miércoles, 25 de marzo de 2009

Tener y no Tener


Ya sabes que no tienes que fingir conmigo, Harry. No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. Nada en absoluto. Tal vez sólo silbar. ¿Sabes silbar, verdad Steve? Juntas los labios…y soplas.”


La mejor escena que yo he visto en el cine: Tener y no tener. Que Bogart y Bacall se enamoraran entre bastidores contribuyó a lograr esa formidable intensidad dramática que emana de algunas escenas. Cuentan que Bacall estaba muy nerviosa antes de hacer su prueba inicial, que temblaba de los nervios, y que fue el propio Bogart quien le aconsejó, a fin de que no se le notase, que inclinase un poco la cabeza y abriese mucho los ojos (con esa mirada muy dura "y" hierática) para coger confianza. Estamos osando describir la misteriosa mirada de Lauren Bacall. Toda una leyenda. Cuando la novela To have and have not se publicó en EEUU en octubre del 1937, su autor, Hemingway, estaba en Madrid como corresponsal de guerra apoyando la legitimidad republicana. Las críticas al libro no fueron favorables, pero la venta alcanzó los 25.000 ejemplares (record que fue destacado en la revista Time). Poco tiempo después, el director Hawks desafió a su amigo Hemingway durante una excursión de pesca. Le apostó que sería capaz de hacer la mejor de sus películas con la peor de sus novelas. Consistía, según él, en un relato menor acerca de un marino que arriesga vida y fortuna, seducido por una rubia peligrosa, para ayudar a unos contrabandistas de armas. Hemingway había escrito la narración tras comprarse él mismo una casa y un barco en Key West, y enmarcó la historia en los años de la Gran Depresión. Hawks, como la primera adaptación del libro al guión no le gustó recurrió a su revisor de guiones preferido: Faulkner. Le pidió que reformara todo el guión y al propio escritor le fascinó la idea de poder trabajar con Hemingway (autor que gozaba de más prestigio que él). A pesar de la competencia entre ambos, se entendieron bien, especialmente cuando se reunieron para discutir el guión en el barco que Hemingway tenía en Cuba, donde abundaban los puros y el ron. Puede que ésta sea la unica película escrita por dos escritores galardonados con el Premio Nobel. Para evitar problemas entre EEUU y Cuba (el libro nos presenta a un contrabandista) Faulkner propuso cambiar el escenario a la Martinico, entonces colonia francesa y, como Francia, bajo el Gobierno de Vichy. Más tarde condensó dos papeles femeninos en el de Slim (lo que acabó haciendo más relevante la participación en la película de la gran Bacall): se interesó particularmente por los personajes de la resistencia, es decir que con tantos cambos en el guión poco fue quedando de la novela original de Hemingway. Mucha gente alarmó sobre el riesgo de que se asemejara peligrosamente a Casablanca, de reciente éxito, riesgo aumentado considerablemente por la presencia del propio Humphrey Bogart, cuyo personaje también en esta película se niega a implicarse en un conflicto político. Pues, desde que pensara adaptar la novela al cine, Hawks había considerado a Humphrey Bogart como protagonista y a Ann Sheridan, con quien deseaba trabajar desde hacía tiempo, para el personaje femenino. En cambio, en su camino se cruzó una famosa portada de la revista Harper`s Bazaar en la que aparecía una joven muy flaca y muy rubia y con el rostro más anguloso jamás visto, capaz de conmover al más pintado: se trataba de quien luego sería conocida por Lauren Bacall. Dicen la malas lenguas que cuando empezaron a verse Bogart y Bacall, Hawks se celó un poco, esperaba agradecimientos diferentes de la joven neoyorquina, pero lo cierto es que el ya por aquel entonces mantenía un romance con Dolores Moran, la otra actriz del film. Lo sentimos por la cazatalentos de la mujer de Hawks. La propia esposa de Hawks, a la que apodaban Slim (Flaca), como luego se llamaría Bacall en la película, mostró la portada a su marido, quien inmediatamente se interesó por la joven, que ya había tenido oportunidades de dar el salto del teatro de New York a Holywood, pero las había rechazado por poco fiables: esta vez fue valiente, era Hawks y Bogart y la llamaban para hacer la prueba directamente: tenía que hacerlo. Hawks se encargó personalmente de convertir el aspecto de la chica en el de una mujer “más insolente que Bogart, el tipo más insolente de la pantalla”, respetando en su físico cuanto los estilistas del estudio querían transformar en ella: sus cejas anchas, los dientes ligeramente torcidos, y hasta su voz grave. Hawks la mimó hasta aconsejarla que, en sus contactos con la prensa, evitara contar que provenía de una humilde familia judía. Los protagonistas se conocieron en un camerino de la película que rodaba Bogart por aquel entonces: Pasaje para Marsella. En palabras de la propia Lauren Bacall: “No hubo truenos ni relámpagos, sólo un simple mucho gusto”. Bacall se mostró en la película osadamente sexy para las convenciones morales de la época. A sus 19 años era muy joven para interpretar a una aventurera que había vivido intensamente, y para tener, como alguien apuntó, “una voz ronca ideal para cualquier frase con doble sentido”: así que cuando en la película pregunta: “¿Alguien tiene fuego? Apoyada en la pared de forma indolente y descarada, los ojos de Bogart recorren su cuerpo con el mismo deseo que cabría esperar que provocara en los espectadores. El cenit llega con el “Me preguntaba si me iba a gustar” y el “Es aun mejor cuando ayudas”. La apasionada relación que Bogart y Bacall tuvieron durante el rodaje escandalizó en los corrillos de la prensa. Bogart tenía 26 años más que Bacall y estaba casado con una mujer, a la sazón, tan celosa que decidió asistir diariamente al rodaje en cuanto oyó rumores del romance. Tras el divorcio, Bogart y Bacall formaron un matrimonio que figuró como modelo en las revistas de la época. Se cuenta que como obsequio de boda Bogart regaló a su nueva esposa un silbato de oro con la inscripción “Si me necesitas, silba.” Es una historia de aventuras y atracción sexual como no hemos visto desde Marruecos y Argel. La misma novela de Hemingway fue adaptada al cine en otras dos producciones de la Warner: The Breaking Point (Michael Curtiz, 1950), con John Garfield y Patricia Neal, y The Gun Runners (Don Siegel, 1958) con Audie Murphy y Everett Sloane, y en un filme iraní, Nakhoda Khorshid (Naser Taghvai, 1987). La propia Warner produjo dentro de la serie para televisión Merries melodies un divertido corto de animación, “Bacall to Arms”, en el que un grupo de animales ve la película, recreándose en sus escenas más famosas y saltando de gozo cada vez que Bacall mira a la pantalla. Bogart y Bacall volvieron a trabajar juntos en El sueño Eterno también junto a Hawks y, por su puesto, con su amigo de fiestas y borracheras, John Houston, en El alcón maltés. Debemos recordar la activa participación de la pareja en marchas de protesta contra las investigaciones del comité de actividades antiamericanas. Lo que Seteve y Slim hacen durante más de hora y media es darse marcha mutuamente, hasta límites insospechados, en un despliegue de egoísmo amoroso en que no hay lugar para blandenguerías. La mezcla de nobleza y oportunismo del marino contrasta con el explosivo cóctel de dulzura y dureza de la chica fría. Los dos son unos supervivientes, y eso basta para definirlos, porque el guión nonos da penas pista alguna para saber de qué o por qué o para qué sobreviven. Tampoco importa. Las contradicciones y ambigüedades de toda relación pasional fluyen entre ellos con una sinceridad y una transparencia que choca con cualquier imagen prefabricada de la vida en pareja. Una vez leído el libro, te decepciona ver que no está la escena del silbido: pero, vista la película te preguntas si To Have and Have Not es un libro tan mediocre como afirma la inapelable crítica. Hasta el título es bueno.

