la chica en el de una mujer “más insolente que Bogart, el tipo más insolente de la pantalla”, respetando en su físico cuanto los estilistas del estudio querían transformar en ella: sus cejas anchas, los dientes ligeramente torcidos, y hasta su voz grave. Hawks la mimó hasta aconsejarla que, en sus contactos con la prensa, evitara contar que provenía de una humilde familia judía. Los protagonistas se conocieron en un camerino de la película que rodaba Bogart por aquel entonces: Pasaje para Marsella. En palabras de la propia Lauren Bacall: “No hubo truenos ni relámpagos, sólo un simple mucho gusto”. Bacall se mostró en la película osadamente sexy para las convenciones morales de la época. A sus 19 años era muy joven para interpretar a una aventurera que había vivido intensamente, y para tener, como alguien apuntó, “una voz ronca ideal para cualquier frase con doble sentido”: así que cuando en la película pregunta: “¿Alguien tiene fuego? Apoyada en la pared de forma indolente y descarada, los ojos de Bogart recorren su cuerpo con el mismo deseo que cabría esperar que provocara en los espectadores. El cenit llega con el “Me preguntaba si me iba a gustar” y el “Es aun mejor cuando ayudas”. La apasionada relación que Bogart y Bacall tuvieron durante el rodaje escandalizó en los corrillos de la prensa. Bogart tenía 26 años más que Bacall y estaba casado con una mujer, a la sazón, tan celosa que decidió asistir diariamente al rodaje en cuanto oyó rumores del romance. Tras el divorcio, Bogart y Bacall formaron un matrimonio que figuró como modelo en las revistas de la época. Se cuenta que como obsequio de boda Bogart regaló a su nueva esposa un silbato de oro con la inscripción “Si me necesitas, silba.” Es una historia de aventuras y atracción sexual como no hemos visto desde Marruecos y Argel. La misma novela de Hemingway fue adaptada al cine en otras dos producciones de la Warner: The Breaking Point (Michael Curtiz, 1950), con John Garfield y Patricia Neal, y The Gun Runners (Don Siegel, 1958) con Audie Murphy y Everett Sloane, y en un filme iraní, Nakhoda Khorshid (Naser Taghvai, 1987). La propia Warner produjo dentro de la serie para televisión Merries melodies un divertido corto de animación, “Bacall to Arms”, en el que un grupo de animales ve la película, recreándose en sus escenas más famosas y saltando de gozo cada vez que Bacall mira a la pantalla. Bogart y Bacall volvieron a trabajar juntos en El sueño Eterno también junto a Hawks y, por su puesto, con su amigo de fiestas y borracheras, John Houston, en El alcón maltés. Debemos recordar la activa participación de la pareja en marchas de protesta contra las investigaciones del comité de actividades antiamericanas. Lo que Seteve y Slim hacen durante más de hora y media es darse marcha mutuamente, hasta límites insospechados, en un despliegue de egoísmo amoroso en que no hay lugar para blandenguerías. La mezcla de nobleza y oportunismo del marino contrasta con el explosivo cóctel de dulzura y dureza de la chica fría. Los dos son unos supervivientes, y eso basta para definirlos, porque el guión nonos da penas pista alguna para saber de qué o por qué o para qué sobreviven. Tampoco importa. Las contradicciones y ambigüedades de toda relación pasional fluyen entre ellos con una sinceridad y una transparencia que choca con cualquier imagen prefabricada de la vida en pareja. Una vez leído el libro, te decepciona ver que no está la escena del silbido: pero, vista la película te preguntas si To Have and Have Not es un libro tan mediocre como afirma la inapelable crítica. Hasta el título es bueno.

2 comentarios:

Foxy Lady dijo...

Cuanto tiempo sin pasarme por aquí...
Que tal todo?

Ó dijo...

Como siempre, pero sin internet en casa: me estoy desenganchando"
Un saludo beiña!