Clin Is Good.

Cuando se anunciaba El intercambio quise ir a verla. Dos de mis amigas fueron al cine y entre sollozos me la recomendaron. Escuché en un programa de televisión que “Klin” era uno de los mejores directores del cine actual: no sé por qué pero me sorprendí, casi tanto como cuando me enteré que Angelina la guapa era la protagonista. Creí que habría elegido a otra: tampoco sé muy bien por qué. Supongo que por el recuerdo de Tom Raider. Cuando la madre Collins amenaza al supuesto asesino de su hijo vemos a una Angelina que recuerda un tanto a la del videojuego. El mejor director de cine (puede) en activo juega con nosotros: nos hace sentir pena por la madre: después nos la pinta como una loca: vuelve a intentar que odiemos a la policía: nos presenta a un pobre muchacho de 15 años que resulta ser todo un pinche de un asesino en serie de niños: hace que pensemos hasta que punto el asesino es culpable (y el niño): vuelve a la figura de la madre: sigue ridiculizando al monstruoso cuerpo de policía y haciendo una crítica rigurosa a aquellos policías corruptos. Cuando el espectador cree que se trata de una crítica de la sociedad estadounidense de la época todo gira y se muestran los logros de esa sociedad (que es, en definitiva, la precedente a la nuestra). La película busca un culpable de todo lo que sucede, pero no lo encuentra. Triste, cruel, pero esperanzadora.

Celta - Depor

Hoy en la estación de tren de Santiago escuché y viví algo gracioso: primero escuché a dos chicos, a las 15:19 en punto, suplicando a alguien que llegasen a tiempo al tren. Uno de ellos se fijó en el cartel que indica las salidas. Indicaba algo así como:

15:20, Vía 1 A Coruña

15:28, Vía 2 Vigo

El muy simpático le preguntó a su cómplice y amigo con mucha retranca: ¿Oye Ramón, sabes si lo de las vías tiene algo que ver con el fútbol? La verdad es que me reí. Pero disfruté mucho más cuando a las 15:25 reparé en que sollozaban por haber perdido el tren.

Adiós a las Armas

Es la segunda película basada en una obra de Hemingway que veo. Una breve historia de amor que escribe Ernest cuando mantiene una aventura con una enfermera que le cuidaba: en la trama el teniente Frederic Henry, un norteamericano que se ha alistado como voluntario en el ejército italiano durante la primera guerra mundial cae herido en un combate y es ingresado en un hospital militar donde recibe los cuidados de una preciosa enfermera inglesa. Ella es Helen Hayes y el Gary Cooper. Es una película que no engancha, pero que está bien narrada. Tiene sobresaltos y un precioso final en el que hay una especie de chivo expiatorio. La atmósfera es quizá lo más enigmático. Apostaría a que Adolphe Menjou (el superior del teniente Cooper), por su expresión y gestos, hizo más de cuatro películas de cine sin palabras. El título se debe a que el protagonista decide desertar por su amante.


Aquiles, de ligeros cascos.

J.A.D. Ingres "Aquiles recibiendo a los embajadores de Agamenón" 1801. Esto no agradó a Aquiles.


Había escuchado muchas veces eso de que el gran, rápido y jovial Aquiles era un niñato, pero todavía no lo había corroborado. Hasta ayer. Gracias a una (excepto por esto) inútil relectio que tengo del Canto I de la Ilíada. Le dice el Pelida Aquiles a su madre cuando entregó la muchacha Briseida a los heraldos de Agamenón:


“Madre, ya que me diste a luz para una vida efímera,

honor me debió haber otorgado el olímpico

Zeus altitonante. Ahora bien, ni una pizca me ha otorgado,

pues el Atrida Agamenón, señor de anchos dominios, me

ha deshonrado y quitado el botín y lo retiene en su poder”.

Así habló vertiendo lágrimas, y le oyó su augusta madre

sentada en los abismos del mar al lado de su anciano padre

y al punto emergió, como nubareda de polvo, del canoso mar.

Se sentó delante de él, que seguía vertiendo lágrimas,

lo acarició con la mano, lo llamó con todos sus nombres y dijo:

¿Hijo por qué lloras? ¿Qué pena invade tus mientes? Habla, no la ocultes en tu pensamiento, para que ambos la sepamos.



Es una pena que no tenga caracteres griegos en este ordenador porque hay un precioso quiasmo en el verso 349.

Acéntos y `Éspiritus

En clase de Textos Griegos siempre, evidentemente, leemos el texto en griego antes de analizarlo, comentarlo o traducirlo. Tengo una compañera de clase que no tiene demasiada habilidad para ello. Coloca mal todo espíritu y todo acento (circunflejo agudo o grave, no discrimina) y eso no gusta a la profesora. El otro día le preguntó cuando acabó de mal leer el texto si conocía el dicho (o refrán) siguiente:

En tiempo de los apostoles
Eran los hombres tan barbaros
Que se subían a los arboles
Y se comían los pajaros.

Oriente en dos días


Quiero ver el Cuerno de Oro de Estambul. Es una entrada del mar en la tierra, una especie de ría, en la que refleja el Sol al ponerse y da la impresión de ser un cuerno de Oro. Durante la época bizantina, se podía impedir la entrada de las flotas enemigas en este Cuerno mediante cadenas muy gruesas tendidas entre las dos riberas. También tengo ganas de saber qué estuvo haciendo Agatha Cristie cuando desapareció 20días. ¿De verdad fue al Pera Palace? ¿O esto es un simple reclamo para los viajeros del Oriente Express? La idea fue muy buena: crear un servicio de pasajeros que uniese Europa occidental con el Sudoeste Asiático. El 4 de Octubre de 1883, al parecer, se inauguró el entonces bautizado Express d'Orient. En la época, el tren salía dos veces por semana de la estación Gare de l'Est, en París, y terminaba en la ciudad de Giurgiu, en Rumania. De Giurgiu, los pasajeros eran transportados a través del Danubio hasta la ciudad de Ruse, en Bulgaria. De allí otro tren los llevaba hasta Varna, donde podían tomar un ferry para Estambul.

lunes, 16 de marzo de 2009

Pequeña historia del piano

El piano es un instrumento de cuerda percutida. A diferencia de su antecesor el clavecín, de cuerda pulsada, el mecanismo del piano golpea las cuerdas con unos macillos de madera forrados de fieltro accionados por el mecanismo del teclado. Sus cuerdas se hallan tensadas sobre un armazón de hierro fundido introducido en la caja de resonancia que reexpide el sonido. Los primeros modelos del piano datan de 1709 creados por Cristofori. El sistema fue perfeccionado por Silbermann en 1726. Hacia 1760 fue introducido en Inglaterra por Zumpe, discípulo de Silbermann. Posteriormente fue Broadwood el que le incorporaría el pedal fuerte o de prolongación (el derecho para los profanos). Más tarde en Viena, Stein perfecciona la mecánica de los macillos, y en París en 1822 Erad introduce el mecanismo del doble escape con la repetición más rápida. El piano vertical o de pared fue creado en el siglo XIX por Southwell en Dublín. El piano es el instrumento rey con el que los compositores se ayudan para crear música. Renoir, Muchachas tocando el piano.

Inevitable

Leo la rima XLI de Bécquer y me parece que el autor se aleja del estilo poético de su época. Leo más sobre él y hay quienes dicen que éste es el punto de partida de la poesía moderna. En un comentario veo que dicen que se trata de una relación amorosa que finalizó por incompatibilidad entre los amantes: yo creo que no: esa relación no tuvo lugar, o al menos no fue más que una tontería pasajera: que nunca se materializó seriamente y con profundidad (excepto algún que otro choque inevitable). Además, a pesar del “no pudo ser” leo una melancolica pizca de esperanza futura en ella.


¿Amor imposible?

Tú eras el huracán y yo la alta
Torre que desafía su poder:
¡Tenías que estrellarte o que abatirme…!
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
Roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme…!
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!

Raymond Chandler y Dashiell Hammet

Una de las características que distingue a la literatura del siglo XX es la influencia que ejercen sobre ella otros medios de expresión relacionados con los medios de comunicación de masas, y en particular el cine. En este sentido, la literatura norteamericana ha tomado ventaja sobre la europea; es el caso de la novela negra o policiaca. Inicialmente se consideraba subliteratura o literatura de baja calidad, la novela negra adquirió depués la categoría de literatura culta de la mano de los escritores Raymond Chandler y Dashiell Hammet. Ambos estuvieron ligados a la industria cinematográfica tanto en la redacción de guiones ( Chandler en films como Perdición, de Billy Wilder, y Extraños en un tren, de Hitchcock) como en la adaptación de sus propias novelas. Tanto Chandler como Hammet dieron vida a los dos detectives privados que marcan el paradigma del héroe del género negro, que marcan asimismo la figura de Bogart: Philip Marlowe y Sam Spade. Representaron descarnadamente los vicios de la sociedad contemporánea capitalista: su soledad, su incomunicación, su ausencia de valores.

Dashiell Hammet: El halcón maltés (1930)

Samuel Spade tenía larga y huesuda la quijada inferior, y la barbilla era una V protuberante bajo la V más flexible de la boca. Las aletas de la nariz retrocedían en curva para formar una V más pequeña. Los ojos, horizontales, eran de un gris amarillento. El tema de la V lo recogía la abultada sobreceja que destacaba en medio de un doble pliegue por encima de la nariz ganchuda, y el pelo, castaño claro, arrancaba de sienes altas y aplastadas para terminar en un pico sobre la frente. Spade tenía el simpático aspecto de un Satanás rubio.

Raymond Chandler: La hermana pequeña (1949)

El panel de vidrio opaco de la puerta está atravesado por letras en pintura negra algo descascarillada: Philip Marlowe… Investigaciones. Es una puerta moderadamente sórdida al final de un pasillo moderadamente sórdido en ese tipo de edificios que fueron nuevos alrededor del año en que los baños con azulejos se volvieron la base de la civilización. La puerta está cerrada con llave, pero a su lado hay otra puerta, con el mismo letrero, que no está cerrada. Pueden pasar… Dentro no hay nadie, solo yo y un moscardón. Pero absténganse los nativos de Maniatan, Kansas.

Dicen los teóricos de la literatura que Chandler no llega a la intensidad narrativa de Hammet. Creo que discrepo. Destacan de Chandler The big Sleerp, El sueño eterno, 1939; The Lady in the Lake (La dama del lago) ,1943; llevadas al cine por Howard Hawks y Winner, la primera y por Montgomery, la segunda. Otros títulos son: Adios muñeca 1940, El largo adiós, 1954. Trabajó en Hollywood como guionista desde el 1943 y su mejor guión escuché que es La dalia azul.


El fascinante mundo de las vidas, de los comentarios.

En Noviembre del año pasado para literatura latina nos rogaron que leyésemos la Eneida. Yo no tenía ningún ejemplar entero en mi pequeña biblioteca y decidí acercarme a una librería de segunda mano a por uno. Era malo, y yo lo sabía, pero elegí uno de tapas rojas, pero con un matiz de viejo que me encantó. Sus páginas eran muy amarillas. Comencé a leerlo y me di cuenta de que igual no era la mejor traducción. Al final con ayuda de mi gran paciencia lo conseguí. Llegué hasta donde aparece Turno: ahí me cansé. Hace poco hablábamos de traducciones malas y yo nombré esta de la Eneida (que no recuerdo de quien es). En verdad no me parecía demasiado legible. Pero cometí un error. Dije que el primer párrafo acababa en un misterioso “PERO AHORA”. Y era cierto, me había sorprendido mucho ese final con un punto y aparte. Creí que sería producto de un pésimo traductor o de un error de imprenta. Cuando nuestro profesor de latín actual nos pasó una fotocopia de las Biografías Literarias Latinas, en concreto de la Vita Servii con unos versos que la tradición coloca al inicio de la Eneida pero que muchos, la mayoría de los autores, coinciden en señalar como espurios, me di cuenta de lo tonto que soy por haber puesto el ejemplo del “pero ahora” como final de frase. Los 4 versos iniciales son los siguientes:

“Ille ego, qui quondam gracili modulatus avena
carmen, et egressus silvis vicina coegi
Ut quamvis avido parerent arva colono,
Gratum opus agricolis, at nunc horrentia Martis
Arma virumque cano”

Tendría que haber investigado el porqué de ese At nunc en lugar de tachar al traductor (de buenas a primeras) de incompetente. Mea culpa est.

Emilio Lledó: contra exámenes

El otro me recomendaron leer a Emilio Lledó. No me decepcionó. Pedí un libro de la facultad de Filosofía. Se trata de un compendio de artículos, unos aparecidos en prensa, otros no. En el artículo “El pensamiento filosófico y las ideologías” hay una parte sobre el lenguaje que me gustó: actúa Lledó como profeta:

La investigación sobre el lenguaje será fecunda, no sólo como una vuelta a los textos, casi únicos testigos del pasado, sino porque el lenguaje, además de ser la biografía del hombre y de su lucha por apoderarse del mundo y entenderlo, es, en el presente, el vínculo más estrecho de comunicación. A través del lenguaje, se conocen los hombres; pero también se enajenan, se engañan, se violentan y se maltratan. Precisamente el ataque masivo de los medios de información sobre la conciencia individual nunca ha sido tan grande, pero nunca como ahora, a pesar de las facilidades técnicas para expresarse, ha estado el hombre tan silencioso y tan inerme. El análisis científico del lenguaje, en todas sus manifestaciones y usos, será un elemento esencial en la cultura del presente y de un largo futuro. Tal vez, la única defensa contra la barbarie. Porque el lenguaje es, según la definición de Aristóteles aquello que levanta al hombre de su contexto animal: “El hombre es un animal que tiene logos” Pero la segunda gran definición aristotélica es que “el hombre es un animal político”, que se desenvuelve exclusivamente en el esquema de la sociedad. Por consiguiente el Logos, el lenguaje no es un mero instrumento de comunicación, sino que crece y alienta entre las estructuras sociales, en la convivencia del hombre con el mundo creado por él, y con los otros hombres. Inundados por el lenguaje que hoy se nos habla, por las alternativas que hoy se nos fabrican, comprendemos con claridad la lección del filósofo griego y la respuesta que, con su análisis del lenguaje en el Organon fue el primero en ofrecernos.


Mi profesor de Textos Latinos me vio con el libro y me dijo que era un filósofo muy reconocido pero que era de los radicales antisistema que actúan desde dentro de este. Yo no lo veo mal en absoluto: si quieres cambiar algo has de hacerlo desde dentro. Para caernos bien a los estudiantes tiene un artículo en contra de los exámenes, y parece que tiene razón: recomiendo a todos aquellos que hayan perdido alguna vez los nervios con un examen, que lo lean entero: La carga de los exámenes. Apareció este texto en El País, 1, VII, 1982, al cerrarse el llamado período de Exámenes. Aquí va su conclusión:

Otro de los grandes escollos de la vida universitaria y de todo nuestro sistema educativo es el examen. Pro supuesto que si al acabar los estudios ha e darse un título profesional es evidente que el Estado tenga que controlar el nivel de sus aspirantes. Pero ello no quiere decir que, como ocurre frecuentemente, los universitarios preparen exámenes. Los exámenes no se preparan. Lo que se prepara o se debiera preparar es el conocimiento de una materia, de un saber. El examen es, pues, un paso subsidiario, marginal, en el que sin prisas, sin formalismo, sin la obligación de memorizar datos insustanciales el universitario pudiese, como pasa en la mayoría de las universidades extranjeras, poner a prueba su madurez. Proyectados hacia estos períodos febriles que, febriles que, en junio o septiembre, angustian a nuestros estudiantes, nada más inútil que ese saber memorístico, manualesco, convertido en fórmulas que sólo sirven para pasar la disparatada liturgia examinadora. Una juventud filtrada a lo largo de los cinco cursos de universidad y de los diez o doce de enseñanza primaria y media acaba maltratando su mente, sus ilusiones y pensando que el apasionante mundo del saber y de la ciencia es ese horroroso organismo de mediocridad, falso pragmatismo e ignorancia que, como manifiesto, ha frustrado durante siglos nuestras mejores posibilidades intelectuales.

lunes, 9 de marzo de 2009

Del tren

Recomendado, tomé un libro de Agustín García Calvo. Un poemario: "Del tren".
Os propongo un par de poemas suyos:

Entre los cerros de peña
las torres de Trujillo
muertas se alzan.

¡Tierra, más hermosade ver, más dura
para trabajarla!

Un mismo musgo iguala
la piedra labrada por los dioses
de los ríos, la piedra
por los hombres labrada.

Otro:

Blancas son las avenas locas,
blanca la luna de la tarde.
Pero ¿son blancos? Pero no,
puesto que otros son negros,
los chamuscados cardizales,
por ejemplo, y esos grajos
o aquel sol que se anega
en lagunas de negra sangre.
Pero no, no que todos son blancos,
porque todos se dejan ver de balde,
¡río quieto, callados cerros,
sol caído y luna menguante,
locas avenas, quemas de rastrojo,
ovejas blancas, cabras de azabache!
Sólo los ojos que os ven son negros,
y eso nadie lo sabe.


Zamora- Salamanca, viaje que por cierto, contemplaré dentro de unas semanas.
A Trujillo fui el año pasado en Semana Santa.

Marsias y Cristo



Recuerdo que en el Louvre, cuando vi esta estatua de Marsias, me pregunté si la iconografía del cristo en la cruz la abrían tomado los cristianos de Marsias encadenado. Supone un estudio fisiológico bastante importante: nunca se había esculpido un cuerpo colgado.

Nación: demasiado romanticismo absurdo.

Cuando tenemos falta de identidad individual, surge la oportunidad para el discurso de lo común. Esto me recuerda tanto a los nacionalismos (del tipo que sean) como a los equipos de fútbol. La masa cuanto más tonta mejor. ¿No? Me consuela, al menos, que los fanáticos, inconscientemente, no creen en lo que conscientemente defienden con ahínco, vehemencia y exacerbación. El fanatismo y la intolerancia tienen muchos vínculos con el miedo. Y ahora que hablo de nacionalismo y de miedo recuerdo a Hitler, uno de los personajes más estudiados de la Historia Contemporánea.

ANÁLISIS Y COMENTARIO DEL PROEMIO DE “LA CONJURACIÓN DE CATILINA” DE SALUSTIO

Creo recordar que este fue uno de los primeros trabajos que hice al entrar en la Universidad.

I FRAGMENTO, DESCRIPCIÓN, SITUACIÓN EN LA OBRA Y FINALIDAD

Cualquier obra de tipo discursivo se articulará en torno a cuatro partes primordiales; el exordio, la narración, la argumentación, y el epílogo. Si bien, tenemos que decir que algunas de estas partes son subdivisibles a su vez en secciones más pequeñas. La porción de texto que nosotros vamos a tratar corresponde a lo que podemos denominar “exordio” o “proemio”.

En general el exordio es el principio, el comienzo del discurso. La palabra griega proóimion, muestra mejor que la latina exordium (pues esta significa solamente “inicio”) que esta parte está colocada antes de pasar al verdadero argumento que ha de tratarse, bien porque se relacione con el término oime ,“canto”, y se refiera a los acordes que los músicos tocan antes de ejecutar una pieza, o bien porque aluda a óimos “camino, recorrido”, y el proemio sea entonces aquello que puede decirse antes de adentrarse de lleno en un argumento.

Podemos distinguir dos variantes en los exordios: tenemos el inicio, “principium”, en el cual el tipo de cuestión permitía pedir explícitamente al auditorio que fuera benévolo y atento; y la insinuación “insinuatio”, mediante la cual el orador o en nuestro caso, el escritor, intentaba introducirse subrepticiamente en el animo de los lectores, aludiendo apenas a los aspectos menos favorables y desplazando la atención hacia los puntos débiles de la tesis contraria. A la inversa, podía suceder que el proemio se utilizase como divagación, como tratando de hablar de otra cosa por parte de alguien que no tiene interés en abordar inmediatamente el asunto. La preceptiva del exordio contenía minuciosas relaciones de las medidas que habían de adoptarse para atraer la atención del receptor, para inducirlo a seguir los más recónditos razonamientos y a ser benévolos con el emisor. Estas medidas, también llamadas “fórmulas proemiales” son el iudicem benevolum, el docilem, y el attentum parare. Como ya hemos indicado la única finalidad de estas fórmulas es servir de intermediario entre el público y el asunto del discurso. Con respecto a las partes del exordio diremos que éste puede contener una digresión y que ha de encajar con el comienzo de la narrratio. Aunque debe percibirse con claridad que comienza la narración y que finaliza el proemio.

Una vez explicado qué es un prólogo o un proemio, pasemos a describir el fragmento y a situarlo en la obra. Salustio, en aproximadamente noventa líneas, nos introduce su monografía histórica tratando temas de diversos autores griegos como Platón, Tucídides o Isócrates. Lo que el autor pretende transmitirnos es que el ser humano debe dejar recuerdo glorioso de su existencia, valiéndose de su espíritu. Y aun en la guerra, es éste quien se impone a la fuerza. Muchos hombres, afirma Salustio, sin embargo, se olvidan de esto y pasan la vida en la pereza y en la oscuridad, silenciados. Nuestro escritor continúa instigándonos a servir a la patria realizando acciones gloriosas o también narrando las que otros ejecuten. A continuación explica su actual situación y lo que le llevó a escribir, haciendo referencia a que pretende ser breve (brevitas), llegando finalmente a retratarnos al personaje sobre el que gira su monografía, Lucio Catalina, en una descripción impactante, llena de vigor. En definitiva, lo que Salustio realiza en el proemio hasta el comienzo del retrato de Catilina es la exposición de su argumento ex materia, siendo, por lo tanto, la propia descripción del protagonista su argumento ex persona.

Tras describir el exordio y una vez leída la monografía al completo no cabe duda de que las ideas morales están expuestas principalmente en el prólogo, donde plasma con su estilo, pensamientos e ideas de los autores antes mencionados. Ya en la antigüedad se decía que estos prólogos no tenían conexión con la narración que les sigue, y en realidad, como muestran algunos estudios actuales, sus estilos son totalmente diferentes; pues sólo el exordio aparecen estas ideas, liberando de este modo al resto de la monografía de conceptos abstractos como la virtus, la gloria o el animus, aunque los conceptos que alberga el proemio abarcan y se extienden, subyacentes, en toda la obra. Pero Salustio, muy hábil, todavía dentro de su prólogo establece un elemento de transición muy claro entre el proemio y la narración. Este elemento no es otro que la descripción de Catalina, a la que preceden estas palabras que la explican: “sobre las costumbres de este hombres debo exponer algunas cosas antes de dar comienzo al relato” (ya el propio Salustio nos advierte que el relato no comienza todavía). En el retrato de Catalina, el autor emplea aquello que llamábamos insinuatio, pues, nos retrata a un horrible protagonista, carente de cualquier virtud, pues su fuerza desmedida es vista como algo perjudicial, y lleno de vitia, y de esta forma toma partido, con poca sutileza, por los enemigos de Catalina.


II. CONTENIDO Y TEMAS, ESTILO.

El contenido del prólogo gira en torno a una serie de conceptos esenciales. Estas nociones fundamentales en todo el prólogo son el alma (ingenium y animus), como distinta del cuerpo y muy superior a él; la virtud (virtus, con matices de la “areté” griega y de la fortaleza romana) que es la excelencia propia de esa alma. La gloria, que es la prolongación de la virtud en el recuerdo general; y el servicio al estado como ocupación general del hombre.

Nuestro historiador parece que pretende justificar que haya decidido escribir historia después de su carrera política, sin haber conseguido ninguna hazaña durante ésta, equiparando, quizá por ello, las tareas del héroe y del escritor. Además Salustio establece una distinción de dignidad y categoría entre las ocupaciones humanas cuando expresa desprecio por los trabajos del campo y el ejercicio de la caza y alaba la del escritor, y pretendiendo así que los todos los hombres (“omnis homines”) no pasen sus vidas en silencio. Esta búsqueda de la gloria de la fama es un tema constante en el prólogo, y Salustio nos mueve a ella, pero no del modo en que lo hacía Catalina, con la fuerza, sino que con el ingenio.

En definitiva, esencialmente, el de Amitermo lo que ansía conseguir con su prólogo es fundamentar a su personaje y justificar el haber elegido el tema de Catalina.

Como queda patente en el proemio, el estilo que el historiador consiguió es producto de un deliberado esfuerzo que, como otros fenómenos literarios, tiene caracteres de reacción contra los modos preponderantes, en este caso, contra los de la prosa ciceroniana. Ésta se distingue por la abundancia, la claridad, la armonía de construcción y de ritmo; pero esto daba en exceso verbal, en enfadosa uniformidad de expresión, en una rotundidad que por insistente causaba cansancio. Salustio busca en cambio en su prologo, y en toda la monografía, la concisión, la variedad en el léxico y en la sintaxis, desdeñando de esta manera la cadencia repetitiva ciceroniana. Suprime cualquier palabra innecesaria, empleando las más cubiertas de sentido, minimizando las frases y omitiendo los nexos lógicos, obligándonos a los lectores a un continuo esfuerzo de atención para seguir su pensamiento. Matiza por otra parte su vocabulario con términos arcaicos y algunos vulgares, empleados con parsimonia y gran oportunidad, para que el relieve literario no pueda confundirse con el vulgarismo; Otra característica innegable de la prosa de Salustio es que disocia los términos de igual función significativa (variatio).

Todo esto podríamos calificarlo de caprichoso y decadente, pero también, no debemos olvidarnos, de original, pues la prosa latina había llegado a su perfección con Cicerón y César, y por lo tanto, sólo desviándose de éstos, podría hallar Salustio un hueco importante en la literatura latina.

III. ELEMENTOS RETORICOS Y PROCEDIMIENTOS FORMALES

Para proceder al estudio formal del prólogo es preciso que centremos nuestra atención en el texto original latino, olvidándonos, en cierta medida, de la traducción castellana, pero sin renunciar nunca a ella.

Como ya indicamos la finalidad del proemio de la Conjuración de Catilina no es otra que fundamentar su personaje y justificar el hecho de que vaya a escribir historia. Pero en el comienzo del proemio tenemos que aludir a cierta retórica existente en el contenido, pues, mediante “plurales poéticos”, como omnis homines, ceteris animalibus, pecora, pretende Salustio que todo aquel que esté escuchando o leyendo su obra vea incrementada su ambición, animando a todos a no pasar la vida en silencio, y, de paso, argumentando su paso de la política a la literatura.

En las primeras líneas del texto salustiano hay evidencias claras de un procedimiento formal de tipo léxico antes mencionado llamado variatio. Salustio nos presenta a los seres humanos de varias maneras: primero emplea “homines” más adelante “virium” y finalmente pasa a denominarnos “mortalis”. Esta gran variedad de léxico, que diferencia a nuestro autor de otros genios de la prosa como Cicerón, lo que produce es un aumento del dinamismo y del ritmo de la lectura, intentando así que el lector no pierda interés en el tema de la monografía, a pesar de que el contenido del prólogo sea denso y por momentos bastante abstracto. Otro ejemplo muy significativo de variatio lo encontramos cuando Salustio hace referencia a los seres no humanos, pues para denominarlos emplea tres palabras latinas diferentes: “animalibus, pecora y beluis”. Podría reiterar la misma palabra, pero como la idea que pretende transmitir es la misma, emplea otras palabras, otros ejemplos, para tratar de hacernos mas leve, asequible y cómoda su adquisición y de que no dejemos de poner énfasis en la lectura del prólogo.

Pasemos ahora al gusto por el arcaísmo de Salustio. Pruebas de este hecho son las formas verbales como “coepere, subigere, transiere” de tercera persona del plural del perfecto de indicativo activo que aparecen no con su terminación habitual, en tiempos de Salustio, “-erunt” , sino con la arcaica “–ere” semejando ser, de este modo, infinitivos. Más ejemplos del arcaísmo salustiano en el proemio son el empleo del relativo sin evolucionar “quoique” o de palabras sin su esperada evolución como es “lubidinem” (libidinem).

Otro procedimiento formal muy característico de nuestro autor es el empleo, casi constante, del asíndeton, que pretende lo mismo que la variatio, ya que aspira a que el lector no disipe su interés por la monografía por motivos de extensión del texto o por abundancia de construcciones sintácticas complejas. La ausencia de conectores produce un aumento considerable del dinamismo del texto. Podemos encontrar ejemplos de asíndeton ya en el inicio del proemio, cuando Salustio afirma: “animi imperio, corporis sevitio magis utimur; alterum nobis cum dis, algerum cum beluis comune est”. Salustio explica, e intenta convencer a sus lectores, con gran claridad, y sin necesidad de un estilo “asianista” exagerado, cuál es la utilidad del cuerpo y del alma. Otro ejemplo lo encontramos en el apartado segundo del proemio: “Quae homines arant nauigant aedificant, virtuti omnia parent”. En este caso Salustio emplea tres formas verbales contiguas sin necesidad de establecer conectores entre las mismas, lo que provoca viveza en el texto. Un último ejemplo de escasez de conectores lo tenemos en el apartado tercero cuando nuestro autor expone su propia situación: “Nam pro pudore, pro abstinentia, pro virtute audacia largitio auaritia vigebant”. Aquí el asíndeton está combinado con otro recurso retórico como es la anáfora. Pero evidentemente no todo el prólogo está ausente de conectores, pues, en determinados momentos Salustio emplea varios nexos, casi llegando al polisíndeton, para de este modo resaltar todavía con más énfasis que, en otros momentos, no lo hace. Una prueba de este fenómeno es: “Quod si regué atque imperatorum animi virtus in pace ita ut in bello ualeret, aequabilius atque constantius sese res humanae haberent, neque aliud alio ferri neque Mutare ac misceri omnia cerneres”. El mayor empleo de conectores, resulta evidente en este caso.

Salustio, en otros momentos, estas diferencias las aprovecha de acuerdo con el contenido. Es decir, la forma del texto subraya su propio contenido, como en el ejemplo que explicaremos a continuación. Para exponer su idea de que la vida sin hazañas es inútil y que lo que realmente importa es dejar algo para que los demás nos conmemoren Salustio afirma: “quoniam vita ipsa qua fruimur brevis est, memoriam notri quam maxume longam efficere”. En esta oración tan cuidada podemos observar que Salustio juguetea con virtuosismo con la forma, con la elección de las palabras, y el sentido de la oración, ya que emplea un solo término para resaltar que la vida (pasada en silencio) es breve, pero utiliza “quam maxume longam”, sintagma bastante más amplio que “breuis”, para referirse a que nuestro recuerdo debe hacerse lo más duradero posible.

Otro ejemplo de esta relación de la forma y el contenido lo tenemos cerca del final del segundo apartado del prólogo, cuando Salustio se refiere a los mortales que pasan la vida “como peregrinos”. Explica: “quibus profecto contra naturam corpus voluptati, anima oneri fuit”. Debemos preguntarnos por qué motivo nuestro autor emplea en un primer lugar “corpus” que “anima” cuando en el resto del prólogo no lo hace en ningún momento, pues recordemos varios pasajes en los que aparecen ambos elementos: “sed nostra omnis vis in animo et corpore sita est” “Animi imperio , corporis seruitio magis utimur”.“Divorsi pars ingenium, alii corpus exercebant”. Como ya hemos adelantado, en todos los ejemplos aparece el alma, o el ingenio, antepuesta al cuerpo, pero en la oración que tratamos de analizar no ocurre así. Esto se debe al sentido de la oración, pues en ella se indica que para la mayoría de los hombres, en contra de la naturaleza el cuerpo les sirvió de placer, y que su alma fue para ellos una carga. Por lo tanto, Salustio, con gran agilidad, decide situarla al final de la oración dando más relevancia en este caso al cuerpo. Como advertimos Salustio se deleita con las formas sin dejar de lado en ningún momento, en este proemio, el contenido.

Otra prueba del exquisito formalismo salustiano es un recurso formal de tipo sintáctico, es decir, el paralelismo y las construcciones en quiasmo o retruécano. Existen multitud de modelos en el proemio: “animi imperio, corporis seruitio magis utimur; alterum nobies cum dis, alterum cum beluis commune est.” “Nam diuitiarum et formae gloria fluxa atque fragilis est, virtus clara aeternaque habetur ». “ Verum ubi pro labore desidia, pro continentia et aequitate lubido atque superbia inuasere”. “Nam pro pudore, pro abstinentia, pro virtute audacia largitio auaritia uigebant”. Por la abundancia de ejemplos es conveniente no incluirlos todos sino analizar pormenorizadamente alguno de ellos. Observemos con detenimiento el último de los ejemplos. Se trata de una construcción paralelística en la cual los elementos contrarios que la componen no están contiguos, sino agrupados sintácticamente por sus anáforas o por la ausencia de las mismas, siendo substituido, entonces, el primer elemento con la construcción “pro” (pudore) por la primera palabra sin tal comienzo “audacia”. Si tomamos como referencia de paralelismo el segundo ejemplo vemos como la construcción es más compleja que la anterior, pues en este caso existen dos sujetos (“gloria y virtus”) dos verbos (“est y habetur”) y dos atributos modificando a cada sujeto (“fluxa atque fragilis”) y (“clara aeternaque”) respectivamente.

Con este último modelo podemos iniciar el estudio de otro recurso retórico con mucha presencia en el proemio de La Conjuración de Catilina, el de las aliteraciones. Tenemos dos ejemplos en los atributos. Por una parte “fluxa atque fragilis” donde vemos un sonido labiodental [f], que Salustio podría emplear para dar idea de inconsistencia y fragilidad, y por otra parte el sonido vocálico [a], en “clara aeternaque” que pretende resaltar la claridad y la luminosidad de la virtud.

En el inicio del proemio tenemos quizás la más brillante muestra del avispado ingenio del de Amiterno, quien emplea una aliteración del fonema /s/ para referirse a que es necesario no pasar la vida en silencio: “Omnis homines qui sese student praestare ceteris animalibus summa ope niti decet ne vital silentio transeant , ueluti pecora quae natura prona atque uentri oboedientia finxit”. La abundancia del sonido silbante [s] es muy clara, sobre todo en la primera oración. También en el primer apartado nos encontramos con el empleo de una nasal /m/ para dar idea de “memoria”en “memoriam nostri quam maxume longam efficere”.

Ya en el segundo apartado del proemio tenemos una nueva aliteración con el sonido [m] que esta vez pretende dar idea de grandeza: “maxuman gloriam in maxumo imperio”. Nuevamente, una aliteración de este sonido, la tenemos en el final del tercer apartado cuando Salustio escribe: “ac me, quom ab relicuorum malis moribus disentirem”. En este caso no está demasiado claro el motivo del empleo de este sonido, aunque podríamos afirmar que lo que pretende resaltar con su empleo el autor es la idea de que habla de si mismo (me).

Volviendo al segundo apartado del proemio nos encontramos con una aliteración del sonido [t]: “etiam tum vita hominum sine cupiditate agitabatur”. El significado de la repetición del fonema /t/ podemos atribuirlo a que quizá el autor pretenda captar con este recurso retórico el significado primordial del verbo: “agitar”. Cuando agitamos algo los golpes de las cosas que están en el interior tendrían un sonido semejante al de una oclusiva según nuestro planteamiento.

Un último ejemplo de aliteración podría ser en el cuarto apartado la siguiente oración: “statui res gestas populi Romani carptim perscribere” donde Salustio utiliza las oclusivas [p] transmitir idea de ataques cortos y por partes, como los que el pretende hacer escribiendo por episodios la historia del pueblo romano.

Como habrán podido apreciar, no hemos incluido todavía en el comentario de los recursos retóricos referencia alguna a la descripción que hace Salustio de Catalina; pues bien, esto es consecuencia de que debido a la importancia de este retrato decidimos analizarlo detalladamente y por separado del resto del proemio. Lo primero que debemos advertir es su estratégico emplazamiento. ¿Por qué motivo Salustio lo incluye en el proemio y nos presenta a Catilina una vez expuestas las ideas morales en su prólogo? No podemos saber con exactitud a que se debe esta colocación pero quizá nuestro autor haya percibido que el prólogo era demasiado abstracto y decida situar la descripción en tal lugar para concretar en el proemio, para que no resulte demasiado pesado a los lectores y para que además le sirva, a la perfección, de enlace con el resto de la monografía. Y otro detalle importante es que Salustio describe a Catilina señalando si éste carece o posee la mayoría de los atributos o vicios que el refleja en su prólogo, siendo necesaria por lo tanto la posposición de su retrato.

En cuanto al contenido de la descripción tenemos que resaltar que Salustio, como otros historiadores antiguos, por ejemplo Heródoto, Tucídides o incluso el propio César, carece de una pretensión científica u objetiva para describir los hechos acaecidos, pues sabemos que nuestro autor, por sus afinidades políticas tiene una opinión de Catilina bastante adversa, que no oculta en ningún momento, exponiéndonosla desde el proemio. No debemos poner en tela de juicio la descripción de Salustio, pero si es preciso que tengamos en mente que Catilina era su enemigo y nuestro autor un ex político que domina el fraude y la prevaricación.

El que aparezca nada más iniciarse la monografía la descripción de Catilina no deja de ser un elemento retórico en el sentido de que el autor lo coloca en ese punto para tratar de convencernos desde un primer momento de la maldad y crueldad de la figura de Catilina.

En cuanto a lo que concierne a los elementos retóricos del retrato tenemos que destacar la brevitas con la que Catilina es descrito, que tenemos que relacionarla una vez más con el fenómeno del asíndeton, pues la carencia de conectores da vigor a las palabras y así la descripción resulta considerablemente más impactante. De este modo que la descripción comience “L.Catilina, nobili genere natus, fuit magna ui et animi et corporis, sed ingenio malo prauoque” no es casualidad. En esta primera oración también podemos observar que se vuelve a anteponer “animi” a “corporis”, ya que la frase resalta que tuvo gran fortaleza de alma y cuerpo, pero en las siguientes oraciones nos encontramos con “Corpus patiensi nediae algoris uigiliae supra quem quioiquam credibile est. Animus audax subdolus uarius(…)”. Tenemos por tanto una repetición de la situación anterior en la que se anteponía el cuerpo al alma por ser éste más importante para el individuo que es descrito que su “animus”. Conjuntamente con esta anteposición, lo que podemos destacar es el fuerte paralelismo de las estructuras sintácticas de esta porción de texto en la que se describe el cuerpo y el alma de Catilina de la misma forma pero con antitéticos atributos. En la descripción de su espíritu tenemos también “simulator ac dissimulator” que resulta ser un juego de palabras casi paronímico.

El gusto por la variatio lo vemos claro cuando el autor tiene que poner un epíteto al espíritu de Catilina. La primera vez que lo describe lo hace con el adjetivo “audax”, en cambio la segunda vez (tan sólo diez líneas después) emplea “ferox”.

Por último, y para terminar nuestro comentario formal de la descripción de Catilina, debemos aludir a un nuevo caso de paralelismo entre conceptos antitéticos justo cuando finaliza el proemio: “ut paulatim inmutata ex pulcherruma [atque optuma] pessuma ac flagitiosisuma facta sit".


IV. CONCLUSIÓN

Para concluir nuestro comentario debemos preguntarnos si el texto del proemio de Salustio tiene una idea clara, determinada y si el documento que tenemos ante nosotros está pulido, o si por el contrario es un pasaje sin pulir.

Pues bien, la primera pregunta es realmente difícil de esclarecer. Sabemos lo que Catilina pretende, lo que busca con su prólogo, pero la verdad es que para justificar su deseo de escribir historia y para introducir el tema de la monografía, podría haber preferido un proemio con argumentos más transparentes y concretos.

Un planteamiento que podríamos seguir sería que nuestro autor opte por exponer estos conceptos abstractos e inconcretos en el proemio para intentar liberar de tales nociones al resto de la obra. De este modo el prólogo alberga el aparato moral e ideal de la obra dejando el resto de la monografía para los hechos concretos ocurridos durante la Conjuración de Catilina.

En cuanto a lo concerniente a la segunda cuestión, tenemos que decir que un texto con tantas aliteraciones, paralelismos, anáforas, etc., no puede ser de ninguna manera un texto sin pulir.

Meramente, lo que ocurre es que el aparato moral, las ideas genéricas del proemio tienen una significación tan universal y enredada a la vez que pueden dan lugar a determinadas repeticiones extrañas, pero quizás necesarias, para una mejor comprensión del texto. Prueba de esto es la perfecta estructura del prólogo, que primero trata temas generales, pasando después a ocuparse de la situación del propio Salustio, para alcanzar finalmente la descripción del protagonista de la monografía, que le sirve de enlace con la narratio.

Quizás no sea el mejor proemio de Salustio, pero no por ello tenemos que tildarlo de defectivo.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

DÍAZ DÍAZ, Manuel C.
La Conjuración de Catilina. Madrid, Gredos 1999.
LAUSBERG Heinrich. Elementos de Retórica Literaria. Madrid, Gredos 1983.
MORTARA GARAVELLI, Bice. Manual de Retórica Madrid ,Cátedra 1991.

La poesía y mi padre

Mon père es una de esas personas que no lee nunca. Le pregunto y me dice que la lectura lo aburre. Lo que a mi me parece curioso es cómo no puede aburrirse sin leer. En verdad sí lee: periódicos. No sé qué prefiero. Me sorprendió mucho cuando encontré un libro dedicado a él en la estantería de mi casa que, como diría Hanks, parece una caja de bombones. Está escrito en la primera página de este libro de poesías:


El hombre no es más que una caña,
la más débil de la naturaleza; pero es una caña que piensa.

A Gerardo, por amable con afecto,

Xis (Manuel Sío Blanco).



El libro se titula “Imperfecciones”: como se ha visto el que mi padre no lea no lo convierte en una mala persona, de hecho, es tan amable que un escritor le regala UN LIBRO. Le pregunté por la historia y me respondió que era un cliente bastante agradecido.

Mi teoría musical se incluye en ese libro:


Repleta está
la música moderna
de viejos y ancestrales
sonidos.


Mi preferido


No fue un imbécil
como para cambiar el mundo
pero tampoco quiso
que los imbéciles del mundo
lo cambiasen a él.

“Las flores del diablo”

El día cinco de marzo discutía con dos amigas después de cenar sobre cine, literatura y teoría de la ciencia en general. Recuerdo que mencioné algo de esta película. Pero no recordaba el año exacto. Su director es Terence Young y el año es 1966, el primero que yo había barajado. La película narra un intento de frenar el tráfico de heroína desde Irán que efectúan unos agentes de las Naciones Unidas. Las grandes ciudades en los 70 tuvieron un problema. A España, claro, el problema llegó un poquito más tarde, en los ochenta. Casi llegamos a una conclusión discutiendo (lo cual es muy extraño): no se fue verdaderamente consciente de que las drogas eran un problema muy serio hasta que apareció una pandemia: el Sida. La Naturaleza, que no es tonta. En la película aparece una desapercibida Rita Hayworth.


martes, 3 de marzo de 2009

Pecando de “hibris”

Conozco a una chica que de verdad piensa que todo lo que dice la Ciencia, su ciencia, la que ella estudia, es inapelable e incuestionable, y por su puesto lo único que es imprescindible a la hora de ser un urbanita “de bien”. Su cinismo, que no sabe que es una postura como otra cualquiera ante la vida, me agota. Cada vez que hablo con ella parece que trata de sacarme de quicio. En el fondo es divertido. Suelo pensar, al verla, eso de que los mayores fanatismos ocultan las más inmensas dudas. Creo que escribo aquí porque no me gusta discutir. Y leo en un libro de Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber: “en la época en que escribía Heródoto, en el siglo Va.C. todavía se daba por hecho que los mejores escritores escribían gracias a la inspiración divina, inspirados por las musas, y éstas eran como otros dioses. No estaban constreñidas por la verdad o la franqueza; en gran medida, si querían, tenían el derecho divino a mentir y a ser veraces. Eso se debe a que, para los antiguos griegos, la verdad y la mentira convivían una con otra, iban de la mano, estaban unidas en lo más profundo. Y cuanto más insistía alguien en que decía sólo la verdad, más reían para sí quienes escuchaban o leían y daban por hecho que intentaba engañarlos”. Deberíamos preguntarnos ciertas cosas: ¿tenemos capacidad para decidir qué es verdad y qué es mentira? ¿Podemos hacerlo todos nosotros? Es muy fácil pensar que poseemos un conocimiento superior, una comprensión más adecuada de los hechos. Nos gusta corregir los errores del pasado de acuerdo con nuestros criterios de lo que es verdad. Pero ¿quién corregirá los nuestros? Antes, todo el mundo sabía que el Sol daba vueltas en torno a la Tierra; ahora todo el mundo cree que sabe que la Tierra da vueltas alrededor del Sol. El problema es que cada gran paso que damos en la comprensión derriba e invalida el conocimiento anterior. En el futuro nos verán del mismo modo que algunos de nosotros miramos el pasado. Seguramente.

Viajes con Heródoto

Suele decirse que los libros cuando se prestan no se devuelven. No recuerdo ahora mismo la frasecilla de mi abuela. En mi caso, hace un año me prestaron unos libros. Hoy creo que voy a devolverlos. El uno es de Joachim Latacz Troya y Homero. Libro polémico y generador de controversia. Si a alguien le interesa saber si la guerra de Troya existió, si hubo un lugar llamado Troya, o conocer su emplazamiento, que lo lea porque todo cambió bastante, o eso parece, en esta última década. El otro ejemplar es Viajes con Heródoto de Kapuścinski. Este último es un libro que ayuda a cualquiera que se acerque por primera vez a Heródoto. Un ejemplo: Viajamos así durante más o menos una hora, el asfalto, malejo y roído todo él, se había acabado hacía tiempo y ahora el camino de tierra atravesaba el desierto, de vez en cuando aparecían junto a él unas rocas gigantes que parecían vaciadas en bronce . Junto a una de ellas giramos bruscamente a un lado y el conductor, después de recorrer aún unos metros, de repente detuvo el coche. Habíamos llegado a un talud en cuyo fondo brillaba en plata el Nilo, iluminado por la luna. El paisaje, pues, estaba reducido a su mínima expresión: el desierto, el río y la luna, que en aquel momento sustituían el mundo entero.

La peste humanista.

Le un capitulo de una Historia de la Literatura: era algo así como “La peste en el Humanismo". Antes de leerlo hago un repaso mental que vincule al título con la época, y recuerdo: La peste hizo perecer a la Laura de Petrarca y la propia peste dio a luz al Decamerón de Boccaccio.